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Regina Grisolía y su gran experiencia en la Maestría de Escritura Creativa en Español

La escritora rafaelina, Regina Grisolía, se trasladó hace dos años a Nueva York para cumplir un sueño: cursar la Maestría de Escritura Creativa en Español. Si ya de por sí su estadía en la ciudad de la 'gran manzana' revolucionó todo lo que conocía y había habitado, la maestría le regaló amigos, colegas y una experiencia inolvidable. 
Para profundizar más, se puede decir que la Maestría de Escritura Creativa (MFA) en Español de NYU tiene como objetivo primordial estimular la creatividad de escritores de talento al brindarles un espacio donde puedan discutir su trabajo y participar de una reflexión profunda en torno a la literatura y la expresión artística en general.
La enseñanza está a cargo de reconocidos escritores latinoamericanos, españoles y latinos que dictan cursos y talleres regularmente en el programa y asesoran individualmente a los estudiantes. 
A comienzos de este año, LA OPINIÓN dialogó con Regina, justamente por la mención especial que ganó en el Premio Provincial de Poesía “José Pedroni” 2022, tradicional certamen literario que impulsa el Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe. Dicho reconocimiento la hizo merecedora de $100.000.
Hoy, este medio vuelve a comunicarse con ella para saber sobre su recorrido por la maestría que pronto llegará a su fin; este camino quedará sellado con un proyecto poético, producto de años de trabajo. 

- ¿Cómo fue tu paso por la MFA de Escritura Creativa en Español?
Regina Grisolía: El paso por la maestría fue muy muy hermoso, aún con sus altibajos como todo proceso educativo y de vida, dos años casi. Fue en general muy positivo, por lo que significó el grupo y mis compañeros, cuyas miradas enriquecieron muchísimo mi literatura. Desde que entré hasta ahora, en mi lectura final, pude sentir un gran impacto en mi literatura y eso se lo debo a algunas profesoras que me acompañaron muchísimo, especialmente a mis dos directoras de tesis que son Lila Zemborain y Mariela Dreyfus. Ha habido también otras profesoras que me han impactado mucho como docentes, lectoras y escritoras. Es fundamental el grupo de gente. Me llevo un grupo de amigos, muy honestos, una amistad muy profunda. Pasamos un montón de cosas y son grandes lectores.

- ¿Sobre qué trata tu proyecto final de tesis?
R.G: Mi proyecto final es poético y se llama Deslenguada. Habla de mi experiencia de enseñar mi propio idioma, específicamente un diario de un semestre de enseñanza, en donde reflexiono en torno a la docencia, la genealogía de mujeres de mi familia en la docencia, el español como idioma, particularmente el argentino dentro de los españoles. Todo lo que implicó eso que me llevó a profundas reflexiones. Otra de las aristas de esta experiencia fue la docencia. Yo ya venía dando clases en universidades públicas de Argentina, de hecho doy clases en una licenciatura a distancia. Amo la docencia y siento un profundo respeto por ella. Enseñar un año en la Universidad de Nueva York, con todos los parámetros estrictos, con evaluación constante a los estudiantes, fue una experiencia muy profunda y que me impactó para bien, aunque no fue fácil.

- ¿Qué podés comentar sobre la celebración y el 'cierre' de esta etapa?
R.G: Participar de los rituales fue muy importante para mí, sobre todo porque tanto una compañera como yo, que extendimos la tesis, igual transitamos esta experiencia de la mano de nuestros compañeros, así que era importante hacerlo con ellos y la verdad es que fue emocionante. El día de la lectura final, que fue un acto de la maestría, fue el día más importante porque nos escuchamos. Cada uno presentó una breve muestra de lo que es su proyecto final y fue muy emocionante ver la evolución de las escrituras de todos. Obvio siempre después hay festejos, somos una comunidad latina muy linda que también nos damos lugar para celebrar, algo muy identitario de nuestra cultura. Participar de la ceremonia y después del acto, fue emocionante. Me siento feliz de haber transitado esto. Fue un sueño que tuve por mucho tiempo y fue importante hacerlo realidad. A veces no caigo en la cuenta de lo que significó todo este proceso, del esfuerzo personal, de la ayuda que me brindaron muchas personas... Mención aparte para mi familia que siempre me apoya en todas mis locuras y están ahí firmes, acompañándome.

- ¿Cómo fue vivir en Nueva York tanto tiempo? Una ciudad tan especial y caótica a la vez...
R.G: Vivir en Nueva York fue la parte más especial de la experiencia. Yo entré con mucha reticencia a la ciudad y al país. Tenía mucha inquietud también de cómo era la vida en algunas ciudades como Nueva York, San Francisco, Nueva Orleans, que me interesaban mucho por su cultura. Me costó, el impacto fue fuerte. Vengo de Rafaela, donde viví la mayor parte de mi vida. Esta es una ciudad muy loca, muy alta; cuestiones como no ver el cielo o que anochezca temprano por los rascacielos, hasta el ritmo de vida y desigualdades feroces que uno ve acá... El impacto inicial fue "yo no me puedo quedar acá ni un día más de lo que dure la maestría" -dijo entre risas-. Y lo cierto es que esa impresión cambió por completo. Yo ahora estoy bastante enamorada de esta ciudad con todos sus claroscuros, sin romantizarla ni un poco. Es una ciudad super latina, y también es muy capitalista pero es por ese motivo que hay mucha resistencia, y me parecieron muy interesantes esos lugares, encuentro mucha motivación en seguirla habitando por un tiempo más.

- ¿Qué proyectos tenés a futuro?

Lo más importante para mí es publicar, tengo proyectos terminados o casi terminados que me gustaría que salgan a la luz. No sé si llamarlo cosecha, pero sí ver los frutos de tanto trabajo. Quiero seguir escribiendo y terminar una novela. Soy muy inquieta así que probablemente siga estudiando y dando clases, que es algo que amo. También seguir trabajando y desarrollándome profesionalmente.   

Autor: REDACCION

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