En la Argentina las cosas están complicadísimas para llegar a fin de mes, el Estado nacional tiene el crédito del sector privado prácticamente cortado y el único que le presta dinero es el Fondo Monetario Internacional (FMI) aunque hasta por ahí nomás. Constituye un enorme interrogante cómo piensan los candidatos a presidente recuperar una economía en crisis desde hace un año y medio en estas condiciones. Parecen tener un amplio discurso sobre lo que se debe hacer, igual que lo tenían en 2015. Cuatro años después, da la sensación de que se retrocedió más de lo que se avanzó al menos en el plano económico, aunque marcando que ni la desocupación ni la pobreza se iniciaron en la actual gestión de gobierno sino que se trata de problemáticas estructurales, como también lo es la inflación.
Un reciente informe de la consultora First Capital Group advierte que con la inflación arriba del 55% y los salarios perdiendo terreno de forma acelerada por paritarias congeladas, los consumidores argentinos se están endeudando cada vez más y en niveles récord con tarjetas de crédito para cubrir necesidades básicas. La operatoria en pesos con tarjetas de crédito registró un saldo de 456.283 millones pesos a fines de septiembre, lo que significó un incremento récord del 5,9% respecto del cierre de agosto último.
En este contexto, a pesar de la recesión y la caída del consumo minorista en torno al 15% anual, el crecimiento interanual del uso de las tarjetas de crédito para consumidor alcanzó el 28,3% anual en septiembre último. Según explica el reporte Producto de la recesión y del ajuste de precios, los consumidores han usado los plásticos mayoritariamente para financiar sus compras, impulsado por el programa 'Ahora 12' y en muchos casos para poder llegar a fin de mes. Este tipo de operaciones mantuvo su tendencia alcista por quinto mes consecutivo en septiembre, y los guarismos se van agravando a medida que pasan los meses, agrega el documento.
De todos modos, se observa un cambio en el perfil de la compra con dinero plástico. En otra etapa, la tarjeta de crédito permitía adquirir en cuotas sin interés electrodomésticos o artículos de tecnología con un alto valor. En cambio, ahora se utiliza para el pago de los alimentos que se compran en los supermercados ante la imposibilidad de hacerlo con dinero. Es decir, si la plata en poder de las familias se termina, se recurre al dinero plástico para llegar a fin de mes. Después está el tema de los vencimientos de las liquidaciones, que muchas veces tienen fecha en los primeros días de cada mes lo que hace imposible la cancelación en tiempo y forma por lo que se activan las tasas de interés bien elevadas.
Ante un mercado interno absolutamente deprimido, el crédito cortado para el Estado nacional y de imposible acceso para el sector privado por las altas tasas de interés, ¿cuál es la llave para salir de la crisis e ingresar en una etapa de crecimiento sostenido? Los especialistas consideran que las exportaciones representan una gran oportunidad para cosechar divisas genuinas para un país que ya no tiene inversores internacionales que le presten dinero debido a la falta de certezas de que pueda pagar intereses y devolver el capital.
Ahora bien, para vender productos argentinos al mundo se necesita que la economía mundial atraviese una instancia de expansión. Lamentablemente, las previsiones del FMI no son alentadoras para lo que se viene. La nueva directora gerente, Kristalina Georgieva, al dar su primer discurso al frente de la organización multilateral, consideró que los números reflejan una situación compleja a la vez que advirtió sobre una desaceleración económica este año "en el 90 % de los países del mundo".
En el marco de las jornadas previas a la Asamblea Anual del organismo, Georgieva sostuvo que espera para este año un crecimiento más lento en casi el 90 por ciento del mundo puesto que la economía global se encuentra ahora en una desaceleración sincronizada.
Georgieva hizo esta valoración una semana antes del inicio de la Asamblea Anual conjunta del FMI y el Banco Mundial (BM), en la que ambas instituciones presentarán sus proyecciones económicas y que congregará a los principales ministros de economía y banqueros centrales de todo el mundo. En su discurso, achacó a las disputas comerciales, como la guerra comercial entre Washington y Pekín, parte de la responsabilidad de esta desaceleración económica global, además de las diferentes tensiones geopolíticas y el posible impacto del Brexit. Así, aseguró que la guerra comercial entre Estados Unidos y China está pasando factura en la actividad económica mundial en general, y en el sector manufacturero en particular. Las dudas, entonces, es si en un mundo muy competitivo las empresas argentinas podrán ganar mercados en el exterior que permitan lograr superávits comerciales y se reduzca así la dependencia al financiamiento vía endeudamiento.