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Soy maestra y me pregunto si mis alumnos podrán ir un día a la escuela sin temor a un tiroteo


Por Sarah Lerner*

Existe una regla con la que muchos maestros nos conducimos, y hay momentos en los que resulta frustrantemente insuficiente: “Si ves algo, lo dices”. Algunas veces vemos algo extraño en el salón de clases o en la escuela, escuchamos algo inquietante, leemos algo serio, seguimos directivas y protocolos. Lo reportamos.
A veces se toma con seriedad y se actúa en consecuencia. A menudo, los administradores escolares nos dicen que si no ha ocurrido nada violento o grave, lo registrarán pero que no se puede hacer nada hasta que el estudiante infrinja una regla o política de la junta escolar. Un comentario desconcertante pero críptico, un dibujo aterrador pero enigmático. Nuestras advertencias pueden terminar en un archivo en algún lugar hasta que la amenaza se convierta en realidad.
Me quedé pensando sobre las maneras en las que los maestros intentan cuidar a sus estudiantes y aún así pueden ser impotentes para detener la tragedia, cuando leí en un grupo de Facebook sobre un estudiante que la semana pasada abrió fuego en la secundaria Oxford High School en Michigan y mató a cuatro personas y varias más resultaron heridas. Mi grupo de Facebook era para maestros que, como yo, sobrevivieron al tiroteo en la Marjory Stoneman Douglas High School en Florida hace casi cuatro años. Estaba en el campus ese día, cuando un exalumno disparó y mató a 17 personas, hirió a otras 17 y traumatizó a toda una comunidad.
Al leer los recuentos de lo que sucedió en la Oxford High School, vi ejemplos de profesores que intentaban hacer lo correcto, exponer sus preocupaciones a los funcionarios que, se suponía, debían actuar. Pero al mismo tiempo, los maestros confrontan la terrible realidad de que pueden hacer muy poco como línea de defensa para proteger a sus estudiantes. Una vez más, un niño tuvo acceso a un arma letal. Una vez más, encontró la manera de llevarla a las instalaciones de la escuela.
Después de 20 años de enseñar, no tengo claro cómo se supone que los maestros continúen dando clases cuando se nos pide ser mucho más, a menudo sin la capacitación ni los recursos adecuados. Se espera que seamos consejeros de salud mental, trabajadores sociales, psicólogos, guardias de seguridad y más para nuestros estudiantes. Solo ve con más atención lo que sucedió en la Oxford High School.
Unas horas antes de que se desatara la violencia, según la fiscal del condado de Oakland, una maestra encontró un dibujo del estudiante de segundo grado de 15 años que, según las autoridades, se convirtió en el tirador. El boceto mostraba a una persona que recibía un disparo y la frase: “Sangre por todos lados”. Esto derivó en una reunión con los funcionarios escolares. (El día previo al tiroteo, un maestro informó haber visto al estudiante viendo imágenes de municiones durante la clase; cuando su madre se enteró, le envió un mensaje de texto en el que le decía: “Tienes que aprender a que no te descubran”).
La mañana del tiroteo, los funcionarios escolares les dijeron a los padres que necesitaban buscar consejería para su hijo, según la fiscal. Los padres no quisieron que su hijo fuera suspendido de la escuela y tampoco le preguntaron a su hijo si tenía un arma ni buscaron en su mochila. Después, los maestros tuvieron que llevar a este estudiante a su salón. En ese momento, los consejeros de la escuela no creían que el estudiante dañaría a otros, según el superintendente del distrito.
Pero me parece claro que los funcionarios escolares de Oxford High School no se tomaron lo suficientemente en serio esta amenaza. Si lo hubieran hecho, el estudiante habría sido suspendido del campus. Es difícil creer que después de lo que sucedió en mi escuela, otras personas no hayan aprendido o no hayan tomado medidas para mantener sus campus a salvo de la violencia con armas de fuego. ¿Cómo es que las señales de advertencia siguen pasando inadvertidas? ¿Cómo quedan sin respuesta estos pedidos de ayuda? ¿Cómo es que los funcionarios escolares pueden poner la responsabilidad en los padres? ¿Y cómo es que los padres no pueden asumir la responsabilidad de lo que llevó a las acciones de su hijo?
Los profesores pueden hacer muy poco como una línea de defensa para sus alumnos.
Después del tiroteo de 2018 en nuestra comunidad, vi cómo la vida de mis estudiantes cambiaba en un instante. Lamenté la pérdida de su inocencia, estuve en duelo con ellos por los amigos y maestros que perdieron y trabajé para apoyarlos cuando regresamos a la escuela. Mientras intentaba mantenerme bien, de pronto era una consejera de salud mental para mis estudiantes. Busqué terapia y después me diagnosticaron un trastorno de estrés postraumático. A veces, el trauma es debilitante, pero es algo con lo que estoy aprendiendo a vivir.
Después del ataque en mi escuela, nos ofrecieron a los maestros y al personal una serie de sesiones de terapia gratuitas, pero no fueron suficientes. Es absurdo que el distrito no haya hecho más por nosotros después de lo que vivimos.
Luego de que se supo la noticia de la Oxford High School, pensé en mi querida amiga Abbey Clements de la escuela primaria Sandy Hook y en su experiencia. Pienso en las 17 familias de mi escuela. Pienso en las personas que conozco del club nocturno Pulse y de la escuela Columbine; pienso en el asesor del anuario con el que me contacté después del tiroteo en la Saugus High School y en las innumerables personas que han sufrido pérdidas por la violencia con armas de fuego.
Como educadora, mi trabajo es proteger a mis estudiantes y mantenerlos a salvo. Pero ¿a qué costo? Inmediatamente después de tiroteo en mi escuela, la Casa Blanca propuso proveer armas a los maestros. Hablé de manera pública sobre por qué armar a los maestros era (y todavía lo creo) una terrible idea. Si tuviera un arma ese día y el agresor entrara en mi salón de clases, no habría tenido tiempo de sacarla. Un revólver no es rival para un rifle AR-15.
No tengo armas. No le echo en cara a la gente que las tenga, siempre que las aseguren de forma segura y guarden las municiones en otro lugar. Es responsabilidad del propietario del arma asegurarla y mantenerla alejada de los niños.
La conclusión es que estamos educando a estudiantes que viven su vida en el mundo de los tiroteos en las escuelas. Los legisladores deben aprobar leyes para proteger a los estudiantes, maestros y otras personas de la violencia armada. El derecho a poseer y portar un arma no debe pesar más que el derecho a vivir en paz y asistir a la escuela de manera segura.

(*) Maestra en la escuela Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida, y editora de Parkland Speaks, un libro que reúne los relatos de testigos presenciales y otros recuentos de sobrevivientes del tiroteo en Parkland de 2018. Nota para The New York Times en Español. 

Autor: REDACCION

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