En esta oportunidad, en el Editorial no vamos a ocuparnos ni del coronavirus, ni de la política, ni tampoco de la economía.
Ya le destinamos generosos espacios al tratamiento de esos temas, de rigurosa actualidad y que nos preocupan a todos.
Tampoco haremos referencia a la grieta, que se profundizó durante los últimos días, a partir de las acusaciones cruzadas del oficialismo y de la oposición, quienes se dispararon con munición gruesa luego de un breve romance.
Hoy, el deporte ocupa el centro de la escena, en un tiempo de pandemia que se extendió más de lo previsto inicialmente, aunque las circunstancias, por estas horas, ponen de manifiesto que la situación es más preocupante.
Concretamente, nos referimos a los atletas que lograron asegurarse un lugar, por méritos deportivos, en los Juegos Olímpicos, que se debían realizar este año y que, por la propagación del Covid-19, se trasladaron para 2021.
La sede de Japón se mantiene, aunque crece la incertidumbre sobre la disputa de la competencia polideportiva más importante del planeta, habida cuenta que se viene asegurando, cada vez con mayor frecuencia, que en varios países aún no llegó el pico y en otros se constataron rebrotes del virus.
En el caso de los deportistas que representarán a nuestro país en el Imperio del Sol Naciente, expresaron su malestar por no tener la posibilidad de entrenar, con lo que están otorgando una ventaja considerable.
Todas las disciplinas, a través del Comité Olímpico Argentino, presentaron en tiempo y forme los protocolos requeridos, para que los atletas dispongan del tiempo suficiente para llegar en las mejores condiciones a la cita olímpica.
Desde el Ministerio de Turismo y Deportes, cartera que tiene como responsable a Matías Lammens, el ex presidente de San Lorenzo y candidato a intendente porteño en las últimas elecciones, se informó reiteradamente que se estaba considerando esa impostergable necesidad.
Desde hace varios días, incluso, se aseguró que solo restaba una firma, la del ministro coordinador Santiago Cafiero, para la respectiva autorización. Sin embargo, el último trámite, al menos hasta ayer, no se había concretado.
Delfina Pignatiello, la nadadora que le otorgó más medallas doradas a nuestra delegación en los Juego Panamericanos de Lima, ya avisó que su ilusión de realizar una buena performance es casi utópica en Tokio.
En medio de la falta de respuestas, la provincia de San Juan se ofreció para que los atletas puedan entrenar en esa jurisdicción, pero todo quedó en una buena intención de las autoridades de la provincia cuyana.
Otros deportistas también se hicieron oír, como el experimentado Santiago Lange, campeón olímpico en vela junto a Cecilia Carranza en Río 2016, que afirmó con absoluta certeza que de ninguna manera van a poder repetir aquella conquista de hace cuatro años en Brasil.
Las dificultades no se remiten exclusivamente a quienes practican actividades individuales, sino además a los deportes grupales.
En las últimas horas se conoció que Las Leonas volverían a los entrenamientos en Mar del Plata, pero antes tendrían que pasar por tres semanas de controles sanitarios, para entonces sí volver a disfrutar de una cancha de hockey.
La ventaja que le están otorgando nuestros atletas a sus pares de otros países, que ya están trabajando con normalidad y con la mente puesta en Tokio, es descomunal, según definieron algunos de los clasificados a esa instancia, indudablemente la que aguardan con lógicas expectativas.
Los ciclos olímpicos, se expresó en innumerables ocasión, son excesivamente largos, teniendo en cuenta que la competencia se desarrolla cada cuatro años, y requiere de una intensa preparación, como para establecer las marcas requeridas como primer desafío, para después sí representar al país.
Es difícil entender, por ejemplo, cómo en la Ciudad de Buenos Aires, se hayan autorizado las salidas de los runners, que en su primer día de flexibilización desbordaron todas las previsiones, y no puedan entrenar quienes estarán defendiendo nuestra bandera en los próximos Juegos Olímpicos.
La comparación, tal vez pueda resultar odiosa, pero tiene mucho de realidad. No estamos, de ninguna manera, en contra de las personas que corren para mantener su estado físico o por razones de salud, pero está claro que las discriminaciones son muy significativas.
¿Hace falta dilatar tantos días la firma de una autorización para que los atletas de elite sigan dilatando su propia cuarentena? Seguramente, quienes así lo decidieron, tendrán sus razones para justificar esa demora.
Lo real y concreto, volvieron sobre el eje de este comentario, es que, como en otras tantas cosas, en el deporte también estamos dando ventaja.