El turismo de los fines de semana largos ¿es un síntoma valedero para medir la situación social y económica? Es evidente que tiene aspectos favorables y otros no tanto para establecer ciertos parámetros con la realidad, aunque todos los gobiernos los utilizaron para refutar críticas o ayudar a capear momentos de inestabilidad. Sin profundizar demasiado, quienes destacan la validez del aprovechamiento turístico de estos lapsos de interrupción laboral, simplemente argumentan "y después dicen que todo está mal"; aunque esa simplicidad puede ser fuertemente refutada que quienes viajan y gastan esos fines de semana con una porción minoritaria de la población, que igualmente aprovecha sean tiempos buenos, regulares o malos.
El planteo viene en razón del reciente fin de semana extra largo que incluyó Semana Santa y el agregado del Día de los Caídos y Veteranos de Malvinas, completando cinco jornadas que fueron aprovechadas por 2,4 millones de viajeros que hicieron turismo por diversos lugares de la Argentina, tomando como centro preferidos la costa bonaerense, el litoral y las serranías cordobesas, tal el informe oficial del Ministerio de Turismo y también de algunos otros organismos privados, como la Confederación Argentina de la Mediana Empresa.
Si un título pomposo faltaba fue el de "mejor fin de semana largo de la historia", de lo cual el gobierno trata de sacar el correspondiente provecho. Además, también se supo por parte de la CAME que esos casi dos millones y medio de personas que disfrutaron del turismo, realizaron un gasto conjunto de 7.567 millones de pesos, una cantidad realmente impresionante, en tanto que el promedio de estadía fue de 3,6 días por persona con un promedio de desembolso diario de 865 pesos, cuando el año pasado para este mismo fin de semana había sido de 695 pesos, aunque dentro de esta clase de cómputos y comparaciones debe tenerse en cuenta el efecto inflacionario, salvedad a considerar. Aunque, de todos modos, este año viajaron a los centros turísticos 6,6% más de personas que en 2017.
Aunque si bien referimos el efecto inflacionario para llegar a los 7.567 millones de pesos gastados en esos 5 días, algo que se debe considerar es que esta vez hubo un día más que el año anterior cuando la suma final de los gastado fue de 5.071 millones. La mayor extensión de tiempo tal vez haya provocado un incentivo a viajar, y también a incrementar sus gastos, ya que los comercios de todos los centros de turismo aumentaron sus ventas un 3,6% medido con el año anterior, teniendo esto último un impacto muy favorable en virtud que el nivel de ventas venía estancado y en retroceso, por lo cual esta señal de reactivación fue muy bien recibida.
Entrando más en detalle sobre los destinos elegidos por los 2,4 millones de turistas, de acuerdo con el informe proporcionado por área oficial de turismo, toda la costa atlántica bonaerense volvió a encabezar las preferencias, con epicentro en Mar del Plata, especialmente por parte de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, al punto que 4 de cada 10 viajeros optaron por ese destino, con un dato contundente de la masividad que hubo en la autovía 2 entre Buenos Aires y Mar del Plata, que para cubrir sus 400 kilómetros hubo demoras de hasta 11 horas de viaje en algunos momentos picos determinados.
Otra de las regiones elegidas fue la del Litoral, donde se calificó la actividad como un verdadero boom turístico e inigualable, mientras que también todas las Sierras de Córdoba volvieron a ejercer una convocatoria enorme, como es habitual que suceda, siendo también imanes importantes Entre Ríos, Salta, Iguazú, Bariloche y varios de los principales centros termales que se diseminan por la geografía nacional.
Nuestra provincia de Santa Fe en tanto, y también por el informe de CAME, tuvo un alojamiento del 90% destacándose la ciudad de Rosario como suele acontecer, pero por sobre todo centralizaron el interés las localidades costeras sobre el río Paraná, las que son cada vez más visitadas, ofreciendo una variedad de atractivos entre los cuales sobresale la pesca, la navegación por todo el abanico de ríos y arroyos, y la excelente gastronomía.