Suplemento Economía

RSE y la voluntad

La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene que ver con la

voluntad, con la buena voluntad que permite hacer más, hacer mejor

y que lo que hagamos sea abarcador.

En forma cíclica surge la discusión respecto de si la RSE debe

ser obligatoria o voluntaria y en cada una de las oportunidades en

que esta duda se hace presente el consenso queda del lado de

quienes consideran que la obligatoriedad la desnaturalizaría.


Las normas, incluso las leyes que debe cumplir una empresa,

existen desde tiempos en los que la RSE era impensable y todas

ellas permiten que una empresa mantenga su condición; agregar una

norma o ley significa tener un nuevo parámetro que debe ser

cumplido para mantenerse en una determinada categoría.


Cumplir las normas, ajustarse a la ley no es más que hacer lo

correcto y ninguna empresa triunfa o se destaca por tener los

"papeles en regla" dejado en claro que si no se ajusta a las

normas e incumple las leyes perderá su condición de empresa sin

chances de ninguna clase.


La RSE no es una norma a la que hay que ajustarse sino un

proceso de evolución natural que tienen que ver con el deseo de

alcanzar un mejor futuro compartido con la comunidad, y si bien un

deseo semejante puede ser compartido por muchos lo cierto es que

son pocos los que hacen el esfuerzo de llevarlo a cabo, entre

ellos solo algunos mantienen la perseverancia necesaria para

lograr que su sueño se convierta en realidad.


La voluntad es intención y las intenciones siempre son buenas;

aunque a veces sean inadecuadas, confusas o equívocas respecto de

lo que somos y lo que pretendemos lograr.

En una empresa -organización que aporta la letra "E" a la sigla

RSE- la voluntad humana de quienes la conforman debe quedar

integrada con la misión compartida con los restantes integrantes

de la organización para no generar una tensión innecesaria que

perjudique a todos; a las personas y a la institución.


La visión enfocada en la comunidad que alberga a la empresa -y

de la cual es innegable que forma parte- tiene tanto magnetismo

que suele afectar a la brújula que debe mantener el norte

empresario llevándonos por el camino equivocado de la filantropía

cuando lo que necesitamos, lo que nos conviene a todos es que

recorramos el sendero de la RSE.


Muchas veces ponemos voluntad como ingrediente necesario,

muchas otras ponemos voluntad como escudo protector de críticas y

otras tantas como razón para sentirnos parte de una corriente que,

por su caudal, debería considerarse correcta.


La decisión de ayudar suele emprenderse con una energía

arrolladora que lleva por delante los obstáculos y pasa por alto

los indicadores de resultados como si lo único que importara fuera

la voluntad.

Potenciar en vez de confrontar

En términos personales las cosas suelen ser así y quien toma la

decisión de ayudar tiene el derecho de hacerlo libremente; pero

las cosas cambian cuando lo que se hace representa a un grupo y

mucho más cuando ese grupo es una empresa y tiene razón de ser,

misión, visión y objetivos que deben ser tenidos en cuenta para no

ponerla en peligro.


En términos empresarios toda decisión implica riesgos y toda

acción involucra recursos sabiendo que éstos son escasos y lo que

no se capitaliza se pierde al menos dos veces ya que es necesario

computar tanto la pérdida como la oportunidad que no se recupera.

¿Esto significa que a la voluntad de ayudar se le opone el

interés empresario? En realidad lo que ocurre -o sería conveniente

que ocurra- es que a la voluntad de ayudar la potencie el interés

empresario.

La voluntad es necesaria pero insuficiente, si como empresa

decidimos ayudar tenemos que buscar la forma de hacerlo integrando

todos los intereses sin dejar de lado el empresario ya que el

mejor resultado es que el enriquecimiento resultante abarque a

todos los participantes.


Obtener beneficios tan positivos para la comunidad como para la

empresa que los genera no puede responder a ninguna clase de

culpa, ni al impulso irrefrenable de la emoción sino a comprender

que la RSE permite generar valor práctico para la comunidad que

regresa en forma de valor intangible para la empresa que lo

implementa.


Se trata de evolución natural cuando la RSE impulsa hacia al

progreso a la comunidad al aportarle valor concreto y útil; y a la

empresa al obtener un valor competitivo inigualable.

Autor: Fernando Solari

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