No hay dudas, el sector agroindustrial es el gran traccionador de la economía, tal vez debería decirse como ha sido siempre, ya que luego del primer año del gobierno de Mauricio Macri y tras los cambios introducidos dentro del sector con la eliminación de retenciones y todas las trabas que se le habían impuesto en los años de la administración kirchnerista, la respuesta ha sido altamente positiva, con un dato clave: este año se obtendrá la cosecha más elevada de la historia, con récords absolutos en la producción de maíz y trigo.
Pero no sólo de granos se trata, ya que como bien lo señala Héctor Huergo en una reciente publicación del suplemento rural de Clarín, en una de las grandes muestras del sector que hay en el año, como Expoagro, se registraron negocios por 2.000 millones de dólares, lanzándose los productores a invertir en bienes de capital, lo cual no hace otra cosa que asegurar un creciente flujo de granos y carnes tanto en el corte como mediano plazo. Claro, siempre y cuando se mantengan las actuales condiciones de aliento a la producción, lo que por supuesto se descuenta.
De tal manera, se puntualiza, es retomado el fuerte proceso de intensificación de la producción del campo que se había generado en los años '90 pero que se derrumbó en 2008, cuando el intento de aplicación de las retenciones móviles, que abrió un fatal frente de lucha entre el sector y el gobierno de Cristina Kirchner, el cual dejó como consecuencia un perjuicio enorme para el país, y por lo tanto a la gente, que es siempre la principal perjudicada.
Desde el inició del duro conflicto, aumentó levemente la siembra de soja -el "yuyo", se recuerda-, pero fue disminuyendo drásticamente el trigo y el maíz, lo cual significó un estancamiento de la cosecha en los 100 millones de toneladas entre 2008-2016. Tras la recomposición de relaciones dispuesta por el actual gobierno, ahora se comprueba la respuesta en los números, pues este año la cosecha será al menos de 130 millones de toneladas, recuperando el estancamiento que hubo de todo ese tiempo a razón de 2 millones de toneladas anuales. El maíz pasó de 23 a 37 millones de toneladas y el trigo de 11 a 18, manteniéndose en cambio en 56 millones la soja.
De todos modos, y aún con el panorama descripto, no todo son rosas, pues se necesitan más toneladas de productos, es decir granos, para pagar fertilizantes, herbicidas, tractores o cosechadoras, una relación que no es la misma de antes.
Un informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos da cuenta que la existencia global de granos está en niveles muy holgados, lo cual anticipa que bajarán los precios -tal como vino ya ocurriendo-, y que se mantendrán por un tiempo al menos un 40% más bajos que hace cinco años. Lo cual, es cierto, puede ser alterado por nuevas condiciones que se puedan ir registrando, especialmente de orden climático, lo que no modifica sin embargo el resultado inmediato de una gran cosecha en Estados Unidos, además de los récords de maíz y trigo tanto en Brasil como en la Argentina.
La demanda desde China seguirá siendo fundamental para la colocación de la producción, o bien parte de la misma, y como sostén del precio, recordándose que actualmente el gigante asiático adquiere 90 millones de toneladas, lo cual en dinero significa unos 40.000 millones de dólares. Algo que tiene respaldo en el enorme crecimiento que ha tenido el consumo de carne por parte de la población china -cuya clase media pasó a ser de 580 millones de personas-, debiendo ser los animales alimentados con gran parte de los granos que se importan, y al parecer, eso no tendrá cambios.
La respuesta de todo el conjunto del sector agroalimentario ha sido contundente, y como siempre muy rápida, siendo bastante más que los "brotes verdes" que se esperaban de toda la actividad económica, ya que una cosecha récord de 130 millones de toneladas, con una suba de un tercio con relación a la anterior campaña, es una muestra fiel del fuerte poder reactivador que tiene el campo.