Editorial

Reservas en tobogán

La caída de las reservas no ha podido contenerse a pesar de las medidas adoptadas, incluso desde la implementación del cepo cambiario la situación fue empeorando sostenidamente. Según un relevamiento que alcanzó a 170 países, la Argentina ocupó el puesto 136 con reservas que sólo cubren el 8,4% del PBI.

En Latinoamérica, nuestra región y por lo tanto válida para comparaciones con mayores puntos de aproximación, mientras la mayoría de naciones han venido incrementando sus reservas a partir de 2003, la Argentina en cambio estuvo en retracción, especialmente desde 2007 en adelante. Las posiciones son realmente curiosas, encabezando la lista Bolivia en el puesto 13 de la general con el 43,1% en relación a su PBI, luego Perú en el 27 lugar con 31,8%, tercero Uruguay en el 37 con 27,7%, Paraguay en el 76 con 17.3%, Brasil en el 84 con 16,4%, Chile en el 90 con 15,3%, Colombia en el 129 con 9,9%, y recién ahora en la posición 136 aparece la Argentina con 8,4%, quedando atrás de nuestra región sólo Venezuela en la ubicación 155 con 2,3% y cerrando Ecuador en el puesto 164 con 1,3% del PBI.

Este posicionamiento es un verdadero reflejo de la forma en que se ha venido manejando la economía en los países latinoamericanos, tanto en los resultados ofrecidos en la actualidad como especialmente con la visión puesta en el futuro inmediato. Bien cabe preguntarse ¿para qué sirven las reservas?, pues son algo así como los ahorros que disponga una familia, pues generan mayor confianza y permiten un margen más amplio para realizar política monetaria. En países desarrollados influye fuerte la institucionalidad y la historia, mientras que los que se encuentran en vías de desarrollo requieren de un sustento mayor y más ajustado a las circunstancias, como lo constituye un alto nivel de reservas para afrontar cualquier emergencia financiera.

Respecto a las reservas de nuestro Banco Central, que a comienzos de 2011 alcanzaron su pico superior a los 52.000 millones de dólares, ahora apenas si logran sobrepasar los 30.000 millones, y si bien no es una situación alarmante, sí es preocupante pues no han dejado de caer en forma permanente, lo cual da cuenta de una absoluta falta de confianza en nuestra moneda, por lo cual el Gobierno ha hecho muy poco por tratar de apuntalarla, ya que la vertiginosa emisión de circulante no ha provocado otra cosa que inflación y desconfianza.

Yendo un poco más atrás, tenemos que en enero de 2001 las reservas existentes con relación a la base monetaria ascendían a 2,61% mientras que en septiembre de este año se contrajeron a 0,61%, diferencia que exime de cualquier profundización del análisis. Los números en este caso, son expresivos con su sola referencia.

La actual composición de las reservas locales, considerando el último informe conocido, eran colocaciones realizables en divisas por 28.300 millones de dólares, oro por 2.560 millones y divisas por 1.500 millones. A esta altura del año, las reservas llevaban caídas por 12.190 millones, constituyendo una baja de 25%, marcando una tendencia sumamente preocupante.

Sólo en el pasado mes de noviembre la pérdida de reservas estuvo en el orden de 2.132 millones, conformando el mayor retroceso mensual desde octubre de 2008 en plena crisis internacional, cuando la resignación había sido de 2.180 millones.

Las reservas se encuentran en los índices más bajos de los últimos 7 años, debiendo retroceder hasta el mes de diciembre de 2006 para hallar un registro inferior al actual, ya que en sólo los primeros once meses y debiendo aún contabilizar diciembre, la pérdida estuvo por sobre los 12 mil millones de dólares. El récord de reservas había ocurrido en enero de 2011 cuando se alcanzó el tope de 52.654 millones, pero desde entonces no ha dejado de caer.

Por ahora no se la encontrado la vuelta para detener la pérdida de reservas del Banco Central, las que han sido utilizadas desde entonces para afrontar los pagos de deuda externa -aunque la misma continúa siendo cada vez mayor-, viéndose además seriamente afectadas para afrontar compromisos en dólares, debido a la escasez de los mismos. Por otra parte, completando el círculo vicioso, aparece la exagerada emisión monetaria que hace que la gente huya poco menos que espantada de nuestra moneda, cayendo en la búsqueda de la extranjera, especialmente dólar o euro, que es la forma que encuentra para defenderse de la depredación que significa la inflación.

Autor: REDACCION

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