Editorial

SOS para la educación

Por el futuro de la Argentina, es necesario instalar un proceso periódico de revisión y actualización del sistema educativo para garantizar que los alumnos se preparen en forma adecuada para la sociedad del conocimiento. No se discute que la educación es la base para alcanzar un mejor país, pero no muchos actúan en consecuencia. En un país normal, los especialistas pedagógicos deberían trabajar codo a codo con los funcionarios de las carteras educativas de la Nación y de las provincias para que los contenidos se actualicen constantemente. Se trata, en cierta forma, de poner a la educación sobre la dinámica de cambio. 

Si la enseñanza que se imparte en las escuelas ya aparecía algo disociada sobre lo que sucede en las empresas y en la economía antes de la pandemia, con la suspensión de las clases presenciales por largos meses la situación se ha agravado de manera alarmante. Y entonces no sorprende lo ocurrido en los últimos días cuando un alto directivo de la firma Toyota hizo públicas las grandes dificultades que está enfrentando la empresa para incorporar 200 jóvenes a su plantel de empleados. Manifiesta que el principal escollo es que no encuentran candidatos que cumplan con el requisito de secundaria completa. Se considera que este es el nivel mínimo de formación requerido para desempeñarse en una planta industrial moderna, advierte el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) en su último informe. No se trata de un caso aislado sino que es un problema que enfrenta la mayoría de las empresas modernas, se lamenta. 

Por eso resulta paradójico que una empresa no consiga trabajadores para cubrir vacantes cuando el desempleo y la informalidad son muy altos, especialmente, entre los jóvenes. El fenómeno alerta de que los factores que impiden el desarrollo social no se limitan a la baja inversión productiva y a una legislación laboral arcaica que desalienta la generación de empleos. En este marco es decisiva la falta de capacidades laborales de las personas.

Para la consultora, la pregunta que cabe hacerse con más profundidad es cómo está la situación de la juventud argentina respecto a la educación secundaria. Según datos del Ministerio de Educación nacional se observa que sólo el 69% de los jóvenes hasta 24 años terminó la secundaria, que entre los jóvenes de más alto ingresos el 88% terminó la secundaria y que entre los jóvenes de más bajos ingresos (la mayoría, pobres) sólo el 52% terminó la secundaria.

Así, estos datos muestran que la proporción de jóvenes que termina la secundaria es baja y heterogénea según el nivel de ingresos de las familias. En los hogares de mayor nivel de ingreso casi la totalidad termina la secundaria, mientras que en las familias pobres sólo la mitad de los jóvenes termina la secundaria. El problema se potencia con la baja calidad educativa consigna Idesa. Según el Ministerio de Educación, el 47% y el 81% de los estudiantes de las escuelas del Estado no alcanzan nivel satisfactorio en lengua y matemática, respectivamente, lo que deja en evidencia que, aún terminando la secundaria, tampoco alcanza para obtener la formación mínima requeridas por las empresas más modernas.

El informe aclara que estos datos se refieren al 2019, es decir, antes de la pandemia. Cabe esperar una profundización de la degradación debido a la prolongada alteración de los procesos educativos desencadenados a comienzos del 2020. Todos los alumnos están sufriendo las consecuencias, pero los daños más severos se registran en los niveles socioeconómicos más bajos donde resultó imposible migrar a métodos de enseñanza virtuales. La crisis terminal derivada de la pandemia debería motorizar un profundo cambio en las políticas educativas. 









Autor: REDACCION

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