Suplemento Economía

Todo es mío

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Uno de los personajes del programa para niños Lazy Town, Stingy, es el niño rico del pueblo y con solo 12 años es muy ambicioso y apegado a las cosas materiales. El autor de la serie, exagerando las tendencias de muchos ciudadanos en la figura de este personaje, lo utiliza para mostrar a otros niños los malo de extremar en el deseo de poseer cosas materiales.
Lo mismo ocurre en miles de jardines de infantes y primeros años de escuela primaria donde padres y docentes enseñan a los niños a compartir. Entre los adultos muchos crecen con ambiciones desmedidas, estas no son malas para la sociedad, aunque podrían serlo para quien las tiene, a excepción que se utilicen medios fuera de la ley o la moral para alcanzarlas.
Esta semana nuestro Papa Francisco se refirió a la propiedad privada y causó revuelo en nuestro país, que siempre mira su ombligo y piensa que solo se habla de nosotros en el mundo. No vamos a interpretar aquí lo que dice una sobresaliente persona como Francisco, quien quiera saber a lo que se refería, puede ver el video donde él mismo se expresa y está a un click.
Lo que vamos a analizar es el derecho de propiedad a la luz nuestra Constitución Nacional y que dice la doctrina social de la Iglesia.
En el artículo 17 de nuestra Carta Magna, se estipula que la propiedad privada es inviolable y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella y que únicamente puede expropiarse por causa de utilidad pública y con una indemnización. Esto pone entre los más altos derechos de los Argentinos al de propiedad y establece como puede limitarse.
La doctrina Social de la Iglesia dice que la propiedad privada hace que las personas sean libres e independientes y que debe estimularse la misma, ya que lleva a que los ciudadanos cuiden las propiedades y asuman responsabilidades y tareas en la sociedad. Dice también que la propiedad pública suele descuidarse con frecuencia, porque nadie se hace responsable de ellas.
Si retrocedemos más en el tiempo, nos podemos encontrar con Aristoteles, quien dice que cuando no hay propiedad privada, tampoco existe la alegría de dar, concepto cristiano, aunque manifestado antes de la existencia del cristianismo.
El documento papal de Francisco, Fratelli Tutti, se sostiene con claridad que los empresarios tienen como función social y vocación, aumentar su riqueza, que esto no solo aumenta las propiedades, sino que también colabora con el desarrollo de las sociedades por medio del crecimiento económico de todos sus miembros.
Al igual que nuestra constitución, la Doctrina Social de la Iglesia, también le pone un límite a la propiedad privada y es cuando viola la dignidad de un ser humano. Éste tiene derecho a la vida y a vivirla con dignidad, independientemente de sus características físicas o condiciones sociales. Un concepto obvio para un país democrático como el nuestro.
Donde tengas tu tesoro, ahí tendrás tu corazón. Si vivimos pensando en las cosas materiales como un medio para hacer crecer, no solo lo propio, sino lo de todos, utilizando las propiedades como un medio y no como un fin en sí mismo, seguramente nos sentiremos más libres, útiles y trascendentes.
De todas maneras, por pegadiza y por la enseñanza que deja, seguimos cantando la canción de Stingy, “Todo es mío, mío mío mío mío mío…”

#buenasaludfinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Autor: Guillermo Briggiler

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