Editorial

Salarios, la discusión

El 2010 recién ha terminado y apenas ha transcurrido menos de un mes de este año, y ya se nota, al menos en términos políticos y sociales, que el 2011 será un año electoral. De qué otro modo sino se puede entender que Gobierno, sindicatos y empresarios ya hayan iniciado el debate en torno a los futuros aumentos salariales.
Ya en el cierre del año pasado, con los planteos de bonos y sumas no remunerativas, surgidos de no pocos gremios, se anticipaba que la discusión no tardaría en iniciarse este año. Pero lo que no deja de sorprender es que a tres semanas de haber dado las hurras el 2010, ya se estén tirando sobre la mesa, desde uno y otro lado, cifras y porcentajes.
Los primeros en salir a instalar la problemática fueron los sindicalistas alineados con la oposición. Puntualmente el gastronómico Barrionuevo, titular de la CGT Azul y Blanca y ladero del ex presidente Duhalde, y uno de los máximos representantes de la CTA, Pablo Micheli, de buena relación con políticos como Alfonsín, Stolbizer y Solanas, dejaron en claro días atrás que no aceptarán ninguna propuesta que se ubique por debajo del 30%, aunque la cifra deseada tal vez se acerque más al 35 por ciento.
Concientes de que constituye uno de los temas sociales más sensibles, y a la vez uno de los de mayor peso de la campaña electoral, los gremialistas opositores salieron rápidamente a marcar la cancha, con la certeza de que la sociedad, en su mayoría, respalda los reclamos que pueden llegar a representar una sensible mejora de su capacidad adquisitiva.
Pero el oficialismo, que también entiende que la problemática no puede desatenderse, salió rápidamente a responderle a la oposición. Si bien la Casa Rosada había dejado trascender su interés de que los acuerdos estuvieran en torno al 18 ó 20 por ciento, el primer número concreto provenientes de las filas oficiales fue aportado por la CGT a través de su secretario de Capacitación, Juan Carlos Schmid, quien expresó que las subas no deberían ser inferiores al 25%.
Las palabras de Schmid no deben ser tomadas con ligereza, puesto que se trata del habitual vocero del líder de la Central General de los Trabajadores, Hugo Moyano. Vinculado estrechamente al Gobierno, el titular de la CGT suele transformarse en un equilibrista a la hora de fijar posición en este tema: por un lado hace referencia a la “inflación del supermercado” para elevar el porcentaje pretendido respecto de las intenciones de la Casa Rosada, pero por el otro no se aleja demasiado de los anhelos oficiales para no ganarse enemigos indeseables ni hacerle el juego a la oposición o al sector empresario.
Precisamente el tercer actor de esta discusión aún no ha establecido públicamente y en forma oficial su postura definitiva. De todos modos, los resultados de una encuesta, realizada recientemente por la consultora SEL, evidenciaron que los hombres de negocios calculan que los acuerdos salariales cerrarán en torno al 26,5%.
El informe también establece que la mitad de las 110 empresas líderes consultadas –que emplean a alrededor de 220.000 trabajadores en todo el país- admite que no cubrirán las demandas de los sindicatos. Y que prefiere tomarse algún tiempo más antes de sentarse a negociar.
El que sí ha quedado fuera de esta discusión es el INDEC. El organismo oficial no es tomado como referencia por ninguna de las partes a la hora de hablar de cifras. Ni el Gobierno, ni los sindicatos -a pesar de que muchos son aliados de la presidenta Cristina Kirchner-, ni el empresariado, parten de las estadísticas del Instituto para establecer sus pretensiones. Y es que nadie con dos dedos de frente puede aceptar que la inflación del 2010 haya sido del 10,9%, tal como anunció recientemente el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, cuando todas las estimaciones privadas superan el 20%, acercándose varias incluso al 30%.
El 2011 está en pañales, y es de esperar que con el correr de las semanas, al compás del aceleramiento de la campaña electoral, el debate se profundice y surjan otros temas que susciten cruces y polémicas. Mientras tanto, la puja por los salarios acapara todos los flashes y es, por lejos, la verdadera “estrella” del verano político nacional.

Autor: Redacción

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