Suplemento Economía

Un euro alto, un euro bajo: el tipo de cambio y su significado

Cuando se introdujo el euro a principios de 2002, éste apenas valía un dólar estadounidense. Más tarde emprendió la subida constante. En 2008, la moneda única europea alcanzaba su punto de máxima cotización en los 1,47 dólares. Después inició la caída. Pero aún así se mantuvo cara: en 2011, el euro siguió costando una media de 1,39 dólares.


El euro cumple 10 años en 2012.


¿A qué se deben estas alteraciones? Los economistas no ofrecen una sola respuesta a la pregunta, sino toda una serie de teorías. De acuerdo están, sin embargo, en que las variaciones en el tipo de cambio de una moneda otorgan un reflejo de las relaciones comerciales.

Simplificándolo mucho: si los europeos venden a Estados Unidos más productos de los que desde allí importan, sube el euro. La razón es que a las empresas europeas se les paga en euros, bien directamente o bien porque éstas cambian los dólares obtenidos por su monto equivalente en la moneda propia. Esto hace que en el mercado internacional de divisas se vendan dólares y se compren euros, aumentando el precio de los últimos.


¿Bueno o malo?


En 2008, cuando la moneda única se encontraba especialmente alta, los países de la eurozona empezaron a temer por la competitividad de su industria. Cuanto más sube el euro con respecto al dólar, más se encarecen los productos propios en el mercado internacional. Y eso no es bueno para la exportación.

Siguiendo este principio, el que euro haya perdido ahora valor debería favorecer a las ventas europeas. Pero no todos los países de la zona euro se benefician igualmente de esto. Alemania, por ejemplo, importa en dólares más de lo que exporta en moneda norteamericana. Muchas materias primas se comercian en dólares, aun cuando no proceden de Estados Unidos. Con un euro débil cuesta más comprar crudo, incluso si el precio del barril se mantiene estable.


Intereses y confianza


El euro pierde valor ante la incertidumbre que rodea a Italia, España y también a Grecia.

Junto a las importaciones y las exportaciones, influye en el tipo de cambio la tasa de interés. Los inversores depositan su dinero allí donde obtienen mayores rendimientos. La tasa de interés en la zona euro se sitúa actualmente en el 1%. En Estados Unidos es todavía menor: varía entre el 0 y el 0,25%.

Aún más ofrecen algunos bonos estatales europeos. Italia tuvo que pagar en la última refinanciación de su deuda casi un 7% para poder colocar sus papeles. La crisis en la eurozona genera desconfianza. Los altos intereses son golosos, pero se corre el riesgo de perder todo el dinero si por imposibilidad de pago la deuda llegara a cancelarse. Se van los inversores con sus fondos a otra parte, baja la demanda de euros y con ello su valor.


Miedo a que la situación empeore


Esta semana, Italia y España han de conseguir liquidez. Si lograrán hacerlo a un precio aceptable es la gran incógnita. A los problemas de estos países se suma el ya eterno conflicto griego. El futuro de los helénicos sigue siendo incierto y el Fondo Monetario Internacional ha manifestado ya sus dudas acerca de las opciones de éxito de los planes de saneamiento. También esto intranquiliza a los mercados.

Aunque hay expertos que aseguran que será duro, pero Europa saldrá reforzada de esta crisis, tal es la importancia que actualmente se le concede a la seguridad que Alemania recibió esta semana dinero por sus bonos, en lugar de tener que pagar por ellos.

Autor: Andreas Becker/ Luna Bolívar. Editor: Pablo Kummetz (Alemania)

Autor: Redacción

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