Editorial

Tiempos de mal humor

Los reiterados intentos frustrados de los dos vehículos del Servicio Penitenciario Nacional por ingresar al country Ayres del Pinar, con el empresario Lázaro Báez en el interior de la primera de esas unidades, pusieron de manifiesto el mal humor de los vecinos por recibir a una persona que fue liberada tras permanecer detenida y sin sentencia firme en la cárcel de Ezeiza.

Se pueden realizar diferentes lecturas de esa situación. Por un lado la ya señalada reacción de la gente, que bloqueó los dos ingresos a ese barrio cerrado en el que tiene fijada su residencia un personaje al que la justicia involucró en la llamada "Ruta del dinero K" y que fue condenado a prisión hace más de cuatro años.

Que haya permanecido durante ese tiempo privado de su libertad no es un dato menor, porque deja en claro la lentitud del Poder Judicial para expedirse sobre hechos relacionados con la corrupción.

Lamentablemente, esas circunstancias abundan y preocupan de igual manera. Y es justamente en los momentos cuando se procede a liberar a personajes que son resistidos por la sociedad, cuando estallan los conflictos.

Báez, que se vio beneficiado con la prisión domiciliaria, no pudo ingresar, pese a las intenciones del personal que lo trasladaba, a su domicilio legal, a raíz de la manifestación de un grupo de personas muy exaltadas que le cerraron el paso y que, evidentemente, lo consideran un vecino indeseable.

Obligadas a regresar a Ezeiza tras la imposibilidad de cumplir la misión que le asignó la Justicia, las dos camionetas trasladaron a su rechazado ocupante hacia el mismo escenario del que partió unos minutos antes del repudio de los vecinos autoconvocados en los ingresos al country.

La misma suerte corrieron los abogados de Báez, quienes se vieron obligados a retroceder luego de un ingreso que también fue rechazado por los manifestantes congregados frente a las dos entradas al barrio, que tiene una tercera, posterior, destinada exclusivamente a los proveedores y que es habilitado sólo en horarios comerciales.

El saldo de ese mal humor se vio reflejado en los ataques contra el vehículo en el que era transportado Báez, que sufrió la rotura del parabrisas y abolladuras múltiples en su carrocería. Algo mejor la pasaron los letrados, cuyo automóvil fue atacado con huevos antes que emprenda la retirada.

Está claro que el clima social no es el mejor por estas horas. La gente hoy está angustiada y fatigada como consecuencia de una pandemia que determinó, por parte de las autoridades, la aplicación de la cuarentena más larga del mundo.

Pero también debe señalarse que los acontecimientos más recientes ocurridos en las dos Cámaras legislativas, tampoco ayudaron a cerrar la grieta, como muchos insisten en pregonar, aunque después tengan un comportamiento que la termina profundizando.

El caso de Báez no puede interpretarse como un hecho aislado. Tampoco deben restársele crédito a las marchas que se realizaron, aún desafiando al protocolo que hace referencia al mantenimiento de la distancia en este aislamiento social de poco menos que seis meses.

Se dieron, además, otras situaciones que contribuyeron a la mala predisposición de quienes cuestionan los actos del Gobierno, como la reforma judicial que fue aprobada por el Senado y que debe tratar más adelante Diputados; o las tomas de tierras, que trascendieron primero en el sur argentino y que luego alcanzaron mayor notoriedad en el Conurbano bonaerense.

En este último caso, hubo reacciones opuestas en las mismas filas del Gobierno nacional y provincial, de manera especial a partir de las opiniones encontradas de los funcionarios de Seguridad.

Desde las organizaciones sociales, mientras tanto se sigue fogoneando a quienes participan de esas actividades, desconociendo que se trata de un delito flagrante y que es condenado por la ley.

Se habló de la carencia de viviendas, un problema que es evidente y que viene arrastrándose desde hace varios años y que claramente no es un déficit que se le puede achacar a un gobierno en particular en el territorio bonaerense.

Hay quienes se rasgan las vestiduras por haber llegado a esta situación, pero la historia no la escribieron ni los que estaban antes, ni tampoco los que llegaron hace unos meses.

Ese lamentable fenómeno se da a lo largo y a lo ancho del país, con mayores o menores porcentajes de carencias, pero que está instalado desde muchos años y forma parte de una sociedad marcada por la desigualdad.

Entre las tantas dificultades que se le presentan casi a diario al Gobierno central, se le sumó en las últimas horas una masiva protesta de diferentes gremios, que exigen mejoras salariales y condiciones adecuadas para ejercer sus libertades en un aspecto que hoy preocupa como pocos: el laboral. 

Autor: REDACCION

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