Por Hugo Borgna
Algunos creativos del dibujo se pueden dar el gusto de ser padres y abuelos de un personaje, y de ser autores de varios tipos que, con generosa vida propia, llegan a tantos seguidores de tiras. Ellas también son parte necesaria de su espacio diario.
Ramona es un ejemplo de supervivencia a lo largo de varias generaciones, con un padre allá, lejano, y una madre que lo heredó y sigue poniéndolo en los ojos de lectores que, como primera sección, eligen leer Ramona. Lino Palacio fue padre y abuelo del personaje nacido en la década del 30: cedió los derechos a sus hijos Cecilia y Jorge para que continúen con el dibujo y la vida; de Jorge Palacio para “Cicuta” y de su hija Cecilia para Ramona.
Ahora que hemos cumplido, aunque mínimamente, el requisito de presentarla junto a su gallega prosapia, podemos pasar a otros aspectos de su vivir.
¿Cómo nació y cómo es Ramona, la sobreviviente a la tragedia de Lino Palacio, los cambios de la historia, el desarrollo de las ideas que fueron llegando y a la estética del dibujo?
Sería muy simple decir que es por momentos “buena” y por otros agresiva. En su mundo limitado, compuesto por sus patrones, su novio Jesús -apenas trascendente en el grupo- y algún personaje solo ocasional, caben todas las alternativas.
Dicen que esta gallega es producto de la inmigración, con poca ilustración y capaz de preguntarse por qué los próceres de aquí tienen nombre de calles. ¿Es por eso ingenua? ¿o solo poco informada? Se ha llegado a decir que una Ramona trabajó en casa del primer autor de la tira y que barría las escaleras de abajo hacia arriba.
La idea de una Ramona ingenua no tiene demasiado asidero. Ella, en una tira, escucha a la patrona cuando le dice que va a comenzar un régimen para conservar la silueta. Ramona, poniendo una mirada torcida, le pregunta a su vez, si no sería mejor que hiciera algo para mejorarla.
Esa Ramona es agresiva. Y hasta se puede concluir que sin necesidad; la ingenuidad y la simpleza de carácter no necesariamente muestran el mismo aspecto de la personalidad, y a la vez se nota que se ha abierto una puerta para definir otro enfoque conceptual.
La mentalidad de Ramona es también apta para elaborar sutilezas. Queda expresado cuando, estando la patrona y Ramona mirando una luna muy clara, dice la patrona que la luna tiene tanta luminosidad que se pueden ver todos los detalles de la cara lunar que están tan a la vista. Ramona, seria, contesta que los vecinos del departamento de enfrente, entonces, estarán en condiciones de ver no ya la cara, sino la nuca de la luna.
(Para que se entienda claramente la luminosidad de la idea, habrá que recordar que por muchos años el ejemplo más nítido para señalar algo decididamente imposible, se usó la comparación. Se decía “esto es imposible como verle la otra cara a la luna” y quedaba cerrada la idea. Todavía no habían llegado a concretarse los viajes espaciales, que aportaron no solo relojes digitales sino también que rompieron el absoluto ejemplo de la cara oculta de la luna.)
Volvemos a Ramona, su origen y conclusiones de todo tipo. La virtud de personaje y la habilidad de sus dibujantes mantuvieron las facciones de la emblemática mucama prácticamente sin modificación, desde sus primeras apariciones en La Opinión de Buenos Aires. Sí, se han estilizado, procurando darle una cierta belleza.
Los lectores pícaros, expertos en las lógicas “ramoniles”, algunas veces aciertan el filo conceptual que cierra cada historieta. Pero Ramona siempre tiene un recurso más en su plumero.
Sigue sorprendiendo en los remates de cada tira.