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Ser pacífico no implica ser inofensivo

JAVIER MILEI. El Presidente, el martes, al hacer un balance de su primer año de Gobierno y anticipar trazos de sus planes para 2025.
Crédito: FOTO ARCHIVO

Por Guillermo Briggiler

El primer año de gestión del nuevo gobierno argentino ha dejado un balance con avances significativos en diversas áreas clave para el desarrollo económico y social del país. Desde la estabilización macroeconómica hasta la promoción de la competencia en todos los niveles, estas medidas buscan sentar las bases para un crecimiento sostenible.

Una de las políticas más destacadas de este primer año ha sido la implementación del bi-monetarismo, que permite a los ciudadanos y empresas operar tanto en pesos como en dólares de manera legal y transparente. Esta medida ha dado flexibilidad al mercado y ha reducido la incertidumbre cambiaria, facilitando transacciones, inversiones y ahorro. Además, en lo que era de por sí una práctica ya generalizada, las operaciones en torno a vehículos, inmuebles y grandes operaciones se pactaban en su gran mayoría en dólares. Lo inesperado de esto es el fortalecimiento del peso, ya que todos apostaban a que el dólar gane la competencia de monedas.

La inflación, históricamente alta en Argentina, comenzó a ceder gracias a una serie de reformas estructurales. Entre ellas, la reducción del gasto público a través de recortes presupuestarios selectivos, la liberalización de mercados y un programa agresivo de apertura comercial. Esto permitió que, por primera vez en años, la inflación mensual descendiera a niveles de un dígito, estabilizándose entre el 2 y el 3% en los últimos meses de 2024 -en noviembre se ubicó en 2,4%, con leve descenso respecto a octubre cuando fue 2,7%-. La eliminación de subsidios distorsivos y el fortalecimiento del peso mediante una política monetaria más estricta jugaron roles clave. Además, la previsibilidad económica generó un entorno favorable para inversiones tanto locales como extranjeras.

La competencia es el nuevo motor de cambio

El aumento de la competencia, una de las prioridades de este gobierno, ha impulsado a distintos sectores económicos a reevaluar sus estrategias y buscar formas de destacarse en un mercado cada vez más dinámico. La frase "ser pacífico no implica ser inofensivo" refleja el espíritu de estas políticas, invitando a comerciantes, pequeños prestadores de servicios y empleados en relación de dependencia a actuar de manera proactiva para mejorar su posición.

En un contexto donde la competencia se ha intensificado y la inflación que disimulaba errores ha disminuido, los comerciantes deben centrarse en ofrecer un valor diferencial. Esto implica, mejorar la experiencia del cliente, innovando en la atención personalizada y digitalizando procesos para facilitar las compras. Diversificar la oferta, incorporando productos exclusivos o adaptarse a las necesidades locales con mayor rapidez. Optimizar costos, analizando las cadenas de suministro para reducir gastos y ofrecer precios más competitivos.

También los prestadores de servicios, como lavaderos de autos, taxis, o pequeños emprendimientos enfrentan desafíos similares y pueden adaptarse, invirtiendo en tecnología que agilice los procesos, como aplicaciones para reservas o sistemas de pago digital. Además, fortaleciendo la fidelización, esto es construir relaciones sólidas con los clientes mediante programas de recompensas o descuentos exclusivos. Y con capacitación técnica, es decir mejorando habilidades específicas, como técnicas de limpieza avanzadas o conocimiento del mercado turístico local, para destacar frente a la competencia.

Pero también la competencia es válida para los trabajadores en dependencia, y aunque a algunos no le guste, debería incluir a los trabajadores del sector público. El mercado laboral está en transformación, y la competencia exige a los empleados tomar un rol activo en su desarrollo profesional. Esto es, capacitarse continuamente, aprovechando cursos, diplomaturas o certificaciones que amplíen las habilidades y aumenten la empleabilidad. Tener un desempeño destacado, aportando soluciones innovadoras y cumpliendo objetivos con eficiencia para aspirar a promociones internas. Y sin dudas, tener una proyección estratégica, esto es identificar oportunidades en áreas de crecimiento dentro de la empresa o en el mercado laboral en general, preparándose para ocupar posiciones más desafiantes.

En este nuevo esquema, el mensaje es claro: cada actor económico debe ser activo en la búsqueda de la excelencia. La competencia no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también promueve un entorno donde la innovación y el esfuerzo personal son recompensados.

En el plano internacional, el gobierno renegoció exitosamente compromisos financieros con el Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales, logrando un alivio en los pagos de deuda a corto plazo y abriendo nuevas líneas de financiamiento. Además, Argentina se consolidó como un destino atractivo para inversiones extranjeras en sectores como la minería del litio, la energía y la economía del conocimiento.

Por su parte, en el ámbito productivo, con una buena cosecha y la baja en las tasas para préstamos contribuyó a un año bueno en exportaciones, especialmente en productos agrícolas y energéticos, gracias a mejoras en infraestructura y acuerdos comerciales. La finalización del gasoducto Perito Moreno (hasta hace un mes se llamaba 'Presidente Néstor Kirchner') avanzó significativamente, posicionando a Argentina como un exportador clave de gas natural.

Si bien los desafíos estructurales persisten, el primer año de gestión ha sentado algunas bases más sólidas para una economía más estable y competitiva. Resta volverla más inclusiva y aumentar el fomento de la producción nacional.

El desafío todavía es mayúsculo.

#BuenaSaludFinanciera

@ElcontadorB

@GuilleBriggiler

Autor: 454140|

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