Editorial

Tránsito transgresor

Muchísimas veces nos hemos preguntado, desde esta misma sección editorial, respecto de las razones por las cuales el tránsito es tan desordenado en nuestra ciudad, aunque ello no constituya una excepción, pues es de esa manera en casi toda la Argentina. Las causas tienen un origen: la cantidad de vehículos ha crecido notablemente, desbordando los escenarios, es decir, las calles, avenidas y carreteras, que poco más poco menos -salvo unas pocas excepciones, que justamente por eso lo son- siguen siendo las mismas que cuando la circulación era muy escasa. Eso es cierto, y deben agregarse además muchas otras razones por las que el tránsito es tan desprolijo y desbordado por las situaciones anormales, de las cuales existe un único sector responsable: el de los conductores.

Veamos lo que sucede en Rafaela, que en realidad es lo que concentra nuestra preocupación, pues se trata del ámbito donde vivimos, donde compartimos con nuestras familias, amigos y conocidos. Sintetizando, una preocupación que va mucho más allá de lo individual, proyectándose hacia lo colectivo, que es justamente hacia dónde orientarse todas las búsquedas de soluciones. El año pasado se realizaron por parte de Control Público municipal nada menos que 15.424 infracciones de tránsito, lo cual constituye un altísimo número, que se amplía aún más si consideramos que esas anormalidades fueron las comprobadas, ya que deben existir otro tanto, o posiblemente más, de aquellas que no son advertidas por los agentes encargados de controlar el tránsito, quienes por otra parte no cubren todo el horario con presencia masiva, ni tampoco todo el radio urbano, que es inmenso para solamente 25 numerarios destinados a esa tarea.

Inevitablemente debe caerse en la conclusión, que la solución debe partir de los propios conductores, es decir, nosotros mismos. Y recién entonces reclamar por todo lo demás, mayor control, operativos sostenidos, prevención y estricta aplicación de sanciones, mejoramiento del escenario con semaforización, buena y visible señalización, facilidades de estacionamiento, además de todo aquello que pueda agregarse a estas puntualizaciones como factor de contribución para la mejoría del ordenamiento del tránsito.

Es verdad que quienes observan el cumplimiento de las normas de tránsito son mayoría, pero es suficiente que haya un determinado porcentaje de transgresores, para que el tránsito se convierta en una situación que a veces se torna insostenible. Es que las consecuencias de una infracción las padecen muchos otros conductores, y también los peatones, como por caso cuando se produce el estacionamiento en doble fila -algo muy habitual y que ocurre  en casi toda la zona del centro-, cuando se supera la línea de otro vehículo por el lugar indebido, ni hablar al no respetarse las luces de los semáforos, o los excesos de velocidad, entre otras.

Toda clase a infracción contribuye a la alteración de lo que debe ser la normalidad del tránsito, y como tal debe procederse, pero es verdad que existen ciertas transgresiones que son mucho más peligrosas que otras, pues ponen en juego la vida, como lo es el no respetar las indicaciones de los semáforos y los excesos de velocidad. Que aún dentro de la gravedad que significan, son infracciones muy habituales. Para esos casos debe aplicarse la máxima severidad que permiten las legislaciones, pues quienes transgreden de esa manera, no sólo tienen falta de consideración por sus propias vidas, sino también por las de sus semejantes.

Con la asunción de las nuevas autoridades municipales, encabezadas por el intendente Luis Castellano, se pusieron en marcha operativos de control y prevención de tránsito, los que se cumplen diariamente y están destinados al uso del cinturón de seguridad los automovilistas, y del casco los motociclistas. En este último caso, quien sea sorprendido sin casco, es invitado a dejar la moto en el lugar, ir a su domicilio a buscar el casco y poder de tal manera reanudar su marcha. Claro que este sistema continuará sólo hasta el 20 de febrero, en que se terminará la prevención y educación, para entonces comenzar con la aplicación de sanciones por ambas infracciones.

Lo interesante del caso, es que la metodología impuesta tendrá continuidad, es decir, sin alteraciones como sucedió otras veces, en que no se tuvo el éxito esperado consecuencia de la distensión que provoca la falta de insistencia. Esta vez, no quedará otra alternativa que hacerse de casco los motociclistas y usar el cinturón los automovilistas, siendo un buen comienzo para luego reforzar todo el resto que hace al conjunto del tránsito. Una tarea amplia y ardua por delante.

Autor: Redacción

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