Suplemento Economía

Soja: ¿Seguirá el viento de cola externo?

Por Matías Fontanetto*

El incremento en los precios de los commodities experimentado en los últimos meses robustece el proceso de recuperación de las economías latinoamericanas golpeadas por la crisis del Covid-19. En el caso de Argentina, el valor exportado de soja, maíz y trigo se incrementará unos USD 10.000 millones (desde los USD 22.000 millones en 2020 a los USD 32.000 millones en el 2021), impulsándose también los ingresos fiscales por retenciones (de 1,4% del PBI en 2020 a 2,1% del PBI en 2021).
La continuidad de los altos precios en los commodities agrícolas va a depender de cuestiones propias del mercado mundial como ser la evolución de los stocks, oferta y demanda, así como también de la política monetaria de la FED que impacta en la tasa de interés, liquidez y en el nivel de actividad económica mundial.
En el caso del complejo soja, principal generador de divisas de Argentina, (este año aportaría USD 20.000 millones de los USD 46.000 millones del total del sector agropecuario y alimentos) el stock mundial viene descendiendo en los últimos años, acercándose a los mínimos de los años 2011-14 cuando los precios de la oleaginosa alcanzaron sus máximos, con valores del poroto similares a los actuales.
Por el lado de la demanda, se observa en los últimos 10 años un crecimiento en la participación de China sobre el consumo mundial, pasando de representar el 26% en 2010 al 31% en 2020. Las proyecciones de crecimiento para el gigante asiático en torno al 5-6% para los próximos años requerirán de mayores compras de soja, siendo otro factor que jugará como sostén del precio internacional.
En cuanto a la producción mundial, la misma ha sido lo suficientemente flexible como para responder a los incrementos de la demanda, gracias a las mayores cantidades producidas principalmente de Brasil y en menor medida de USA, habiendo aumentado un 91% y 32% respectivamente sus producciones en los últimos 10 años. Esto le permitió a Brasil reemplazar a USA como principal productor mundial.
En cambio la producción en Argentina permanece estancada en torno a los 50 millones de toneladas, destacándose la aparición de Paraguay. Se plantea la incógnita si la producción seguirá siendo lo suficientemente dinámica para abastecer una demanda creciente o no, hasta el momento la oferta ha jugado en contra del sostenimiento de precios altos en el tiempo.
En cuanto a las variables monetarias, la tasa de interés permanece muy baja, en valores similares a los de los años 2011-14 cuando los precios de soja alcanzaron sus máximos, habiendo más liquidez en la actualidad que en aquellos años. Esto último se refleja en el ratio del dinero circulante más los depósitos a la vista (M2) dividido el PBI que se incrementó del 59,5% al 88,7% en los últimos 10 años.
Los estímulos fiscales (déficit fiscal con relación al PBI del 14% en 2020 y 8% en 2021) y monetarios (emisión de USD 3,7 billones en el último año) aplicados para amortiguar los efectos de la crisis del Covid han impulsado la liquidez, manteniendo deprimida la tasa de interés, lo cual juega a favor del sostenimiento de precios altos en las commodities.
Suponiendo que la inflación se mantenga en torno al 2% anual en EE.UU., recién a partir del 2023 se esperan políticas monetarias y fiscales contractivas que podrían impactar negativamente en los precios de las commodities. El crecimiento del PBI del 6% actúa como sostén del precio de soja, cabe plantearse el siguiente interrogante: ¿se podrán lograr tasas de crecimiento del 3.5 - 4% sostenidas en el tiempo a partir del 2022 para mantener los precios de las commodities en los niveles actuales?
En resumen, la disminución del stock mundial de soja, la demanda creciente de China, las bajas tasas de interés y el incremento de la liquidez mundial han impulsando el precio de la oleaginosa. En sentido opuesto, el aumento de la producción mundial para satisfacer una demanda creciente, ejerce presión a la disminución del precio. Se espera que a partir del año 2023, con la aplicación de medidas contractivas en lo fiscal y monetario, en conjunción con menores tasas de crecimiento del PBI mundial, el precio de la soja descienda.


(*) Licenciado en Economía. Analista de Inversiones.

Autor: REDACCION

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