Suplemento Economía

Una bola de nieve de ineficiencia económica

Días atrás un grupo minúsculo de personas bloqueó intempestivamente dos refinerías de combustibles de la empresa YPF. Tanto la planta ubicada en la ciudad de San Lorenzo (Provincia de Santa Fe) como la de La Plata se vieron imposibilitadas de despachar sus productos hacia sus bocas de expendio minoristas. Los inconvenientes derivados de dicha medida, provocó lo que en economía se denomina “externalidad negativa”; o sea la acción de un agente económico perjudica a otro generándole costos o gastos extras sin ser resarcido por el primero. Contaré mi experiencia del jueves de esa semana para dar una idea del problema que suscita este tipo de acciones al conjunto de la economía.

Con un poco más de 3/8 de tanque de combustible lleno tenía que viajar a Victoria (Entre Ríos) ida y vuelta desde Rosario. Y, más tarde en el mismo día, trasladarme a Santa Fe. Evidentemente necesitaba cargar el auto. Temprano a la mañana empecé mi recorrida por las estaciones del centro de Rosario, las cuales estaban todas llenas de autos con colas que alcanzaban entre media y una cuadra. Luego de unas cuantas vueltas y dado el caos vehicular generado, decidí alejarme un poco del centro y me trasladé a una estación frente al shopping Alto Rosario. Finalmente allí pude cargar nafta. Había cola, pero nada comparada a las del centro. La espera fue de tan “sólo” media hora. Eso sí, ninguna posibilidad de cargar nafta súper y, tampoco me aceptaron la tarjeta de débito. Me tuve que conformar con pagar en efectivo y cargar nafta Premium. Fue un día en que no tuve casi opciones, no pude elegir, sólo aceptar lo que se presentaba.

El mercado de combustibles en la Argentina está concentrado en unas pocas manos. Son cuatro empresas las que controlan el mercado, acaparando más del 90% de las ventas de todo tipo de naftas y marcando, en consecuencia, la existencia de un fuerte oligopolio. Rige un acuerdo tácito de precios, movido por una correlación casi perfecta en sus cambios. Primero aumenta una o dos y luego la siguen las otras compañías.

Ahora vuelvo al cuasi desabastecimiento que generó la protesta y bloqueo nombrados al principio. La petrolera que lo sufrió maneja más del 50% del mercado. Por lo que en un par de días, la oferta se reducía a la mitad. Cualquier intención de las otras petroleras en elevar la oferta de combustibles no habría podido compensar semejante caída. Por el otro lado, la demanda iba a mostrar un alza debido al fin de semana largo que se avecinaba. Con el bloqueo en el medio, la demanda experimentó un aumento extra dado por aquellos que temían que el conflicto se prolongue en el tiempo. De las cuatro petroleras, la que sufrió el bloqueo es la que tiene los precios más bajos. Aquí arranca la suma de gastos extras que tal arbitrariedad desencadenó. Si hubiese cargado nafta súper en la empresa que acostumbro hacerlo hubiese pagado algo más de $5.- el litro. Sin embargo, tuve que hacerlo en otra empresa y con una nafta Premium a un precio de $6.6.- por litro. Ya del vamos la protesta me llevó a pagar un 31% más de lo que acostumbro. Cierto es que en una situación de potencial escasez el precio de reserva (el precio máximo que uno está dispuesto a pagar por un bien) tiende a elevarse. Además, usted me podrá decir que la Premium rinde más; puede ser. Pero al que seguro le rindió más, es a la empresa que le cargué. Porque, imaginando buena fe de parte de esta última empresa, no tuve más remedio que cargar la “única” nafta que había: la Premium. Es a la cuál le aplican el mayor margen de ganancia. Claramente fue una transferencia de recursos de parte del conjunto de la economía a la empresa petrolera dada por el aumento de la demanda transitoria del producto más rentable, haciéndose de una ganancia extraordinaria. Pero créame que los costos indirectos, ocultos o como quiera llamarlos han sido más que importantes. Primero, puedo mencionarle el tiempo y nafta consumida en las vueltas que me hice por las estaciones de servicio del centro de Rosario. Segundo, los 30 minutos de espera en la estación que finalmente pude cargar. Tercero, el irme a un cajero automático a buscar efectivo a fin de pagar de la única manera que me aceptaban.

Si lo comentado con antelación se hubiese delimitado sólo a mi persona, el tema no sería de relevancia. Pero es aquí donde quiero marcar el punto. Mi experiencia de ese día puede extenderse a gran parte de la economía. Tenemos un problema de un agente económico individual extrapolable a otros agentes y sectores de la economía donde las distorsiones en un mercado se trasladan a otros profundizando ineficiencias. Las cuestiones microeconómicas de las empresas de un país determinan en gran parte la competitividad de las mismas con respecto al mercado internacional. Desequilibrios con el precio, demanda y oferta de un insumo básico, como lo es el combustible a base de petróleo, no es un detalle menor. Imaginemos lo que le hubiese pasado a una empresa que necesitaba ese jueves trasladar sus productos por camiones (en la Argentina es casi imposible pensar en el transporte de mercaderías vía ferrocarril) al puerto para despachar a otro país. Hubiese tenido costos más altos de nafta (o de diesel); hubiesen tenido que deambular los camiones para poder cargar combustible; hubiesen llegado (si es que lo pudieron hacer) a entregar la mercadería tarde al final del día con la consecuencia inmediata de encarecerse el flete del barco que le trasladaba los productos; hubiese fallado con la fecha de entrega con el cliente del exterior. Es maravilloso como se pueden entrelazar “pequeñas” cosas (un bloqueo de 20/30 personas a dos refinerías) con otras de mayor tamaño e importancia (competitividad de una empresa, sector y, finalmente, país). Continuando con la agregación (empezó conmigo y siguió con una empresa) podemos llegar a un sector económico y, en última instancia, a la economía en su totalidad. Y es aquí al final donde los costos de tales pequeñeces toman significancia.

No se consigue el desarrollo sustentable si no se atienden, por lo menos, estás arbitrariedades a fin de hacer más previsible la estructura de costos, de plazos de entregas y traslados. Es imperativo reducir al mínimo los costos derivados de conductas que propagan ineficiencias de una forma fácil y rápida y más debida a que es imposible que un conflicto como el generado con las refinerías se limite sólo al grupo que lo produce. Lic. Esteban Rugna.

Autor: Redacción

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