Editorial

Una causa siempre actual

Año tras año, los argentinos renovamos nuestro reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas, que permanecen aún como una posesión colonial del Reino Unido y, lamentablemente continuará en este Estado por mucho tiempo más si es que no se produce un giro copernicano en un conflicto que tomó forma a principios de 1833 cuando fuerzas británicas ocuparon las islas obligando a retirarse a soldados de la Argentina. 

Es cierto que es en el campo de la diplomacia donde se debe librar la batalla por el control de las islas, que están ubicadas en una posición estratégica en el Atlántico Sur y que además disponen de recursos ictícolas y energéticos muy importantes. En los últimos años, la Cancillería argentina ha logrado una serie de respaldos en organismos internacionales que se pronunciaron a favor de buscar una salida negociada al conflicto, aunque Gran Bretaña rechazó reiteradamente discutir diálogo mediante por el control del archipiélago. 

Así las cosas, más allá de la presión internacional argentina, la determinación británica de no negociar la soberanía permitirá mantener sin cambios el actual status. Pero como si fuera una utopía, a pesar de la falta de avales, Argentina no debe renunciar al reclamo sino sostenerlo en cuanta tribuna internacional exista. 

La decisión del Gobierno del Reino Unido de aumentar el presupuesto militar para las Malvinas es una prueba irrefutable de su intención de fortalecer su presencia en los mares del sur y de desestimar las pretensiones de soberanía argentinas. La población de las islas enarbola el principio de autodeterminación para elegir a qué país pertenecer, pero es demasiado débil al considerar que el territorio en disputa fue arrebatado en una acción militar hace 182 años. 

La reciente revelación de que Gran Bretaña habría espiado a la Argentina con el objetivo de "prevenir" que el país intentara recuperar las Islas Malvinas, según documentos filtrados por elexconsultor de la CIA, Edward Snowden y publicados por el canal denoticias TN, también constituyen una señal de la firmeza con que los británicos están dispuestos a estirar su dominio ilegal en las islas argentinas.

En tiempos donde el derecho internacional se consolida para respetar los límites de las naciones, aún aparecen movimientos que terminan reconfigurando territorios. Como lo que sucede en Ucrania, que a partir de la decisión del Gobierno de sumarse a la Unión Europea sufrió rebeldías regionales que se tradujeron en la anexión de Crimea por parte de Rusia y en la consolidación de una región separatista en el área de Donetsk que derivó en enfrentamientos, cientos de muertos y por ahora un precario acuerdo de paz.

En Argentina, el pasado jueves se conmemoró una vez más el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. La fecha se debe a que el 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas Argentinas desembarcaron en Puerto Argentino, la capital de Malvinas, con el objetivo de recuperar ese territorio, dando origen a una guerra que se extendió hasta junio y que causó la muerte de cientos de jóvenes soldados argentinos en el frente de batalla. 

La embajadora argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, advirtió que la Guerra de Malvinas es "la excusa" por la que Gran Bretaña se niega a sentarse a negociar por la soberanía en las islas. Según consideró la diplomática, de no haber ocurrido el conflicto del Atlántico Sur originado hace exactamente 33 años el vínculo actual con el Reino Unido "sería otro".

En el marco de un renovado debate en torno a las Malvinas, el dirigente solicialista Mario Mazzitelli desempolvó conceptos que el histórico dirigente, Alfredo Palacios, estampó en el libro que escribió en 1934 (Las Islas Malvinas, Archipiélago Argentino), que fue editado por "Claridad". En el Capítulo X, bajo el título "El idealismo argentino", sostuvo que "el derecho de nuestra Argentina a la soberanía de las Malvinas es innegable. A pesar de ello, una de las naciones más poderosas del mundo, abusando de la fuerza, las mantiene en su poder. Es imperioso que el pueblo conozca su derecho".

Por ahora, el Gobierno argentino deberá sostener y aumentar la presión sobre los británicos en los tribunales internacionales y en todos los organismos, comenzando con las Naciones Unidas. La falta de resultados no debe desanimar sino estimular aún más a la acción diplomática, quizás algún día como consecuencia de esas gestiones que deben trascender a los proyectos políticos que gobiernen la Argentina se recupere la soberanía de nuestras Malvinas. 

Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web