Suplemento Economía

RSE y las preguntas

La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene que

ver, en buena medida, con la decisión de tomar partido a favor de

la comunidad; hacerlo de la mejor forma a veces depende de

identificar las preguntas apropiadas.

Las preguntas pertinentes son: qué, cuánto y cómo se toma

partido. Todas las preguntas son igual de difíciles pero el "qué"

es un arranque complejo.

Las empresas, organizaciones, instituciones de todo tipo tienen

entre las personas que las componen infinidad de intereses de

importancia y validez similares; pero lo cierto es que están

reunidas en una organización porque la esencia de lo que

comparten se puede representar por la misión y la visión.

Eso ayuda mucho, en ambos sentidos. En especial ayuda a que, lo

que se decida hacer genere valor también para la organización. 

Si al aporte comunitario que decide llevar a cabo una empresa

se le reclama que genere valor -también- para la empresa; ¿eso

significa el triunfo de la codicia? Si somos capaces de analizar

este punto en forma desapasionada podremos ver que brindarle valor

a la comunidad al tiempo que se genera valor para la empresa es la

evidencia más clara del verdadero concepto de la sostenibilidad.

Los empresarios pueden hacer lo que deseen con su dinero, pero

no con el dinero de sus empresas. Las decisiones filantrópicas son

personales, pero no pueden involucrar a una organización, porque

van en contra de su naturaleza.

No se oponen a su naturaleza de ganar dinero -más dinero cada

vez sin tener en cuenta la forma en que lo hacen-; esa no es su

naturaleza. Se oponen a la naturaleza empresaria que tiene que ver

con su supervivencia. 

Toda decisión que tome una empresa debe

servir para que se mantenga en pie y, preferentemente, que

evolucione y crezca.

Todo empresario puede cometer errores que lleven a su empresa a

retroceder, perder dinero e incluso desaparecer. Pero deberá

hacerse cargo de sus decisiones.

Un empresario que se precie de tal nunca tomará, a

sabiendas, decisiones con efectos negativos para su empresa.

La decisión de ayudar, de comprometerse en forma activa en

realidad, debe estar vinculada con lo que la empresa sabe hacer;

con la actividad en la que se destaca. Algo tan simple como esto

asegura el éxito de su gestión en este área. 

El líder de una terminal automotriz, por tomar un ejemplo

cualquiera, puede decidir donar computadoras, pintar escuelas, o

construir un hospital -entre infinidad de opciones- pero con

ninguna de ellas hará una diferencia de valor que lo incluya. Y

ese no deja de ser un error estratégico. Si al año siguiente es

otra la empresa que repone las computadoras, repinta la escuelita

o reconstruye el hospital será igual para la comunidad, y para la

nueva empresa en cuestión. 


ESTRATEGIA INTEGRADA 

Si, en cambio, la terminal automotriz decide implementar un

plan que consista en disponer de vehículos para trasladar a los

chicos que sólo acceden a la escuelita en lomo de mula y, por lo

tanto, acumulan más faltas y cansancio que conocimientos la cosa

cambia.

Si convocan a gente de la zona y la capacitan para que sean

quienes conduzcan el vehículo, la cosa se pone mejor. Si la

capacitación incluye entrenamiento -durante el viaje- para que los

chicos incorporen conceptos de logística, manejo, normas de

tránsito… la cosa mejora en mucho. Y los resultados comienzan a

ser mayores; más y mejores, duraderos y abarcadores (incluyendo a

la empresa, claro).

A esta altura estamos en condiciones de pasar a la siguiente

etapa, donde lo que se busca es la respuesta al "cuánto"

involucrarse.

Si es claro el planteo anterior es simple identificar que, la

mensura del "cuánto" no es en dinero sino en valores, y que el

compromiso genera resultados manteniendo una proporción con la

intensidad que se le aplica. 

Para ninguna empresa que busque la

mejor continua es sorpresa saber que la intensidad del compromiso

siempre debe ser la máxima posible. Lo que hace más ágil su

implementación es la buena elección del "qué" previo.

Si lo que estamos haciendo es lo que sabemos hacer, seguramente

mejor que ningún otro, el resultado será sobresaliente. Si lo que

estamos haciendo no tiene secretos para nosotros, si estamos

entrenados y probados en lo que hacemos no habrá vértigo en

ponerle intensidad a nuestra tarea, aunque en este caso implique

salir del mercado -donde estamos acostumbrados a trabajar- para

pasar a la comunidad. 

La parte decisiva, tal como suele ocurrir, depende en buena

medida del "cómo" hagamos lo que decidimos hacer.

Si en el "qué" no debía estar involucrada nuestra ambición (más

allá de su cuota sana, manteniéndola lejos de la codicia) en el

"cómo" es sano evitar nuestra soberbia porque la clave no está en

hacer para lucirnos sino en transmitir para que la comunidad (donde de hecho estamos incluidos) puedan obtener soluciones. 

La forma concreta de ayuda comunitaria, la manera de poner en

práctica el compromiso comunitario, es a través de transmitir la

salida o solución de un problema o preocupación de alguno de los

grupos con los que se relaciona nuestra empresa.

Si encontramos un problema o necesidad sobre el que podamos

brindar la salida o solución -cuyo resultado positivo se vincule

en forma directa con nuestra empresa- lo que debemos hacer es

transmitirlo y, si fuera necesario, acompañar y guiar hasta que la

comunidad sea capaz de implementarlo por sí misma.

Lo que finalmente haremos, será quedar vinculados con el cambio

positivo. 

Este aporte de valor concreto hacia la comunidad

regresará en forma de reputación para la empresa; valor sin dudas

decisivo en el mundo de los negocios que, entre sus consecuencias,

permitirá que el crecimiento integral abarque mayores aportes de

valor hacia la comunidad.

Es bueno partir de preguntas simples para, respondiéndolas

acertadamente, ser capaces de generar valor para la comunidad -que

sabemos- nos incluye.

Autor: Fernando Solari

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