Insistir en la educación como herramienta central para lograr la construcción de un mundo mejor para todos es un deber ineludible al que debemos adherir convencidos. A partir de este enfoque, el papa Francisco invitó al Vaticano a jóvenes y personalidades públicas para impulsar un pacto educativo global en un encuentro previsto para el 14 de mayo de 2020 y que tendrá como tema: ‘Reconstruir el pacto educativo global’. El Sumo Pontífice consideró que hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna.
Reflexivo, el Papa del fin del mundo tal como se autodefinió cuando fue elegido para ocupar el cargo más alto de la Iglesia Católica en 2013, explicó que su objetivo es promover un encuentro para reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Conciliador y con una mirada abierta que le cuesta dolores de cabeza en la política interna del Vaticano, puntualizó que más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna. Estas palabras suenan dulces para recrear una sociedad más armónica pero es preciso admitir que no es nada fácil. La Argentina actual está partida medida por una grieta apocalíptica con extremos complejos que parecen buscar imponer sus formas de pensar y hacer sin darle la oportunidad al diálogo para edificar consensos. Por tanto, no pocos argentinos debieran leer con alta concentración lo que transmite el Papa argentino y tratar de obrar en línea con el mensaje.
El Santo Padre instó a buscar juntos las soluciones, iniciar procesos de transformación sin miedo y mira hacia el futuro con esperanza. La frase y la intención aplica como un anillo a medida de un dedo para la Argentina de estos tiempos donde no se advierte un sincero interés de tender puentes sino que prevalece la idea de marcar las diferencias. El Papa cursó, en su mensaje, una invitación a cada uno a ser protagonista de esta alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios. Según explica, cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos y para ello se requiere construir una ‘aldea de la educación’ donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas.
De acuerdo al discurso, enfático por un lado pero reflexivo por el otro, Francisco indicó que en una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias. Y volvió a incorporar en su mensaje la cuestión del cambio climático y la necesidad de cuidar el planeta. En este sentido, subrayó que se debe establecer una alianza entre los habitantes de la Tierra y la Casa común, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones. En esta última frase contempla dos problemáticas globales sin solución por estos días, la de los migrantes y el terrorismo que se desata en una supuesta guerra de la fe.
Asimismo, la máxima autoridad del Vaticano puntualizó que para alcanzar estos objetivos globales, el camino común de la ‘aldea de la educación’ debe llevar a dar pasos importantes. En primer lugar, tener la valentía de colocar a la persona en el centro, para lo cual se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. En segundo lugar, tener la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad, porque la acción propositiva y confiada abre la educación hacia una planificación a largo plazo que no se detenga en lo estático de las condiciones. De este modo tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo, recordó el Papa.
De este modo, Francisco propuso un nuevo pacto educativo global en el que se ponga el acento en el cuidado del medioambiente y la solidaridad universal. Un desafío necesario y hasta obligado.