"Rafaela es un cliente más", una definición que quedó resonando fuerte en nuestra ciudad, cuando la pronunció el ministro José Garibay, respecto a las condiciones en que se encuentra Rafaela con la empresa Aguas Santafesinas SA, la prestadora de servicios sanitarios en nuestro medio. Tuvo, en tal sentido, algunas duras respuestas, como la formulada por el secretario de Gobierno Delvis Bodoira, quien le puntualizó lo desacertado de esa declaración, ya que Rafaela no es un cliente más de la empresa, sino que se encuentra bajo condiciones muy desventajosas respecto a las demás ciudades que son atendidas por ASSA. Algo que viene desde hace muchos años, en realidad, desde que el acueducto que viene desde Esperanza dejó de ser suficiente para abastecer la demanda de agua de los rafaelinos, que vienen sufriendo la falta de agua desde hace casi dos décadas. No habiendo alcanzado a solucionar, ni siquiera medianamente el problema, la instalación de plantas de ósmosis inversa, las que, de todos modos, significaron un aporte, pero insuficiente.
La única solución integral y definitiva, es el nuevo acueducto que ya está concluido en su primera etapa, llegando desde la planta de toma de agua en Desvío Arijón hasta Santo Tomé y Sauce Viejo, estando previsto un segundo tramo entre esta última referida y Rafaela, pero para eso falta la financiación, algo decisivo para poder encarar la obra. Siempre se dice que está cerca, que pronto comenzará la obra, pero siempre vienen sumándose postergaciones, una detrás de otra. Sin olvidar además, que una vez concretada esta posibilidad, la obra desde Santo Tomé a Rafaela demandará también un tiempo para llevarla a cabo, estimado en dos años, por lo cual esta solución final requiere de mucha paciencia en la espera, y tal vez, con varios veranos, que es cuando la prestación prácticamente se cae en la ciudad.
Y además, se necesita de una total reparación de la red de distribución domiciliaria, ya que la misma y según un estudio que había realizado un equipo de la UTN Rafaela, tiene cerca del 50% de pérdida debido a las pinchaduras y problemas en toda su traza, lo que se dice, para definirla mucho más acertadamente, un verdadero colador.
Pero además de todo lo expuesto, se conoció -merced a un nuevo documento que el intendente Luis Castellano le entregó al gobernador Miguel Lifschitz en una de sus recientes visitas a la ciudad- que de los 38 barrios de Rafaela, apenas 5 de ellos tienen la presión de agua que está dispuesta por ley, quedando los restantes 33 en condiciones deficientes. Una verificación que realizó el propio ENRESS la última semana de diciembre último en nuestra planta urbana.
Pero además, se planteó que las próximas facturas por el servicio de agua sean con los descuentos que corresponden, ya que así lo establece le ley de concesión del servicio y también una resolución del propio ENRESS, el ente regulador del servicio.
La presión de agua que debe proporcionar ASSA, recordamos que es por ley y no por el antojo de nadie, debe ser superior a los 7 metros, mientras que en el relevamiento realizado, en muchos casos, esa presión apenas llegó a superar un metro, lo cual pone en indiscutible evidencia las deficiencias que la prestación del servicio tiene en nuestra ciudad, estando muy lejos de esa desafortunada frase "Rafaela es un cliente más". Es cierto que en un sentido figurado es un cliente más, al igual que las otras 14 ciudades que son atendidas por la empresa acuífera en la provincia, pero un cliente desafortunado en el servicio que recibe, no estando por lo tanto en las mismas condiciones que el resto.
El pedido que se formula en cuanto al descuento en las tarifas es más que justo, y además con el apoyo de la ley, lo cual lo torna indiscutible, pero en realidad lo que los rafaelinos pretenden es que el servicio se normalice, lo cual además, permitirá que Rafaela pueda continuar creciendo, ya que ahora está limitada por este servicio inadecuado.
Ojalá llegue de una buena vez esa financiación para seguir extendiendo el acueducto con origen en Desvío Arijón, lo que si pondrá punto final al problema. Claro, que aún pueden pasar años, y la paciencia está muy deteriorada.