Editorial

Sobre la desigualdad social

La lista de problemas a resolver en la Argentina es demasiado extensa y está claro que no hay fórmulas mágicas que generen soluciones de la noche a la mañana. La democracia parece definitivamente haber echado raíces, no sin atravesar dificultades de todo tipo por cierto, pero todavía tiene deudas sociales inmensas con una gran parte de la población argentina.

El país que se destacó durante parte del siglo pasado por su movilidad social y la existencia de una sólida clase media no puede en la actualidad romper una desigualdad creciente, con una gran parte de la población inmersa en una tan escandalosa como indignante pobreza. Más del 50 por cientos de los chicos viven en hogares pobres que no logran cubrir las necesidades básicas. 

En este contexto, el 10% más pobre de la población recibió en el tercer trimestre del año apenas el 1,3% de los ingresos y el 10% más rico concentró 33,2%, por lo que la distribución de la riqueza empeoró 5,9% interanual, según datos difundidos por el INDEC. Casi el 80% de la población ocupada tenía ingresos individuales por debajo del costo de la canasta para una familia tipo, que en septiembre último era de $ 34.784.

Por su parte, el 50% de los hogares, sumando el ingreso de sus integrantes, tampoco cubría ese monto, al llegar a una media de hasta $ 34.270. De acuerdo con los datos elaborados sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el ingreso promedio per cápita fue en ese período de $ 16.571 mensual. El Coeficiente de Gini, que estima mayor desigualdad cuanto más se aleja de la base cero, se deterioró en los últimos doce meses al pasar de 0,424 en el tercer trimestre del año anterior a 0,449 en la última medición.  

Los datos oficiales reflejan el impacto producido por la crisis económica y la devaluación, ya que según ese coeficiente el deterioro de la distribución del ingreso llega al 3,4% desde diciembre último, y al 5,9% en los últimos doce meses.   Según las escalas de ingreso individual de la población ocupada, hasta el octavo decil, que suma más de 9 millones de personas, tenían ingresos mensuales per cápita promedio de entre $ 3.200 y $ 31.152, por debajo del costo de la canasta. Entre los hogares, los ingresos promedio de todo el grupo familiar se ubicaron entre los $ 9.131 y los $ 34.270, entre el primer y el quinto decil, también por debajo del costo de esa canasta mínima de alimentos. Según el ingreso per cápita familiar de la población total, el sector más pobre de la población tenía ingresos medios de $ 2.378 en el decil más pobre y de $ 55.042 en el más rico.

De hecho, en el mensaje incluido en el proyecto de ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, el presidente Alberto Fernández alertó que el país atraviesa una "dramática situación económica" y "severas dificultades" para hacer frente a los pagos de deuda. Afirmó que la Nación afronta un escenario de depresión de la economía nacional que ha provocado un aumento significativo de la vulnerabilidad económica y social en vastos sectores de la población y un alejamiento de la aspiración colectiva de emprender el camino del desarrollo con justicia social.

En el mensaje se afirma que desterrar el hambre en la Argentina, reducir la desigualdad y volver a crecer, son el nuevo imperativo ético de nuestra época. Agrega que el achicamiento de la economía, el fortísimo aumento del tipo de cambio -superior al 500% en el período mencionado- y una altísima inflación, han generado un incremento notorio de la pobreza que alcanza al 35% de la población. Además, puntualizó que la tasa de desempleo se ha incrementado hasta el 10,6%, con tasas que en el caso de los jóvenes superan el 18% en los varones y el 23% entre las mujeres.

En esa descripción a modo de diagnóstico de la economía nacional y fundamento del proyecto que finalmente fue sancionado por el Congreso, remarca que las tasas de interés se han vuelto prohibitivas para la producción al tiempo que han afectado el nivel de endeudamiento de las familias comprometiendo su sostenibilidad a la vez que las tarifas de los servicios públicos, por su parte, han sufrido incrementos que han afectado severamente la viabilidad de la industria y del comercio, y también la vida de las familias. A este conjunto de males que castigan a la economía argentina se suma el desorbitado crecimiento de la deuda pública.

Para salir de este estado crítico y retomar un sendero de crecimiento con empleo y justicia social, considera imprescindible construir un Estado que esté guiado por la ética de la solidaridad y el respeto de los derechos constitucionales y promover con políticas consistentes, la universalidad de los derechos sociales como el de acceso al alimento adecuado, a la educación, a la salud, a la vivienda y al desarrollo de una vida autónoma a partir de los ingresos del trabajo.









Autor: REDACCION

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