Sociales

Solidaridad mundial

"El siglo que comienza deberá ser el siglo de la solidaridad". Lo afirmaba el papa Juan Pablo II el 10 de enero del 2000 en la audiencia concedida al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Esta solidaridad adquiere compromisos muy concretos. El Papa subrayaba algunos:

1) El compartir la tecnología y la prosperidad. Sin una actitud de comprensión y disponibilidad difícilmente se podrá eliminar la frustración de ciertos países que se ven condenados a hundirse en una precariedad cada vez más grave y a la vez confrontarse con otros países. He tenido ocasión de expresarme varias veces, por ejemplo, sobre la cuestión de la deuda de los países pobres.

2) El respeto de los derechos del hombre. Las legítimas aspiraciones de las personas más débiles, las reivindicaciones de las minorías étnicas, los sufrimientos de todos aquellos cuyas creencias o culturas son despreciadas de un modo u otro, no son simples opciones para favorecer según las circunstancias o según intereses políticos o económicos. No respetar estos derechos equivale claramente a ofender la dignidad de las personas y poner en peligro la estabilidad del mundo.

3) La prevención de los conflictos evitaría situaciones difíciles de resolver y ahorraría muchos sufrimientos. No faltan instancias internacionales adecuadas. Es suficiente utilizarlas, distinguiendo evidentemente, sin oponerlos ni separarlos, la política, el derecho y la moral.

4) El diálogo sereno entre las civilizaciones y las religiones , en fin, podría favorecer un nuevo modo de pensar y de vivir. A través de la diversidad de mentalidades y creencias, las mujeres y los hombres de este milenio, teniendo presente los errores del pasado, han de encontrar nuevas formas de vivir juntos y respetarse. La educación, la ciencia y la información de calidad son los mejores medios para desarrollar en cada uno de nosotros el respeto al otro, a sus riquezas y sus creencias, así como un sentido de la universalidad, digno de su vocación espiritual. Este diálogo evitará que en el futuro se llegue a una situación absurda: excluir o matar en nombre de Dios. Esto será, sin duda, una contribución decisiva a la paz".

Autor: Redacción

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