Editorial

Sida, no bajar la guardia

Desde que se convirtió en una epidemia a nivel global, el Sida causó más de 35 millones de muertes según las estimaciones oficiales, muchos de ellos en los años 80 y 90 cuando se expandió a mayor velocidad y el sistema científico de salud no podía encontrar drogas para su tratamiento. Si bien su poder de fuego ha sido recortado en los últimos años a partir del desarrollo de medicamentos que permiten un estado de control, los gobiernos consideran que aún queda mucho por hacer. 

En la 22ª Conferencia Internacional sobre el Sida que comenzó el lunes en la ciudad holandesa de Amsterdam -y que continuará hasta este viernes- se coincidió en que más dinero, más prevención y menos represión a la población en riesgo constituyen las ejes principales de una estrategia coordinada para evitar un rebote de esta epidemia. Miles de delegados entre investigadores, activistas y personas portadoras de este virus mortal participan de este encuentro de cinco días marcado por las advertencias sobre los riesgos de la autocomplacencia y la falta de fondos.

La conferencia internacional busca, además, capitalizar el poder de activistas famosos como la actriz Charlize Theron, el cantante Elton John o el príncipe Enrique de Inglaterra para impulsar un combate que según los expertos están perdiendo terreno en algunas partes del mundo. Basta remitirse a las pruebas para dar fundamento a esta preocupación: desde 2010 se incrementaron 30 por ciento las nuevas infecciones en Europa del Este y el Centro de Asia. ¿Las causas? El aumento de los casos el HIV -tal la denominación del virus del Sida- obedece en gran medida al uso de drogas inyectables. Pese a que los avances en materia de la ciencia y de los equipos de investigación en salud parecen darse a mayor velocidad, en la práctica las victorias contra el Sida no abundan. En este marco, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus, advirtió de que no se cumplirán los objetivos 2020 de la ONU relativos al sida "porque hay demasiados lugares en el mundo donde la gente no obtiene los servicios de prevención y tratamiento que necesitan".

Según las estadísticas oficiales, en la actualidad 36,9 millones de personas viven con el virus VIH, esperando que no se agrave convirtiéndose en sida. Además, casi tres de cada cinco siguen tratamientos antirretrovirales para evitarlo, la proporción más alta jamás alcanzada. Y el número de infecciones se reduce y, por primera vez desde que comenzó el siglo, el total de muertes anuales fue inferior al millón en 2016 (990.000) y de nuevo en 2017 (940.000).

Sin embargo, estos avances conllevan una relajación en la prevención, lo que, unido a una reducción de la financiación internacional, hace temer un rebote. Al respecto, el año pasado se dedicaron 20.600 millones de euros a programas de lucha contra el sida en países con ingresos bajos y medios, que financiaron por sí mismos un 56% de los programas, según Onusida.

De todos modos, el organismo de la ONU de lucha contra el sida estimó que faltan 7.000 millones de dólares por año para que esta enfermedad deje de ser una amenaza para la salud pública mundial para 2030. En este contexto, la comunidad de investigadores y de asociaciones temen sobre todo que se reduzcan los aportes estadounidenses teniendo en cuenta los cambios del gobierno de ese país desde que Donald Trump fue elegido presidente del mismo.

De acuerdo a lo que se mostró en la cumbre de Amsterdam, la mejora generalizada que se evidencia en el mundo de la situación de la epidemia esconde las fuertes disparidades existentes. Es que las infecciones están al alza en una cincuentena de países, ya sea por la falta de prevención o debido a las represivas legislaciones contra las poblaciones de riesgo, como homosexuales o toxicómanos. Por eso las asociaciones presionan a los responsables políticos internacionales para que dejen de reprimir la toxicomanía y privilegien los programas de reducción de riesgos, proporcionando por ejemplo jeringuillas estériles o las salas de consumo. Coalition PLUS sostiene que la guerra contra la droga es la mejor aliada de las epidemias de VIH y de hepatitis virales y condujo a una verdadera catástrofe sanitaria.

Así las cosas, se necesitan más y mejores herramientas de prevención y tratamiento para esta pandemia hasta tanto se descubra una vacuna preventiva, uno de los objetivos de los equipos de salud y de los laboratorios. 





 

Autor: REDACCION

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