La preocupante realidad que se está viviendo en Cuba, a partir de la rebelión de un grupo importante de la sociedad, se ve reflejado diariamente en las noticias que se emiten en el mundo entero.
Por un lado, no pueden ocultarse las represiones del gobierno, denunciadas hasta el cansancio en los últimos tiempos por organismo internacionales y por varios observadores que respondiendo a las tareas encomendadas pudieron elaborar informes contundentes, que la mayoría de los países respalda, aunque otros insisten en restarle credibilidad.
Pero al margen de la situación interna, se registran enfrentamientos más allá de las fronteras de la isla. Los dos casos más emblemáticos, al menos por lo que podemos observar en este rincón del planeta, son los de Estados Unidos y Argentina.
En el poderoso país del norte del continente, existe una importante comunidad de isleños, que se advierte en una mayor proporción en La Florida, un estado súper poblado de latinos.
Los ciudadanos nacidos en la isla caribeña que decidieron emigrar se cuentan por centenares de miles y en cada oportunidad que se genera algún tipo de rebelión popular en Cuba, las reacciones no se hacen esperar en Miami, epicentro de reiteradas protestas en la última semana.
Con dos grupos claramente definidos, son más los que reclaman por la libertad del pueblo, que los que salen a la calle para defender a la revolución. No es sencillo entender que los nacidos en un mismo suelo puedan enfrentarse, lamentablemente, fuera de su patria.
Algo similar ocurre en nuestro país, aunque las movilizaciones vienen teniendo un menor grado de agresividad y una cantidad también inferior de personas expresándose frente a la Embajada de Cuba, el lugar de concentración habitualmente elegido para canalizar las diferentes posturas.
Como se expresa vulgarmente, tanto en Estados Unidos como en Argentina, la sangre no llegó al río. Mucho tuvo que ver la participación de las fuerzas de seguridad a la hora de neutralizar a los más exaltados.
Mientras esas reacciones se dan fuera de la isla, quienes siguen viviendo en la nación caribeña, salieron a reclamar con argumentos bien claros: libertad y mejores condiciones de vida.
Bajo la consigna "Patria y Vida", lo están haciendo de manera pacífica en las calles de las principales ciudades, pero respetando la historia, que se repite últimamente, las mayores concentraciones se registran en La Habana.
El gobierno desconoce cualquier tipo de condena internacional, especialmente las referidas al permanente atentado contra los derechos humanos, que son sistemáticamente denunciadas.
Militares del régimen, en tanto, obedeciendo a las órdenes de la dictadura, son los encargados de reprimir a quienes llevan adelante las marchas, con una declarada firmeza y con el apoyo de varios países democráticos.
Sin embargo, estas movilizaciones no siempre alcanzan los objetivos. Y luego del primer golpe de efecto, que siempre es potente, van cediendo en caso de carecer de un respaldo más comprometido de otras naciones, que tienen la capacidad suficiente para influir en la conducta del gobierno, pero que la mayoría de las veces termina cediendo a raíz de la intransigencia de las autoridades isleñas.
Ni siquiera los testimonios de los isleños parecen conmover a los organismos internacionales, que luego de sus pronunciamientos iniciales, no continúan avanzando en la medida deseada.
Esto no solamente ocurre en este caso, sino en muchos otros, donde no son muy tenidos en cuenta los informes de los comisionados. Algo similar sucede con Venezuela, donde el jaqueo contra Maduro no tiene éxito y el dictador no renuncia a una política que sumergió en la pobreza a un país que por su excepcional riqueza petrolera llegó a ser uno de los más solventes.
Las últimas y enérgicas denuncias, aseguran que el dinero que en realidad los cubanos deberían tener en sus bolsillos, es destinado para adquirir armas de última generación de origen ruso.
En tiempos de pandemia, además, es muy cuestionada la política sanitaria, que hasta no demasiado tiempo atrás, el país exhibía con orgullo, al igual que su nivel educativo. Dos aspectos que fueron definitivamente sepultados y lo llevaron al país a una situación de precariedad económica y de escasas relaciones internacionales.
Varias de las últimas declaraciones de los isleños fueron inconclusas debido a la caída que sufrían en sus conexiones a raíz del bloqueo que impuso el gobierno cubano sobre las telecomunicaciones, para evitar que los ciudadanos puedan manifestarse y comunicarse de una ciudad a otra, en una medida que se ha tomado en múltiples sectores, como es el caso de La Habana, para dejar virtualmente aislados a los ciudadanos y dispersar las protestas. Hay antecedentes similares, que por estos días vuelven a repetirse.