Poco nos alegra dar estas noticias, pero lo último que podemos hacer es confundir a nuestros lectores, ya que con grandes anuncios, controles de precios y chivos expiatorios, finalmente la inflación no bajará. Nuestra función es darles las mejores herramientas para actuar en esta economía y para ello debe hacerse un correcto diagnóstico de lo que podría ocurrir con cada medida que se toma.
Congelamiento de precios y control de los mismos. Se repite una medida que ya se intentó una decena de veces, con igual número de fracasos. ¿Por qué tendría que funcionar ahora? Además, la conducción económica, posee una confusión entre lo que es inflación y lo que se conoce como dispersión de precios, ya que todo el tiempo compara a las grandes cadenas comercializadoras entre sí y con comercios más pequeños.
Muchas veces las diferencias provienen de cuestiones que nada tienen que ver con la inflación, sino con ofertas, puestas a disposición en horarios distintos, o simples métodos de comercialización.
La inflación es el aumento sostenido y generalizado de TODOS los precios de una economía y no solo los de un sector, como puede ocurrir con la suba de las verduras por sequías o intensas lluvias o por el conflicto en Ucrania, en el caso del gas.
Se anunció la guerra contra la inflación, algunos días antes de tomar las medidas, que además eran las que se esperaban, rancios controles de precios. Esto es desconocer que los argentinos tenemos mucha experiencia en periodos inflacionarios y que existen expectativas inflacionarias que indican que cuando un mercado espera que los precios suban a futuro, los actores de este mercado se apresuran a subir sus precios para evitar perder su capital invertido.
Para dar un ejemplo, imaginen al vendedor de pan casero del barrio, necesita comprar los insumos, harina, grasa, chicharrón y gas para el horno de cocción, gasta en ello $1.000. Habitualmente recauda con la venta del producto terminado unos $1.100 que utiliza para vivir. Tengan presente que no contamos la fuerza laboral empleada por el fabricante y vendedor, así como los costos de oportunidad de realizar otra tarea o trabajo.
En este contexto de posible aumento de la inflación, decide subir el precio producto terminado para hacer frente a los aumentos que considera vendrán, principalmente en la harina y el gas, ya que si no lo hiciera con el producido de $1.100, no podría recomprar los insumos que necesita para fabricar, es decir perdería dinero.
Ahora que ninguno de ustedes, ni el gobierno, lo tilde de especulador, ya que no sube los precios para ganar más, lo único que está haciendo es preservar su forma de vida, su trabajo y el sustento de su familia.
Conjuntamente con lo anterior se realizó un aumento de tasas de interés. Esta acertada medida, que se está tomando tímidamente, debe continuar hasta llegar a las tasas positivas, es decir más altas que la inflación, como prevé el acuerdo con el fondo y por la cual el mercado de pesos tomará fuerza y subirán los depósitos en desmedro de la acumulación de dólares. En un principio traerá alguna falta de crédito, por consecuente suba de tasas de interés activas, pero con la acumulación de depósitos, siempre que el Estado no se quede con toda la financiación, se volcará al préstamo para consumo primero y luego productivo.
Una de las medidas por excelencia que debe profundizarse es la reducción del déficit del Estado. Y aquí encontramos el centro de la discusión, ya que el origen de la inflación en nuestro país tiene un claro componente fiscal, se gasta por encima de las posibilidades -y de los ingresos-, en una carrera populista y se financia con deuda y emisión monetaria, lo que deriva indefectiblemente en inflación. Conjuntamente tendremos aumento de tarifas, que desprende del anterior, ya que el principal componente del déficit fiscal proviene de los subsidios a las tarifas públicas, pero al corregirse estas, tendremos incrementos en los costos que se verán reflejados en el índice de precios y luego en las expectativas futuras, de hecho los combustibles ya aumentaron el 10% en los últimos días -con impacto directo en el transporte- y las audiencias públicas para definir las tarifas los distintos servicios hablan de subas del 30 y 35% que cuando se aprueben se verán en los próximos periodos.
La única solución a todo este panorama es una mayor austeridad fiscal, pero probablemente Argentina no esté madura para esta discusión, donde deberían dejar al sector privado la mayoría de las necesidades que de mala manera se cubren desde el sector público o se subsidian desde este, terminando así con el engaño del Estado Presente.
Hasta que esto ocurra conviviremos con inflación, por lo menos en lo que resta de esta olvidable conducción económica (y con esos términos se la dejamos barata).
#BuenaSaludFinanciera
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