TACLOBAN, 13 (AFP-NA). - Miles de
supervivientes del tifón Haiyan en Filipinas, que habría dejado
más de 10.000 muertos, esperaban este martes agua y comida
urgente, el mismo día en que salieron hacia la zona de la
catástrofe barcos de ayuda estadounidenses y británicos.
Cinco días después del paso de uno de los tifones más potentes
de la historia del país, que iba acompañado de vientos de 300 km
por hora y olas de hasta cinco metros parecidas a las de un
tsunami, la ONU teme "lo peor" en las zonas más afectadas,
principalmente las islas de Leyte y Samar, y pidió este martes 301
millones de dólares para ayudar a las víctimas.
"Acabamos de lanzar un plan de acción que se concentra en la
comida, la salud, el saneamiento, los refugios, la retirada de
escombros y la protección de los más vulnerables [...] Este plan
requiere 301 millones de dólares", dijo Valerie Amos, la jefa de
las operaciones humanitarias de la ONU en Manila.
"Tememos lo peor", dijo John Ging, director de operaciones de
la oficina de coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
Naciones Unidas habló de un número de víctimas que podría
alcanzar 10.000 personas sólo en la ciudad de Tacloban, la capital
de la provincia de Leyte, una de las más devastadas.
En total más de diez millones de personas, el 10% de la
población del país, se ha visto afectada por el tifón y al menos
660.000 personas perdieron su casa.
Las autoridades no logran hacer frente a la magnitud del
trabajo para dar refugio y abastecer con agua, comida y
medicamentos a los supervivientes, muchos de los cuales intentan
huir de la zona.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) pidió a la comunidad internacional 24 millones
de dólares para intervenciones de emergencia en Filipinas.
En un comunicado divulgado en Roma, sede central de la entidad,
la FAO anunció que "hará todo lo posible para apoyar al gobierno
de Filipinas en el proceso de reconstrucción y para generar
resiliencia", declaró el director de la organización, el brasileño
José Graziano da Silva.
"¿DONDE ESTA LA COMIDA?"
"Aquí no hay nada para nosotros. Ya no tenemos casa ni dinero
ni papeles" dice desesperada Carol Mampas, de 48 años, con su hijo
de tres años con fiebre en los brazos.
"Por favor, digan a las autoridades que nos ayuden. ¿Dónde está
la comida? ¿Donde está el agua? ¿Dónde están los soldados para
recoger los cadáveres?", se pregunta esta mujer que, como miles de
supervivientes, pasó la noche en el maltrecho aeropuerto de
Tacoblan con la esperanza de tomar un vuelo para abandonar la ciudad.
Las calles de la ciudad siguen llenas de cadáveres en
descomposición y muchas personas armadas saquean los edificios
todavía en pie.
Para prevenir los saqueos las autoridades anunciaron el martes
la imposición del toque de queda y el despliegue de vehículos
militares.
"La presencia de policías y soldados [...] mejorará sin duda
las cosas pero no se hará todo en una noche", dijo el ministro del
Interior, Mar Roxas.
La lluvia que cayó sobre la ciudad en la madrugada del martes
empeoró todavía más las cosas para los supervivientes.
"En los próximos días, estén seguros de ello, la ayuda llegará
cada vez más deprisa", prometió el presidente filipino Benigno
Aquino, que el lunes declaró el estado de catástrofe nacional.
El portaaviones George Washington y varios buques de la Marina
estadounidense dejaron el puerto de Hong Kong este martes con
7.000 marines en dirección a la zona de la catástrofe. Asimismo,
Estados Unidos puso en alerta a tres naves anfibias dotadas de
lanchas de transporte para desembarco que están a punto de ser
desplegadas en Filipinas.
Gran Bretaña también anunció el envío de un avión de transporte
y de un navío militar, pero muchos de estos barcos tardarán días
en llegar.