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Un matrimonio que ni el coronavirus pudo vencer

Por Susana Ceballos


El 12 de marzo, Tom Hanks sorprendió en sus redes con un mensaje: “Hola, gente. Rita y yo estamos aquí en Australia. Nos sentíamos un poco cansados, como si estuviéramos resfriados y con algunos dolores en el cuerpo. Rita tenía escalofríos que iban y venían. Fiebres leves también", anunció el actor en sus redes sociales. "Para hacerlo bien, como necesitamos ahora mismo en el mundo, nos hicieron la prueba del coronavirus y hemos dado positivo. Bueno, y ahora ¿qué hay que hacer? Las autoridades médicas tienen protocolos que hay que seguir. A los Hanks nos van a hacer pruebas, observar y aislar durante el tiempo que sea necesario por ley y por seguridad. No hay mucho más que hacer que tomárselo día a día, ¿no? Mantendremos al mundo informado. ¡Cuídense! Sin eufemismos, pero sin alarmar, el protagonista de Forrest Gump confirmaba que él y su esposa habían contraído la enfermedad que atemoriza al mundo. Al conocer la noticia más de uno debe haber pensado “parece grave, pero ese matrimonio ya mostró que es indestructible”. Razones no faltan.

Como tantos actores Tom y Rita se conocieron en un set de filmación. Él no era una megaestrella pero algunos indicios mostraban que iba camino a serlo. Ella era una actriz que todavía no brillaba pero contaba con “luz propia”. La primera vez que se vieron fue en 1980, en las grabaciones de la serie Bossom Budies que contaba las desventuras de dos publicistas que se disfrazaban de mujeres para que los dejaran vivir en un departamento. Hanks era uno de los protagonistas y Rita, una de las actrices invitadas. La atracción entre ellos fue inmediata. El se divertía mucho escuchando sus historias familiares. Rita en realidad se llamaba Margarita Ibrahimoff. Su padre era un musulmán que nació en Grecia pero vivió en Bulgaria y Turquía y su madre una simpática griega que creció en un pequeño poblado en la frontera con Albania. La familia emigró a Estados Unidos y cambió su apellido de “Ibrahimoff” a "Wilson”. No se inspiraron en un prócer ni tampoco en un gran amigo, simplemente les gustó el nombre de una calle en el sur de California. Muchos años después Wilson no solo sería el apellido de su mujer, también la pelota convertida en su amigo imaginario en Náufrago.

Pero volvamos al romance. Aunque el flechazo entre ambos era evidente, los dos intentaron frenarlo. No había diferencias culturales, sociales ni siquiera de edad ya que tenían la misma. Ella no era una mujer de las catalogadas como “come billetera” ni él un hombre que adhería al “toco y me voy” y mucho menos con fama de “seductor serial”. Entonces ¿Qué impedía ese amor? A Rita un esposo no la esperaba en su casa, pero a Hanks lo esperaba una esposa y un hijo. Al cumplir los 22, el actor se casó con Samanta Lewes, una amiga cuatro años mayor. Un año antes de la boda nació su primogénito, Colin. De hecho durante ese año, el bebé estuvo anotados con el apellido de su madre.

Samanta también era actriz, incluso como Rita participó en algunos episodios de Bossom. Si alguien le advirtió de la química que existía entre su marido y Wilson nunca se supo ya que siempre fue una mujer que hizo de su intimidad una fortaleza. En 1982, Tom y Samanta fueron papás de Elisabeth.

Tres años después, Tom ya comenzaba a ser tenido en cuenta por los directores de comedias. A un año de cumplir los 30 había protagonizado Amigos del alma, Despedida de soltero y su primer gran éxito, Splash. La fama y el éxito profesional parecía que habían llegado para quedarse en su vida.

Nicholas Mayer lo convocó para protagonizar Voluntarios una comedia sobre un joven millonario malcriado. Preguntó quiénes lo acompañarían y le respondieron que su coprotagonista sería John Candy. Pero cuando le dijeron quién sería su coestrella femenina su corazón se sobresaltó: Rita Wilson.

Los actores se volvieron a encontrar y ya más que química lo que se notaba era directamente una fábrica de hormonas y una atracción nivel imparable. Hanks juntó coraje, asumió lo que sentía y enfrentó lo que implicaba: el divorcio. Pero después de crecer en un hogar roto (su padre se volvió a casar dos veces; su madre, tres veces), que sus hijos pasaran por esa experiencia lo paralizaba. Si Samanta lloró de impotencia, si gritó o insultó; si Tom la abrazó, le pidió perdón o simplemente se quedó sin palabras no trascendió. Samanta jamás habló mal de su ahora ex, nunca entregó reportajes exclusivos para contar su dolor o expresar su furia. Digna en su desamor, quizá comprendió que nada se puede hacer cuando tu pareja te quiere pero ama a otra.

Por respeto, por el amor que sintió y por los hijos que tenían juntos, Tom también hizo de su divorcio algo íntimo. Las pocas veces que habló de esa etapa de su vida fue para admitir que no estaba orgulloso de haberse enamorado de otra mujer mientras estaba comprometido, pero que también lo que sentía por Rita era incontenible. Admitió que haberse casado tan joven también fue un factor en contra. "No estaba realmente listo para asumir esas responsabilidades".

La pareja se casó el 30 de abril de 1988. Tom que era católico, se hizo ortodoxo como su futura esposa. Viendo las fotos de ese momento lo que más impresiona no son los looks ochentosos sino la cara de felicidad genuina de la pareja. No son dos famosos casándose sino una mujer y un hombre felices y enamorados.

Desde entonces la pareja se muestra unida, comprometida y enamorada y eso que problemas no faltaron. Desde que están juntos la carrera de Hanks alcanzó nivel de megaestrella, es uno de los 10 actores mejor pagos de Hollywood y crítica y público lo aman. Por su parte, Rita lejos de convertirse en sombra siempre fue par de su marido. Tom le había dicho “Solo quiero que sepas que nunca tenés que cambiar nada acerca de quién sos para estar conmigo” y cumplió. Rita pareció en películas como La hoguera de las vanidades y Novia fugitiva y hasta hizo de amiga de su marido en la película Sintonía de amor donde él era un viudo triste y querible. También desarrolló una interesante carrera como productora. Unió sus recuerdos de familia a un buen guión y produjo Mi gran casamiento griego.

Pero si en la vida laboral de los Hanks la palabra “fracaso” o “dificultad” parece inexistente. En la familiar debieron enfrentar varias pruebas. Padres de Chester Marlon y Truman Theodore, los hijos se criaron con todos los privilegios que da la fama, el éxito y las cuentas millonarias. Pero también con lo difícil que es lograr una identidad cuando todos te conocen como el “hijo de”.

Chet intentó desarrollar una carrera como músico y actor, pero sin grandes logros. En 2014, comenzó a dar notas hablando sobre su adicción a las drogas y exponiendo su alegría por estar en rehabilitación. Admitió que “Aspiré tanta coca que se me bloqueó la nariz”. En 2015 se lo creyó desaparecido y el vocero oficial de su familia salió a desmentirlo, se decía que había sido secuestrado o internado de gravedad. En abril de 2016 convirtió a sus padres en abuelos cuando producto de una relación pasajera tuvo una hija. Pese a la alocada vida de su primogénito, Rita y Tom nunca lo denostaron “Como padre, amas a tus hijos incondicionalmente. Los apoyas en cada paso del camino”.

La salud también puso a prueba al matrimonio. A los 36 años, a Hanks le diagnosticaron diabetes del tipo 2. Su mujer se convirtió en el principal sostén. “Para que la diabetes pueda complicarle la vida a mi marido. Hemos anulado por completo el consumo de azúcar y salimos todos los días a correr unos minutos por el barrio, aunque a veces preferimos ir a la montaña a hacer senderismo. Las recomendaciones médicas que él ha recibido me las aplico a mi vida diaria, porque en esta aventura siempre estaremos juntos», declaró Rita a la revista People.

En 2014, enfrentaron juntos un sufrimiento mucho más duro. A Rita le detectaron un cáncer de mama. Se sometió a una mastectomía que como contó en sus redes atravesó “con mi marido a mi lado, el amor de mi familia y el apoyo de mis amigos”. Tiempo después ella contó que la reacción de su marido la enamoró aún más. “Nunca se sabe cómo va a reaccionar tu cónyuge en una situación como esta”, dijo y siguió "Estaba tan asombrado, tan impresionado por el cuidado que me dio mi esposo.¿Quién sabía que esto nos uniría todavía más?”

Siempre juntos, apoyándose en todos, los Hanks parecían indestructibles, sin embargo al año de celebrar las bodas de plata, el matrimonio vivió una crisis. Rita se quedó en la mansión de Pacific Palisades y el protagonista de Náufrago en la casa de un amigo en Malibú. La vida en común transformada en rutina y la partida de los hijos los afectó como pareja y decidieron separarse. Pero lejos de saltar del bote decidieron remarla juntos. Hubo cenas románticas y jornadas de juegos acuáticos, de esas que propician la risa y no el reproche.

Tom suele hablar más de sus personajes que de su mujer. Pero en el programa de Oprah se refirió a Rita y conmovió "Veo a mi esposa como mi amante y tenemos un vínculo que va más allá de palabras como esposa, novia o madre". Ante la escucha atenta de la conductora remarcó que pudo construir su personaje en Filadelfia por su relación con ella. “La forma en que mi personaje sentía con respecto a su amante es lo mismo que yo siento con respecto a mi mujer Lo mismo sucedió cuando interpreté a Forrest Gump, y su amor por Jenny. Sin mi conexión con Rita, no sé cómo lo haría”. En otra entrevista aseguró que quizá fue mágico el encuentro con su mujer, pero su relación no. “A veces convivir el uno con el otro puede ser un infierno, pero prevalece la certeza que pase lo que pase y estando juntos, siempre lo superaremos. Ella me enseña lo que es el amor todos los días”.

Según Tom, la fórmula para un buen matrimonio no es tan compleja. Casarse después de los 30, dejarse notitas en la cocina deseándose un buen día, enviar fotos graciosas o de lo que estás haciendo, reír cada vez más, pelear cada vez menos y sobre todo comprometerse con la persona indicada. Parece que cumpliendo esas consignas ni siquiera el coronavirus se anima a molestarte.




Autor: REDACCION

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