La encíclica Laudato si', de fuerte contenido social y ambiental elaborada por el Papa Francisco, cumplió seis años el pasado lunes y, a pesar del tiempo transcurrido, mantiene una profunda actualidad porque el llamado pontificio para la acción aún está pendiente. Un buen punto de partida fue la Fundación especialmente conformada para promover proyectos de investigación e intervención para el desarrollo humano sostenible e integral, la preservación del ambiente y el contraste al cambio climático. Esta organización vaticana impulsa, además, espacios de debate con el fin de acercar posiciones entre los Estados para la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y para la difusión de políticas públicas para una ecología integral.
Dedicada al cuidado de la casa común, para escuchar y hacer propio el grito de la tierra y de los pobres, el documento papal ha sido el centro del año especial de aniversario, convocado en 2020 cinco años después de su publicación. En un análisis efectuado por Giada Aquilino en el portal de noticias del Vaticano, se destacó la necesidad de un "enfoque integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y al mismo tiempo cuidar la naturaleza". La encíclica Laudato si' del Papa Francisco, publicada el 24 de mayo de 2015, cumple seis años y, en plena emergencia pandémica, las reflexiones del Pontífice sobre el momento histórico que vivimos resuenan más que nunca. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino -señala Francisco en el documento- "una sola y compleja crisis socio-ambiental" que nos lleva a cada uno a preguntarnos "qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo".
En mayo del año pasado, en el quinto aniversario, el Papa convocó un Año especial de reflexión y profundización que concluyó el fin de semana pasado, destinado una vez más a llamar la atención hacia "el grito de la tierra y de los pobres", con el compromiso de "todas las personas de buena voluntad" en el cuidado de "nuestra casa común y de nuestros hermanos y hermanas más frágiles". En este marco, se presentó el lunes una Plataforma de Iniciativas ad hoc en el que la Iglesia de todo el mundo da testimonio del camino realizado hasta ahora, en nombre de la ecología integral, y del que debe continuar. Prueba de ello son las numerosas Historias de Laudato si' publicadas por Vatican News y L'Osservatore Romano, sobre cómo la encíclica está inspirando acciones concretas para combatir el hambre, la deforestación, el cambio climático, la contaminación, la pobreza y el abandono.
Durante el año especial de aniversario de Laudato si', el Papa Francisco abordó los temas de la encíclica y exhortó repetidamente a desarrollar "una firme voluntad de elaborar y aplicar medidas concretas que favorezcan la dignidad de todas las personas en sus relaciones humanas, familiares y laborales, combatiendo al mismo tiempo las causas estructurales de la pobreza y trabajando para proteger el medioambiente natural".
Centralmente, el Papa nota también cómo los efectos de lo que está ocurriendo, en primer lugar, los de la pandemia, además de las consecuencias de la contaminación y el cambio climático, tienen relevancia para todos los aspectos de la vida, tanto sociales como económicos, éticos y políticos. Francisco lanzó una nueva advertencia ante la enorme "deuda ecológica" actual, debida a la "saqueo" de los recursos y al "uso excesivo del espacio medioambiental común para la eliminación de residuos", invocando una "justicia restaurativa". La crisis social y económica, que "muchos están sufriendo en sus propia carne y que está hipotecando el presente y el futuro en el abandono y la exclusión de tantos niños y adolescentes y de familias enteras", está en el centro del videomensaje dirigido a los jóvenes participantes en el evento "Economía de Francisco" de noviembre. El Papa evidenció que esta emergencia "no tolera" que se privilegien "intereses sectoriales por encima del bien común": el camino no es el de los "atajos", sino el de "ensuciarse las manos", hacia un cambio de estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, en las estructuras de poder consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad".
Respecto a la educación, el Papa asegura que es el momento de firmar un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes," para "formar personas maduras". Porque la educación sigue siendo "el antídoto natural de la cultura individualista, que a veces degenera en un verdadero culto al yo y en la primacía de la indiferencia": nuestro futuro no puede ser la división, el empobrecimiento de las facultades de pensamiento e imaginación, de escucha, de diálogo y de comprensión mutua", sino el compromiso de todos los componentes de la sociedad.