BRASILIA, 20 (AFP-NA). - La presidenta Dilma Rousseff y
el socialdemócrata Aecio Neves están enfrascados en una agresiva
batalla por los votos a una semana de las elecciones más
disputadas de la historia reciente de Brasil.
Los 148,2 millones de brasileños convocados a las urnas el
domingo 26 de octubre están divididos en dos bloques de igual
tamaño, mayoritariamente en función de su clase social, que
definirán si el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda)
prolonga sus 12 años en el poder.
Nieto de un presidente electo que nunca llegó a asumir, Neves,
popular exgobernador de Minas Gerais (sureste), de 54 años, lleva
una ligera ventaja sobre Rousseff, la exguerrillera de 66 años y
delfina del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, con 51% contra
49%.
Pero los sondeos consideran que ambos están en empate técnico
debido al margen de error.
La campaña electoral, plagada de ataques cruzados, se calienta
a días de los comicios.
Neves se ha concentrado en denunciar el bajo crecimiento
económico en Brasil, este año cercano a cero, y un gran escándalo
de corrupción en la estatal Petrobras que habría beneficiado sobre
todo al PT y a sus aliados.
Sin escatimar golpes bajos, incluso insinuando que Neves fue
pillado conduciendo bajo el efecto del alcohol y las drogas,
Rousseff asegura que el retorno del Partido de la Socialdemocracia
Brasileña (PSDB) a la presidencia pondrá fin a los programas
sociales con los que el PT asegura haber sacado a 40 millones de
la pobreza.
La disputa entre el PT, que llegó al poder en 2003 con Lula, y
el PSDB, que gobernó entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique
Cardoso, se repite desde hace 20 años, pero nunca la división
había llegado al nivel de escindir perfectamente a los brasileños
en dos.
"Es una elección extremadamente dividida: las clases alta y
media alta están decididas por Neves y la media baja y los
excluidos (beneficiados por los grandes programas sociales del
PT), votan por Rousseff", dijo a la AFP Mauro Paulino, director de
la encuestadora Datafolha.
Neves es el candidato favorito de los empresarios y los
mercados, que critican el intervencionismo económico del gobierno
de Rousseff y el estancamiento de la economía con una elevada
inflación (6,5%).