Editorial

Soja y futuro

La Argentina se ha convertido, desde hace una década, en un país soja-dependiente, ya que de los ingresos que de ese cultivo posibilita a las arcas fiscales -sólo por las retenciones unos 70.000 millones de dólares en el referido lapso-, habiendo quedado definitivamente atrás los tiempos cuando la soja fue calificada como "yuyo" por parte de la presidenta Cristina Fernández, en ocasión de desatarse el conflicto entre el Gobierno y el campo, en marzo de 2008, por el intento de aplicar "retenciones móviles". Una confrontación que, aunque con menor nivel de exposición que en aquellos años, se mantiene como entonces.

Es por estas razones, y especialmente por la delicada situación financiera que vive el país, lo cual no hizo otra cosa que profundizar la necesidad de contar con los recursos sojeros, que todo lo relacionado con la soja es seguido con muchísima expectativa. Una muy buena novedad fue difundida estos días, con el anuncio de una cosecha bastante superior en volumen a la anterior, estimada en alrededor los 54 millones de toneladas, lo que permitirá un ingreso de divisas que de otra forma es muy difícil, y que para las finanzas públicas resultan vitales para poder sostener el sistema energético, que hoy y desde hace tres años en situación creciente, cada vez insume más recursos.

Es por estas razones que la novedad que la República Popular China continuará comprando tanta o más soja de América del Sur como lo vino haciendo estos últimos años, es algo muy positivo, pues se tiene asegurada la continuidad del más importante mercado. 

De tal manera se desprende de la difusión que hizo China de sus proyecciones estratégicas en cuanto a la alimentación y también los objetivos fijados para la producción propia de alimentos, tanto en el sector agrícola como el industrial. Esa guía establece para el lapso 2013-2023 una producción propia de granos de 550 millones de toneladas  -la mayor del mundo-, colocando la prioridad en el aspecto productivo en la provisión de frutas, carnes y vegetales, variando de tal manera un objetivo que se venía cumpliendo rígidamente desde 1978.

De tal manera, los planes del Consejo de Estado chino trazan una perspectiva respecto a la vinculación de China con el resto del mundo, afianzándose su gran dependencia en cuanto a la provisión de alimentos, en especial soja y maíz, con países como Brasil y la Argentina.

La variante más notable es que los chinos han dejado de lado el objetivo del "autoabastecimiento alimentario" como lo venía sosteniendo desde 2004, cuando comenzó a importar en gran escala soja y harina de soja, en especial desde Estados Unidos, Brasil y la Argentina, países que habida cuenta de estos planes y proyecciones, tienen asegurada la exportación de su producción agrícola excedente al gigante asiático. Y además, aunque con oscilaciones, en este momento con excelentes precios.

Es por los motivos señalados que China comenzó a bajar el porcentaje de provisión desde el exterior, ya que antes había fijado su propio autoabastecimiento en el 95% y ahora lo redujo al 80%, estableciendo las proyecciones que en los próximos 20 años se deban achicar otros 20 puntos, con lo cual tendrá mucho mayor dependencia de las compras de granos en el exterior. Y por lo tanto, en el caso nuestro, con la producción asegurada para su colocación, despejándose dudas que se dejaron trascender en tal sentido, ya que dejando de comprar los chinos, más alguna maniobra financiera internacional que puede llegar a provocar una onda bajista en los precios, podría haber provocado una verdadera conmoción en los países productores de cereales.

Una distinción que se hace sobre los tipos de granos que compra el país asiático es que trigo y arroz están destinados para el consumo humano, mientras que soja y maíz en su mayoría para el consumo animal. La mayor producción y en la búsqueda del abastecimiento se fijó para los dos primeros, en tanto que sobre los últimos crecerá la importación. La modificación sobre las condiciones alimentarias chinas ha sido el desarrollo a gran escala del consumo de carnes, ya que para producir un kilo de carne de cerdo se necesitan 7 kilos de granos, alcanzando el consumo de carnes a los 40 kilos anuales per cápita.

Es decir, la modiciación del hábito alimentario de los chinos, volcándose hacia la carne, hacen que la Argentina vea asegurada su exportación de carnes.

Autor: REDACCION

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