Suplemento Economía

Riesgos por trazar un presupuesto optimista

Por Luciana Díaz Frers (*)


En materia presupuestaria, el exceso de optimismo puede salir muy caro. Para lograr el equilibrio fiscal en 2013, el esfuerzo que habrá que hacer es más grande que el que nos puede llevar a pensar el proyecto de ley de Presupuesto. Ya en 2009 se sobrestimaron los ingresos de la Administración Nacional. La crisis financiera internacional repercutió negativamente sobre el ciclo económico argentino a pesar de que parecía que podíamos “vivir con lo nuestro”. Y, como siempre, apenas se resfrió la economía, se desmoronó aún más la recaudación.

En 2010 y 2011 se subestimaron fuertemente los gastos. En ambos años, de alto crecimiento, los gastos de la Administración Nacional aumentaron más de un 33% interanual, y superaron ampliamente cualquier índice de inflación. Los gastos también superaron así en un 17% y un 18% en cada año lo aprobado por el Congreso de la Nación. La diferencia fue incluida en el Presupuesto mediante decretos y resoluciones que circunvalaron la venia del Parlamento.

Esta política fiscal expansiva fue muy procíclica, es decir, empujó el crecimiento al límite y también a la inflación. Y de ahí surge que, con un dólar quieto, la economía argentina ya no sea tan competitiva. Eso genera una expectativa de devaluación que alimenta la fuga de dólares. Dicho en menos palabras, los desajustes fiscales van provocando otros desajustes en el resto de la economía.

Para 2012, es posible que no se recaude lo que se planeaba en el Presupuesto 2012. Para lograr ese pronóstico, durante la segunda mitad del año habría que recaudar un 15% más que en la primera mitad, algo difícil de lograr dada la estacionalidad de la recaudación (por ejemplo, con el pico de Ganancias en mayo) y a pesar de una esperada recuperación en el nivel de actividad.


LOS INTERROGANTES

PARA EL 2013

Finalmente, para 2013 el panorama fiscal es más sombrío de lo que el Presupuesto nos lleva a pensar. Implícitamente, se espera un aumento en los ingresos del 24%, igual magnitud que la que ocurrió en 2011 (y con una base inicial en 2012 también difícil de alcanzar). Pero no es lo mismo una tasa de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) de 8,9% como la que se dio en 2011, que la tasa esperada de 4,4% para 2013, especialmente para la recaudación, que suele tener movimientos más exagerados que el PBI.

Y del lado del gasto habrá que ver qué pasa. En un año de elecciones legislativas, la pregunta relevante es qué cuidará más el gobierno, el resultado fiscal o el resultado electoral.

El gran problema es, eventualmente, el resultado fiscal acumulado, que viene siendo sistemáticamente negativo y peor que el pronosticado. Para controlar la inflación y moderar su impacto negativo sobre el poder adquisitivo de los salarios y la competitividad del país, para continuar con la sana política de desendeudamiento en la que nos habíamos embarcado, y para asegurar que podamos sostener el crecimiento en el largo plazo, el equilibrio fiscal es indispensable. Es ahí donde hay que poner énfasis en la discusión presupuestaria.

Otro tema relevante del presupuesto es la información sobre la asignación geográfica del gasto. Las planillas que más interés despiertan suelen ser las que muestran cuánto promete gastar el Gobierno Nacional en cada provincia. Pero de poco sirve el análisis ya que luego no hay forma de controlar su verdadera ejecución. La reciente mejora del sitio de consulta al ciudadano también trajo una pérdida: ya no se publica cuánto efectivamente la Nación gasta en cada provincia.


(*) Directora del Programa de Política Fiscal de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento)

Autor: Redacción

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