Editorial

Una crisis detrás de otra

Desde el año pasado la Argentina se encuentra inmersa en una crisis económica que se manifiesta a través de distintas variables. Por momentos brota una crisis cambiaria que se traduce en una devaluación de la moneda nacional en una economía que, además, carga a la inflación como una mochila llena de piedras de la que no puede desprenderse. Caída del poder adquisitivo del salario y del nivel de empleo que se combina con un aumento de la pobreza y la indigencia conforman un cóctel del que parece imposible salir. A pesar de las medidas adoptadas entre abril y mayo para estimular el consumo, como precios esenciales, programa Ahora 12, créditos a través de ANSeS para jubilados y más tarde subsidios para la compra de automóviles, la recesión se mantiene más allá de un mínimo brote verde de algún sector productivo.  

Como si no fuera suficiente la recesión, una nueva crisis se paró sobre ella: el resultado adverso en las PASO para el oficialismo disparó el dólar de $45 a $60 reavivando la inflación. En compensación por el rebrote inflacionario, el gobierno adoptó una batería de medidas. Aquí se cuentan la elevación del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, la reducción de aportes personales, la suspensión del pago del monotributo, la reducción de los anticipos para autónomos, planes de pagos para las PYME, congelamiento en el precio de la nafta y la reducción al 0% en el IVA de alimentos. Simultáneamente, en la misma lógica de tratar de compensar el impacto social del aumento de los precios, dispuso incrementos en algunos programas asistenciales, describe en su último informe el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa). Lo improvisado y riesgoso de estas medidas potenciaron las dudas y las polémicas en torno a si la crisis cambiaria era inevitable. Para abordar este tema, un punto de referencia es el denominado “dólar de convertibilidad”. Esto es, el cociente entre el dinero en efectivo en poder de la gente más los depósitos en caja de ahorro, plazo fijo y LEBAC dividido la cantidad de dólares que el Banco Central tiene como reserva, explica el reporte. Es una aproximación al valor al que se iría el tipo de cambio en el caso de que todos los pesos se usaran para comprar dólares. La situación es hipotética por lo extrema, ya que nunca puede ocurrir en la práctica, pero permite medir el grado de fortaleza del Banco Central para defender el valor del peso al comparar este valor con el precio del dólar de mercado.

En este sentido, según datos que publica regularmente el Banco Central se observa que en la crisis cambiaria de abril-mayo del 2018 el dólar de mercado pasó de $20 a $25 y el dólar de convertibilidad estaba en el orden de los $62. En tanto, en la crisis cambiaria de julio-agosto del 2018 el dólar de mercado pasó de $27 a $40 y el dólar de convertibilidad estaba en el orden de los $58. Mientras que en la reciente crisis post-PASO el dólar pasó de $45 a $60 cuando el dólar de convertibilidad se ubica en el orden de los $51.

De acuerdo al informe de Idesa, estos datos sugieren que la crisis cambiaria era evitable. Es cierto que el dólar de convertibilidad es un indicador relativo, porque, por ejemplo, no todas las reservas están disponibles para hacer frente a una corrida cambiaria. Pero comparado con las crisis cambiarias del 2018, el Banco Central estaba en muchas mejores condiciones para defender el valor del peso. Esta mayor fortaleza se explica porque el tipo de cambio no estaba atrasado, la situación fiscal era mejor y porque la desactivación de las LEBAC, principal detonante de las crisis cambiarias del 2018, disminuyó el dólar de convertibilidad.

No hay dudas que el resultado de las PASO, totalmente distinto a lo que pronosticaban todas las encuestas, fue un hecho inesperado que justificaba una intervención más agresiva del Banco Central. Máxime cuando las medidas posteriores tomadas por el gobierno para mitigar las consecuencias de la crisis cambiaria implicaron violentar, no solo el acuerdo con el FMI, sino puntos esenciales del propio plan económico del gobierno, remarca el análisis de la consultora.

Así, el imprevisto resultado de las PASO profundizó la incertidumbre política en un contexto en el que, desde hace tiempo, la situación financiera, productiva y social es de alta vulnerabilidad. Pero esto no justifica reaccionar improvisadamente con un conjunto desarticulado de medidas.

El resultado es un empeoramiento de la situación. Pero más grave aún es que se sigue sin abordar una contradicción de fondo: una sociedad que ve con simpatía y presiona por tener un sector público de grandes dimensiones, pero se niega a pagar los impuestos que demanda su financiamiento. Mientras siga instalada la ilusión de que un Estado grande es gratis -concluye Idesa- más allá de quién sea el presidente o el ministro de economía seguirán las crisis a las que fatalmente se llega por emisión monetaria y exceso de endeudamiento.














 

Autor: REDACCION

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