Editorial

Sobre el satélite argentino

Desde un punto de vista estratégico, la puesta en órbita del satélite nacional ArSat-1, lanzado el jueves pasado desde la Guyana Francesa, constituye un avance sustancial porque demuestra que la Argentina está en condiciones de avanzar en investigación y tecnología y, en cierta forma, reducir la histórica dependencia tecnológica. Es cierto que este logro es el resultado de una decisión política de financiar empresas estatales en áreas clave y de un conjunto de profesionales, instituciones y empresas que aportaron para alcanzar la meta. 

Desde la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, Armando Doria desarrolló un documento que tituló "Doce claves del satélite argentino" para ayudar a comprender el significado de esta verdadera proeza de la matriz científica nacional. Señala este documento que "el satélite ArSat-1 comenzó a construirse en 2010 a cargo de la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales (ARSAT SA), que está formada ciento por ciento por capitales del Estado. En tanto, INVAP, otra empresa estatal que tiene su sede en la provincia de Río Negro, construyó el primer satélite en territorio nacional bajo los requerimientos de ArSat y en agosto de 2014, fue trasladado a Guyana Francesa, país muy cercano al plano ecuatorial, desde donde fue lanzado al espacio. 

Detrás de la máquina, en el proceso de construcción del artefacto participaron 400 especialistas con un millón de horas hombre puestas en el diseño y fabricación. 

Destaca Doria que el aparato "tiene su máxima potencia enfocada sobre nuestro territorio" y que entre otros servicios que brindará para la Argentina y países limítrofes, figura la distribución gratuita de señal de la televisión digital abierta (TDA) y de señales para cableoperadores. También ofrecerá conexión a Internet y participará en la industria de la telefonía celular para cubrir zonas aisladas donde actualmente no hay señal o la cobertura es deficiente.

Asimismo, aclara que la inversión total que requirió el ArSat-1 ronda los 280 millones de dólares, que habrán de amortizarse en menos de tres años y que una vez transcurrido ese plazo generará pura ganancia para el país. Con respecto a las características, detalla que tiene una potencia de 3400 Watts y una masa de 3 toneladas (incluyendo el combustible), y el peso tiene relación con el costo de lanzamiento. La relación entre la potencia y el peso definen la evolución tecnológica. El satélite operará en órbita geoestacionaria de 71,8° Oeste y su vida útil estimada es 15 años.

El informe puntualiza que todo el diseño fue hecho en la Argentina y que durante su desarrollo fue necesario tomar la decisión de comprar o fabricar algunas partes. En este sentido, consigna que la carga útil es de origen francés mientras que la propulsión es alemana. Toda la integración fue hecha en la Argentina, también los paneles, la estructura, que tiene una tecnología especial de fibra de carbono. La computadora de actitud, considerada el corazón del satélite, fue desarrolla por INVAP al igual que es propio el software con el que se lo opera.

Otro punto que remarca la Facultad de Ciencias Exactas es que el control total del satélite quedó a cargo del equipo de la Estación Terrena Benavídez de la empresa ArSat-1. El personal de control irá ampliando la órbita y acercándola al plano ecuatorial hasta los 36.000 kilómetros de la Tierra.

"La clave es usar bien el combustible" -agrega el documento- porque el 80% del combustible del ArSat-1 se consume durante el primer mes para llevar a la posición final al satélite en tanto el 20% restante es el que determina su vida útil. "Esos 15 años proyectados dependen de la eficiencia con la que se realiza la primera operación. El satélite envía constantemente unas 100 variables de información que es necesario interpretar para darle el impulso mínimo y necesario para llegar a la posición final consumiendo el menor combustible", explica.

En lo que hace al futuro inmediato, en 2015 se viene ArSat2, que ya está avanzado en fase de prueba, con una estructura tecnológica del primero pero más compleja. Integra tres antenas de comunicación y una carga útil con cobertura hemisférica, que llega desde Argentina hasta los Estados Unidos, ampliando sus posibilidades de servicio. Y luego seguirá ArSat3, que está pensado para que empiece a dar servicio en cinco años: prestación de conexión de internet de banda ancha de calidad y a precio razonable en toda la extensión argentina. En 2018 se espera enviar un satélite híbrido y, en 2021, otro únicamente eléctrico. Esta secuencia permite concluir que la apuesta por la tecnología y la ciencia llegó para quedarse. Un acierto. 

Autor: REDACCION

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