Editorial

Un mundo en peligro

Es cierto que ya hubo voces que trataron de aportar calma desestimando la posibilidad de una tercera guerra mundial, como muchos habían advertido como muy firme posibilidad, consecuencia del serio agravamiento del conflicto entre Estados Unidos e Irán, luego de la muerte violenta del general Quasem Soleimani ocurrida durante un ataque estadounidense, y la respuesta inicial del lanzamiento de misiles sobre bases militares estadounidenses en Irak.

A tal escenario, de por si muy grave, como suele suceder siempre, se sumaron presurosos otros países que pretenden obtener réditos propios del conflicto, pero aún más que eso, causarle mayores perjuicios a sus enemigos.

Buena parte del mundo islámico se alineó junto a Irán, país que desde un primer momento anunció que tomará represalias -además del ya consignado lanzamiento misilístico-, pues también Corea del Norte, con su sanguinario conductor Kim Jung Un al frente reavivó sus eternas disputas con Estados Unidos, y especialmente con Donald Trump.

Un riesgo enorme pues excede la posibilidad del atentado terrorista con el cual amenazan los iraníes, ya que los norcoreanos disponen de armamento nuclear, el cual si bien está lejos del poderío norteamericano, tiene en cambio la chance de alcanzar objetivos a muy larga distancia.

Es que un ataque nuclear y su réplica, es de imprevisibles consecuencias, que en realidad nadie está en condiciones de dimensionar con precisión, pero con coincidencia generalizada respecto al enorme daño que provocaría en el planeta, quedando muy pocos lugares a resguardo.

Más allá de esta alternativa tan descabellada, lo en cambio más probable son los atentados terroristas con los que Irán buscará ampliar la venganza por la muerte de Soleimani, ya que si bien el foco está puesto en Estados Unidos, puede llegar a producirse en cualquier sitio donde haya intereses estadounidenses, o bien de sus aliados.

El terrorismo cuenta siempre a su favor el factor sorpresa, no siendo necesario recordar cómo se produjeron algunos de esos episodios más importantes en años recientes, siendo poco menos que inevitables, ya que las organismos de inteligencia carecen de chances concretas para anticiparlos.

Lo cierto es que hoy, como ha sucedido tantas otras veces, el mundo está en peligro, real y concreto, a la vista de todos. Merced a decisiones de líderes que tienen en su poder el apretar el botón rojo, pero que no ofrecen las mínimas condiciones de serenidad como para hacer prevalecer la paz por sobre la guerra.

Irán anticipó que devolverá el ataque -aún más allá de la respuesta inicial-, Estados Unidos ya respondió que está dispuesto a borrarlo del mapa, mientras Corea del Norte acecha para sumarse a la disputa. Un escenario temible.

Mientras tanto, el resto del mundo, que será afectado en casi su totalidad en caso de una conflagración de estas características, asiste impotente a la confrontación entre estos sectores. Es decir, por un lado la mayor potencia militar del planeta bajo el mando de alguien como Trump que no ofrece ninguna clase de seguridad ni garantía sobre sus decisiones, y por el otro a Irán con el alineamiento de otras comunidades de Medio Oriente, cuyo fundamentalismo va más allá de los dictados de sus propios gobiernos.

Es que allí prevalece el terrorismo, sustentado en ciertas organizaciones como el Hezbollá -entre otras-, que se intentó aquí en la Argentina, ya con el nuevo gobierno, excluirla de esos listados.

Se viven días de enorme tensión en todo el planeta, pues como se señala, el accionar siempre viene de mano de la sorpresa, tanto en fecha, tiempo y lugar, por lo cual nadie puede considerarse exceptuado de la posibilidad.

Desde la distancia, confiemos en que finalmente prevalezca la cordura, y que tal vez sería buen momento para que el desarme nuclear se ponga en marcha en forma seria y responsable. Ya demasiado daño le hemos causado al planeta. Ahora está en juego la humanidad misma.

Mientras sigan en pie de guerra Estados Unidos e Irán, la seguridad mundial continuará amenazada. No es una apreciación descabellada. Simplemente, responde a los últimos sucesos ocurridos en Medio Oriente, que por ahora están circunscriptos a esa región, pero que podrían extenderse si aumenta la beligerancia entre dos naciones que ya fueron protagonistas de similares contiendas y que siguen mostrándose tan sensibles como amenazantes. Los dos países no se cansan de hacer alarde de su potencial bélico, que por ahora, felizmente, no tuvo un despliegue significativo, al menos si nos remitimos a lo expresado por los altos mandos estadounidenses e iraníes.  

Autor: REDACCION

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