Editorial

San Martín, su ejemplo

"Presiento que la América no olvidará el día que nos abracemos", concluía una carta enviada desde Perú por el general José de San Martín a Simón Bolívar, pidiéndole ayuda para vencer al último foco realista a la vez que acordando entre ambos un encuentro en Guayaquil, tras la negativa porteña de asistir al Ejército Libertador. Luego, y sin entrar en mayores detalles que son transcriptos por la historia, concretó la liberación de Perú aún sin combatir por el repliegue de las tropas españolas, declarándose en octubre de 1821 la independencia de ese país. Al año siguiente, San Martín volvió a reclamar auxilio a Buenos Aires, por segunda vez, siéndole negado por el entonces ministro de Gobierno Bernardino Rivadavia.

Una pincelada que sirve para puntualizar algunas reflexiones que mezclan el pasado y el presente, ya que ese abrazo fraterno entre los latinoamericanos, aún parece continuar esperando, al menos en la medida que lo pretendían los héroes de la gesta libertadora. 

El de hoy, es una día realmente histórico, ya que el 17 de agosto de 1850 -de lo cual se cumple el 163 aniversario- ocurría la muerte del general San Martín, uno de los grandes patriotas que tuvo la mayor responsabilidad en la liberación de los pueblos de América, en la localidad francesa de Boulogne sur Mer, alejado del reconocimiento y gratitud que merecía por haberla conseguido con una actuación ejemplar, sustentada en una vida austera, republicana y desbordantes ejemplos personales que marcaron un rumbo. En su vida confluyeron numerosas virtudes que trascendieron largamente su existencia, y que hoy y desde siempre, se muestran como la meta a seguir y alcanzar, con lo cual seguramente otro habría sido nuestro destino de grandeza, en todos los aspectos. De manera especial, en un sentido de unidad nacional que se ha visto tan alterado, como en este presente que nos toca vivir, donde la división entre los argentinos parece haberse convertido en un obstáculo indestructible. 

Es entonces más que nunca, que el ejemplo del Libertador y el pensamiento sanmartiniano deberían envolvernos a todos, sin ninguna clase de distinciones y diferencias, para alinearnos tras un sólo objetivo, tantas veces soñado y otras tantas frustrado. Ese gran abrazo que San Martín pretendía como símbolo de unidad para los latinoamericanos, es también una deuda en la Argentina.

En medio de una profunda crisis de valores, es que la figura de San Martín adquiere una mayor dimensión todavía, bajo su identificación como Padre de la Patria, quien desde su ejemplo dejó trascender valores y consignas que fueron sustentadas tanto con las palabras como con el ejemplo. Un buen momento entonces, para que hoy reflexionemos sobre lo que a cada uno nos toca y corresponde dentro de este presente de claras conmociones.

Es interesante entonces, compartir estas reflexiones con algunos de otros trazos históricos sobre la vida del Libertador, quien con sólo 4 años, el 6 de diciembre de 1783 viajó a España junto a su familia, donde realizó sus estudios y posterior ingreso al ejército español haciendo su carrera militar en el Regimiento Murcia. Tras combatir en el norte de Africa y ya con 34 años, partió a Buenos Aires donde creó el Regimiento de Granaderos a Caballo que lleva su nombre, obteniendo un resonante triunfo en San Lorenzo, reemplazando luego al general Belgrano en la jefatura del Ejército del Norte, desde donde concibió su plan de emancipación de América del Sur, en la creencia que la única forma de lograrlo era eliminar todos los focos realistas del continente.

Así se puso en marcha la epopeya liberadora, organizando el Ejército de los Andes con el cual cruzó la cordillera para liderar la liberación de Chile, pasando luego a Perú, donde junto a Simón Bolívar -los dos más importantes de la gesta de liberación- también se concretó el objetivo. San Martín partió entonces a Europa, falleciendo el 17 de agosto de 1850.

El paradigma de la identidad nacional, nuestro héroe máximo, hace hoy 163 años que partió hacia la inmortalidad histórica. Vale recordarlo como merece, especialmente su ejemplo, que se mantiene radiante y traslúcido a través del tiempo. Vaya entonces nuestro homenaje y reconocimiento al Libertador.


Autor: REDACCION

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