Editorial

Siempre la droga

En lo que va del año se llevan secuestrados por parte de las fuerzas de seguridad 5.782 kilogramos de cocaína, lo cual tiene un valor de mercado de 227 millones de pesos, y más de 81.774  kilogramos de marihuana. Con esto, cuando todavía restan contabilizar los dos últimos meses, la incautación de estas drogas ha sido mayor que en todo el año 2010, lo cual da una muy clara idea respecto al incremento que va teniendo este flagelo en el país.

Queda de tal manera absolutamente desvirtuada aquella idea que se trató de imponer respecto a que el nuestro era un país de tránsito de la droga, quedando bien definido que puede ser en parte, porque es también un fuerte centro de consumo.

Para el secuestro de esos casi 88.000 kilos de droga participaron en una amplia cantidad de operativos, uniformados de Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria, personal que sostiene una abierta lucha contra el narcotráfico, aún cuando muchas veces queden al descubierto organizaciones en las cuales tienen participación miembros de fuerzas de seguridad, o bien aspectos no claramente investigados que quedan bajo sospecha, como por ejemplo el caso del avión con 900 kilos de droga que despegó desde la Argentina con destino a España, cuyos responsables se encuentran aún detenidos y sin que el caso haya sido esclarecido en cuanto a las conexiones locales.

Volviendo al ámbito estrictamente nacional, digamos que esos 5.782 kilos de cocaína que se llevan incautados en los diez primeros meses del año, superan a los 5.353 de todo el año pasado, significando una diferencia de 429 kilos, ocurriendo otro tanto, incluso más pronunciado en la proporcionalidad, con la marihuana. Es que los 81.774 kilos de estos primeros meses son 4.556 kilos más que los 77.218 de todo 2010.

Una parte proporcional de esta droga secuestrada corresponde también a nuestra región, recordándose por ejemplo el caso que tuvo a su cargo resolver personal de Gendarmería del Escuadrón Ceres, cuando días pasados se hizo de 14 kilogramos de cocaína que era trasladado por una persona en un colectivo que tenía por destino Rafaela. Con ello, aunque es probable que no haya tenido relación en este caso, significamos que aquí también la droga es moneda corriente.

Los operativos, tanto de Gendarmería en la ruta 34, una vía de comunicación que es clave para el transporte de la droga que procede desde el norte del país, ingresada en muchos casos por los enormes agujeros negros que tiene la frontera con Bolivia, e incluso con Paraguay, como así también los efectuados por la Brigada de Drogas de la policía local, son una muestra fehaciente del consumo que existe en nuestro medio.

Un problema que aún teniendo la atención de las autoridades, no sólo no ha disminuido en su volumen, si no que se ha ido incrementando. Es que resulta altamente factible que la sola participación policial en la resolución de una problemática tan compleja sea muy escasa, requiriendo también de otros esfuerzos, como por ejemplo de las autoridades de la ciudad, de la justicia, del personal docente de los establecimientos educativos, y por sobre todas las cosas, de los núcleos familiares, especialmente en aquellos casos donde haya adictos o potenciales adictos.

Los padres, que a veces en tiempos de tantas urgencias llegan a tener un cierto desentendimiento del control  y las exigencias de sus hijos, son quienes deben recuperar el timón que les permita controlar lo suficiente como para luego evitarse sorpresas desagradables, y además, en aquellos casos de tenerlas asumirlas debidamente para solicitar la ayuda que corresponde, de parte de personal con la capacitación, experiencia y profesionalidad suficientes para dar las mayores posibilidades de alcanzar una solución del problema.

La prevención es una de las vías de mejor resultado para la droga, aunque siempre se está a tiempo cualquiera sean las circunstancias. Motivo por el cual el permanecer alertas, el controlar con sigilo y discreción, el brindar la posibilidad de un sinceramiento, son elementos que los padres, y también los familiares, deben poner en práctica. Es el comienzo de todo, para que después puedan abordarlo las autoridades de la ciudad, y también de manera muy especial, en las escuelas. Se trata en definitiva de una red en la cual todos son igualmente importantes y responsables.

Por cierto, una lucha que merece darse.

Autor: Redacción

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