Editorial

Trump y las armas

Una decisión que define a la perfección el pensamiento del presidente estadounidense Donald Trump fue conocida recientemente, al anunciar la mayor inversión en el presupuesto militar del país de los últimos diez años, como no sucedía desde la presidencia de George W. Bush -otro republicano y de pensamientos bastante parecidos al actual mandatario-. Es que les anunció a los gobernadores que se destinarán 54.000 millones de dólares adicionales a lo ya previsto para gastos de defensa, en el presupuesto de 2018. Pero tal vez lo más llamativo es que también anticipó de donde saldrán esos recursos, en su mayoría recortando programas de preservación del medio ambiente.

Lo dicho, pinta de cuerpo entero el pensamiento y la actitud de Trump, quien por otra parte ya lo dejó bien claro con sólo los dos primeros meses de gestión, donde lo más impresionante a modo de ejemplo de su pensamiento retrógrado es el muro que piensa levantar en los 3.200 kilómetros de frontera con México, además de las restricciones impuestas a los países musulmanes.

Es que debe recordarse que Estados Unidos, junto a China en parecida dimensión, es el mayor contaminante del planeta, y por lo tanto gran responsable de la enorme grieta en la capa de ozono que protege -aunque ahora cabe decir protegía- a la tierra de los rayos ultravioletas del sol, causantes del recalentamiento global que tantos e irreparables daños ha venido provocando en el planeta, como por ejemplo el deshielo de los casquetes polares, la elevación del nivel de los mares, la alteración de la fauna y flora de muchas grandes regiones -con extinción de cientos de miles de especies vivas-, con consecuencias directas que afronta la población mundial.

Pues bien, Trump prefiere destinar el dinero al armamentismo en desmedro de programas de protección del medio ambiente, quedando claro de manera precisa y categórica, hacia dónde puede apuntar el destino del planeta y la raza humana con líderes de estas características, que lamentablemente son muchos.

Pero si falta algo muy preciso en la dirección apuntada, es que durante el anuncio de esta decisión el jefe de la Casa Blanca sostuvo además ante los gobernadores presentes "es necesario que Estados Unidos comience a ganar guerras de nuevo", para ampliar el concepto al sostener ante la aludida audiencia "antes decíamos que Estados Unidos jamás perdía una guerra, ahora no ganamos ninguna. Es inaceptable". Contundentes definiciones hacia donde se dirige la mayor potencia mundial en esta nueva escalada guiada por Trump, retomando de tal manera el uso de la fuerza como forma de inducción y predominio sobre el resto de buena parte del mundo.

En 2018 el país del Norte contará con 9,2% más de recursos que en el presente año, lo cual lo mantendrá encabezando el ranking de mayores presupuestos destinados a defensa, según las informaciones últimas conocidas que datan de 2015 y corresponden al Instituto Internacional de Estocolmo para Investigaciones por la Paz, quien da cuenta que Estados Unidos gastó hace dos años 596.000 millones de dólares -suma equivalente al PBI de la Argentina-, quedando luego en este orden China, Reino Unido, Francia, Rusia y Alemania.

Repasando algunas de las sumas más importantes destinadas por ese país a su presupuesto militar, la anterior escalada había sido durante el último año de la presidencia de Bush (h) en 2008 con el 11,3% -superior en más de 2 puntos al actual 9,2%-, aunque notoriamente inferior al alza del 25,9% de 2003 cuando se lanzó la invasión a Irak de Saddam Hussein y paralelamente se llevaba adelante una guerra contra los talibanes en Afganistán, por segundo año consecutivo.

Algo realmente curioso, además típico de la personalidad de esta clase de personajes que disponiendo de un poder ilimitado suelen decir una cosa y actuar en contrario, fue que durante su exposición para justificar el mayor armamentismo de los Estados Unidos, Trump sostuvo que "soy el primero que quiere ver al mundo sin armas", pero a la vez dijo "Estados Unidos no puede quedarse atrás de ningún otro país", ya que "tenemos que quedarnos al frente de la manada". Extraña forma sin dudas de sostener sus palabras de querer ver un mundo desarmado. 



Autor: Redacción

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