Por Hugo Borgna
De la muy poblada historia de las letras para ser cantadas, hay muchísimo para decir. aún sin estar bien entonados. Hace un tiempo muchas principalmente invitaban a bailar, fue antes de la era del rock and roll (de verdad, oídos rockeros, antes de ese tiempo ya existía la música).
Las letras, en la mayoría de los casos, eran un componente necesario para dejar grabado, en los oídos de la gente, un título para tener presente cuando fueran a la disquería (queda claro, no era lo que luego se llamó “boliche” o “disco”, sino un negocio que vendía discos) y las letras reavivaban en las parejas, cuánta pasión los unía, estén o no bailando.
Pero el mensaje social, como el amor, siempre fue más fuerte.
Se puede agregar que también más abarcador. Desde la inspiración universalmente porteña de Eladia Blazquez –con sueños de barrilete y pies bien en la realidad- llegaron propuestas para escuchar con los oídos del alma y responsabilidad en el vivir, con respeto incluido. Desde vecinos cercanos (Todo cambia, del chileno Julio Numhauser) se instaló ese aporte adicional hacia los contenidos y la música en igual nivel. Aquí, Lito Nebbia demostró que Solo se trata de vivir; Mercedes Sosa hizo atemporal la necesidad de darle Gracias a la vida, León Gieco sigue haciendo su pedido a Dios y Héctor Negro estimula con “Levántate y canta”.
“Si algún golpe de suerte a contrapelo / a contrasol, a contraluz, a contravida / se torna pájaro que quiebra el vuelo / y te revuelca con el ala herida”.
Nació en Buenos Aires en marzo de 1934 en Belgrano y vivió hasta una semana antes de que comience la primavera del 2015.
“Y hay tanto viento para andar las ramas / tanto celeste para echarse encima / y pese a todo vuelve la mañana / y está el amor que su milagro arrima”
En su trayectoria se lo ubica como poeta, periodista, docente. También especializado en tango y poesía surgidos en su ciudad, Buenos Aires.
“Por qué caerse y entregar las alas / por qué rendirse y manotear las ruinas / si es el dolor al fin quien nos iguala / y la esperanza quien nos ilumina”
Su trayectoria está poblada de reconocimientos y premios. Perteneció al grupo de creadores que dieron a la canción de hoy (no sólo al tango, aunque con eso sería suficiente para valorar su mensaje) una dimensión más humana, con luz exterior que conquistó el sentimiento cantable.
“Si hay un golpe de suerte a contrapelo / a contrasol, a contraluz y a contravida / abrí los ojos y tragate el cielo / sentite fuerte y empujá hacia arriba”
Puede ser un prejuicio, pero se sigue discriminando el concepto de mayor o menor arte si la poesía es musicalizada o, de otro modo, que sea compuesta en base a una música recién nacida que necesita palabras para expresarse; hay muchos temas que son clásicos de hoy.
Los autores nunca fueron (suponemos) marginales que por casualidad encontraron una pauta para decir y un público que se sintió identificado. Muchos son personajes de la cultura.
Pudo haber existido una utilitaria servilleta en un café, pero en todo caso es un modo casual.
Todo pasa por la idea de libertad: que ningún factor de contacto pueda interferir en la limpieza creativa de origen; que la palabra vuele con luz propia y siembre belleza en los pentagramas.
Alguna o varias veces, observando el panorama de la poesía y de la música, pudo haberse calificado a la poesía como arte separado: si se la pone en letra para canto ya no es tan libre.
Es una cuestión para mirar con lente de aumento y conversarla a fondo.
Mientras, sigámonos regalando los sentimientos con lo que suena y queda.