Editorial

Tránsito complicado

El tránsito y todas sus serias complicaciones, es un problema que se ha generalizado en todas las ciudades del país, en el caso de referirnos a la actividad urbana, ampliándose también a todas las carreteras al punto de ser la Argentina uno de los países con mayor cantidad de víctimas fatales por causa de accidentes. Un dato a tener en cuenta es el enorme crecimiento que ha tenido, y sigue teniendo, el parque automotor, el cual en 1966 estaba conformado por 1.780.000 vehículos, pasando sólo 20 años después en 1986 a 5.800.000, para llegar en 2010 a 9.400.000 unidades circulando por las calles y rutas del país. Hoy, se estima que ya se ha sobrepasado la barrera de los diez millones de automotores.

En el caso concreto de las ciudades, se debe agregar la muy fuerte participación que tienen las motocicletas y ciclomotores, convertidas en factores de riesgo y permanente alteración del sentido normal que debe tener la circulación. Aunque, debe decirse, que esa sostenida transgresión que incluye andar a altas velocidades, adelantarse indistintamente por cualquier costado, estacionar en doble fila, en ochavas o en lugares no permitidos, no respetar las indicaciones de los semáforos, todo lo cual termina conformando un peligroso cóctel ante el cual se encuentran expuestos absolutamente todos, los conductores y los peatones, para quienes es también toda una aventura el poder cruzar algunas arterias.

Rafaela no es la excepción, e incluso por su alta densidad de vehículos los problemas suelen ser aún mayores que en algunos otros centros urbanos de características similares. Es que, con 100.000 habitantes el contar con unos 72.000 vehículos, entre motos y automotores de todo tipo, conforma una perspectiva realmente problemática, pues el escenario en que se circula, al menos en toda la zona céntrica que es donde suelen darse las aglomeraciones en especial durante los considerados horarios pico, continúa siendo el mismo de siempre.

El exceso de vehículos es el punto de partida del problema del tránsito, pero es también una señal de avance de comodidad de la gente que no puede objetarse, sino por el contrario alentarse, y como el escenario no puede modificarse en tamaño, aunque sí se lo está haciendo con nuevos ordenamientos, núcleos semaforizados, retardadores de velocidad, mayor señalización, cámaras de vigilancia y otros elementos tecnológicos que seguirán incorporándose para mejorar los sistemas de control, tenemos que caer en la conclusión que por donde debe encararse la solución de manera más intensiva es en la educación de los conductores, ya que aún siendo un pequeño porcentaje los que cometen las transgresiones referidas, tienen un efecto expansivo que se extiende a todo el resto. Es suficiente que en una arteria muy transitada, un par de vehículos no cumpla las reglas de tránsito, para que todo el conjunto vea alterada la normalidad en la cual debe transcurrir la circulación.

Educación es lo que se viene haciendo, hubo campañas preventivas, se mantienen lo operativos de control, pero no alcanza. Se debe insistir especialmente en la sanción de aquellas infracciones que revisten los mayores riesgos para la integridad de las personas, como son los excesos de velocidad -que lamentablemente son muchos en casi toda la geografía ciudadana, habiendo sido convertidas algunas arterias prácticamente en pistas de carreras- y el no cumplimiento de las indicaciones de los semáforos. Sin descuidar, y seguir avanzando, en todo el resto de transgresiones que se advierten en las calles de nuestra ciudad.

Otro de los objetivos que debe buscarse, y que es lo que se está llevando adelante en muchas ciudades del país con este mismo problema, es incrementar y mejorar el sistema de transporte público, pues dando una buena prestación, es la posibilidad de reducir la cantidad de vehículos que andan por la calle, y aliviar también la congestión del estacionamiento en todo el casco céntrico, ya que durante los horarios laborales es poco menos que imposible conseguir estacionamiento en varias cuadras alrededor de la plaza 25 de Mayo y bulevar Santa Fe.

Mucho se ha hecho por el tránsito y mucho resta hacer todavía, aunque se está en ese camino. Un mayor control en las zonas neurálgicas es una de las maneras para que las transgresiones vayan en descenso.

 

Autor: REDACCION

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