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Simple y totalmente, amar


POR HUGO BORGNA
Pocas cosas hay tan inasibles y necesarias, como amar.
Así lo percibe Analía Marzioni en “Amar”, libro impreso en Editorial Dunken que, en un conjunto de casi 90 páginas, entrega 52 poesías surgidas de un interior sensitivo, reflexionando sentimientos en un camino a las profundas vivencias.
“Te quiero un montón / así de simple y sin vueltas / sin tapujos ni vergüenzas / Te quiero hace rato / ni recuerdo desde cuándo / quizás fueron las palabras / las miradas o las manos / Quizás fue el silencio / pensándolo bien, tal vez todo eso / Te quiero y no me importa / mejor dicho, qué bueno que lo siento / No es que fuera lo mismo / quise decir… / qué bueno que te quiero” (Debo confesarlo, página 3).
La poesía es aire y va al aire, diría el emblemático Bécquer, con esa personal síntesis para poner ante la vista –cosa difícil es personalizar el sentimiento- algo que acompaña, domina y controla, satisfaciendo totalmente sólo algunas veces.
Una base teórica sostiene que el contenido, cuanto más hondo más debe insinuarse para que el lector también participe en la búsqueda de la idea originaria. Este modo de ver supone que la complejidad, por el solo hecho de crear un camino intrincado hasta la sensación originaria, produce textos más interesantes.
También es necesario decir que esa misma base reconoce que el camino hacia la más ajustada síntesis es la palabra: el sonoro nombre de las cosas que quita del medio ideas paralelas y coloca el concepto en el vocablo preciso y potente.
Analía Marzioni se expresa en forma transparente mostrando la verdad inconfundible. Pero si bien se advierte claramente la intención, abre accesos paralelos apoyándose en especie de técnica propia de la narrativa; la idea, como un personaje concreto, hace una trayectoria con ramas propias que confirman la idea total de algo parecido a un árbol literario: juega con la frase larga (“Sin pretender nada más que me prestes la mirada”, “Quiero que todos tus silencios tengan tu música”) y, por otra parte, toma el soporte de la oración unimembre, combinándola con el recurso siempre eficaz de la reiteración (“Ama / simplemente ama / con la fuerza de mujer / ama / a quien te merece / ama / a quien te parece / ama / … no escatimes /no resguardes para otro momento / …No se muere de amor /… se renace / se cree / Ama”, “Como un arco sin flecha /… / Redondo / Sin principio / ni fin / cálido / abarca / rodea / satisface / engrandece / contiene / el abrazo”).
Como no se puede reclamar que la verdad de la escritura está en uno solo de los extremos del péndulo (simplicidad pura o idea elaborada) cuando se está frente al texto surgido del alma habrá que considerar, no el rígido molde como límite, sino la libertad creativa cuando la asume decididamente cada autor.
Si bien Gustavo Adolfo llega a la conclusión, casi definitiva, de darle cuerpo al concepto (cuando dice “poesía eres tú”), Analía Marzioni en “Amar” toma el camino de analizar y sentir, comprendiendo que también, por la imprecisión de que está compuesto lo esencial, se puede concluir también que poesía es Poesía.

Autor: REDACCION

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