Cómo surge “La valija de Benavídez”
Cuando estreno mi primer espectáculo en teatro como director que fue una versión de “El bebé de Rosemary”, la película de Roman Polanski, rondando por el género, siempre estoy ahí, porque mis primeros dos espectáculos fueron de terror y suspenso. Ahí conozco a Laura Casabé que es mi socia, directora de cine que estaba estrenando su ópera prima. Mi teatro tiene bastante de cinematográfico, su cine tiene bastante de teatral, y ahí me dijo ¿por qué no hacemos algo juntos? Escribimos un corto “La vuelta del malón” que estrenamos en dos mil diez, y nos fue bien, paseó por muchos festivales, ganó premios. Mientras estábamos filmando, Laura lee en el libro “El núcleo del disturbio” de Samanta Schweblin el cuento “La pesada valija del señor Benavídez” y me lo enseña, y me propone escribir el largometraje, y ahí empezamos. Lo filmamos en el dos mil quince y lo estrenamos en el dos mil diecisiete. Es una versión libre de ese cuento que es muy cortito, y el guión es un largometraje así que le dimos, ahí, mucha letra y tiene como el espíritu del cuento pero el guión es nuestro. Recibimos para eso el apoyo del Incaa. Dirige Laura y yo la asisto.
Qué sucedió con la película
Nos fue bien. Estuvo siete semanas en cartel, lo cual es un montón, sobre todo para una película argentina de bajo presupuesto. Tuvimos la suerte que un elenco bestial como Norma Aleandro, Jorge Marrale y Guillermo Pfening aceptaran sumarse al proyecto por un cachet que ninguno de ellos cobra habitualmente porque no podíamos pagarlo, pero les gustó mucho el guión, sobre todo Norma. Ella tuvo el mayor gesto de toda la producción de la película que es aceptar el trabajo. La película tiene un color bastante particular, si no original, que es un thriller fantástico de aventuras, un poco de ciencia ficción, medio terror, mucho de comedia negra hay. Y a Norma le gustó mucho el guión y aceptó. Y nosotros ahí tuvimos que hacer una película a la altura de estos actores, y estrenamos con más de veinte salas con doce mil espectadores que para una película de segunda vía, de bajo presupuesto es un montón, y muchos festivales, sobre todo para nosotros que pudimos viajar y acompañamos la película. Se estrenó en Bruselas, en Cannes, en Londres, en España, en Ecuador, en México. En todos los lugares nos fue bien.
Lo que me acercó al cine de terror
Bastante particular lo que a mí me lleva a hacer cine o teatro de género, es que de chico veía cine de todo tipo, no particularmente cinéfilo de terror. Pero cuando quise estrenar mi primera obra sí me dieron ganas de experimentar. Es increíble pero el teatro me acercó al cine de terror porque cuando tenía ganas de dirigir teatro, quería generar un proyecto, fue en mi último año de la carrera de actor, en la cátedra de producción, y pensando, ahí me dieron ganas de experimentar el terror pero en teatro.
La obra de Narciso Ibáñez Menta
No me llega en ese momento, pero después de grande me acerco a la obra de Narciso. El teatro me lleva al cine de terror, pensando en ese género que el teatro lo tenía poco explorado. Polanski es un director que siempre me gustó mucho. Tomé “El bebé de Rosemary” su película que me resultó bastante teatral y me parecía que el teatro podía resolver y contar esa historia con un aporte como el de esa película que está parada exclusivamente en la mirada de la protagonista que es Mia Farrow en la película. Y es algo que a mí siempre me interesaba mucho, porque como espectador iba siempre sobre la mirada del personaje principal y te enterabas con ella de todo lo que sucedía hasta el final. Eso me resultaba muy interesante. Lo trasladé al teatro, salió bien y a la gente le gustó. Sucedía en una sala muy chiquitita y me resultaba fascinante cómo reaccionaba el público gritando y riendo. Después hice una versión de un cuento de Conan Doyle en teatro. Y después con Laura Casabé escribimos y dirigimos “Los muros” y ahí dejamos el terror y fuimos a la ciencia ficción.
Lo que queda por hacer en lo inmediato
En cine estamos escribiendo y terminando una versión avanzada del guión que se llama “Malón” que es una historia que sucede pos Conquista del Desierto en la pampa argentina de fines del siglo diecinueve, que es la versión largometraje del corto que hicimos en dos mil diez. Una historia de estancieros e indígenas sublevados un poco por los blancos, luego de la Campaña del Desierto, son los indios asesinados en ese acontecimiento, que vuelven hechos zombies a vengarse.
Con qué argumento histórico de la conquista
Varias cosas. Es una historia que empezamos con “Una excursión a los indios ranqueles” y después César Aira tiene algunos libros como “La liebre” que cuenta el mundillo de los indios de esa época, Dalmiro Sáenz en su libro “Malón blanco” que nos ayudó mucho, nos inspiró. Las redes sociales también. Leí libros que tocan especialmente brujería, hechicería, en Latinoamérica del siglo diecinueve, porque estamos creando, un poco inventando un universo mágico alrededor del imaginario de los aborígenes. Siendo además, occidentales, blancos, hijos de Julio Argentino Roca, y estamos todo el tiempo cuestionándonos esa mirada que traemos porque es inherente a nosotros, no podemos pensarnos aborígenes porque no lo somos. Y cuestionándonos siempre al enano fascista que este tipo de historia nos evidencia, entonces tratar de reflexionarnos a nosotros mismos. Es muy interesante. Hace muchos años que estamos con este guión pero nos cuestiona a nosotros mismos. Y después estreno de “La fraccionadora” la obra de Rocío Carrillo que es una comedia negra en teatro. Y algunos proyectos en teatro, como el de una obra que estoy escribiendo que transcurre en la ruta del desierto y tengo ganas de versionar nuevamente una película de terror de un director estadounidense joven contemporáneo que se llama “Soy un fantasma”, y al director le gustó la idea.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Lisandro Bera