Editorial

Reflexiones de Cuaresma

Uno de los grandes riesgos que pende sobre la sociedad argentina es que comience a acostumbrarse a algunos males como la pobreza, la miseria y la violencia. De tal modo se pronunció el cardenal primado de la Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, en un mensaje con motivo de la Cuaresma.

"Nos acostumbramos a levantarnos cada día como si no pudiera ser de otra manera, nos acostumbramos a la violencia como algo infaltable en las noticias, nos acostumbramos al paisaje habitual de pobreza y de la miseria caminando por las calles", para añadir "nos acostumbramos a la tracción a sangre de los chicos y las mujeres en las noches del centro cargando los que otros tiran". Lamentó además en sus reflexiones que "los cristianos se acostumbren a vivir en una ciudad paganizada en la que los chicos no salen a rezar ni hacerse la señal de la cruz".

Tanto es el acostumbramiento, que ya nada asombra, "ni lo bueno para dar las gracias, ni lo malo para entristecernos verdaderamente". En tal sentido, Bergoglio tuvo una ocurrencia que aunque conocida, grafica elocuentemente la situación aludida, cuando al preguntarle a alguien cómo estaba, respondió "mal, pero acostumbrado".

Es que el acostumbramiento "anestesia el corazón, no hay capacidad para ese asombro que nos renueva la esperanza, no hay reconocimiento para el mal y poder luchar contra él".

Definiciones muy claras y precisas para el inicio de la Cuaresma, haciendo una revisión de la actualidad que no sólo resulta profunda y cruda, sino que debe servir como un llamado para intentar ir revirtiendo esta decadencia en la cual hemos ingresado, al extremo de acostumbrarnos a esta clase de situaciones que, en otras circunstancias, hubiesen desencadenado reacciones enfrentarlas, y que ahora, mansamente y con acostumbramiento, dejamos que se deslicen frente a nosotros sin conmovernos. 

Pobreza, miseria y violencia, una mezcla demasiado potente como para dejarla pasar con indiferencia. Ese fue en definitiva el mensaje de advertencia de Bergoglio, convocando a los argentinos, y muy especialmente a los cristianos, para hacerse de la suficiente energía para enfrentarla.

Cuestionamiento de SIP

Como de "grave riesgo y retroceso" calificó la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en cuanto a la amenaza que pende sobre la libertad de prensa en nuestro país, la nueva metodología dispuesta para la distribución del papel para diarios, cuya única planta productora local quedó bajo el control del Estado, quien a su vez es también el que establece los cupos de importación de este mismo producto, indispensable para la aparición de los diarios.

Se recuerda que en el pasado mes de diciembre, por iniciativa del Ejecutivo y sancionada por el Congreso, una ley declaró de interés público la producción, distribución y comercialización del papel para diarios, por lo cual el Estado puso bajo su control la planta de Papel Prensa, la cual ya antes y por diversas metodologías, tanto judiciales como otras mucho más repudiables, había intentado ese objetivo sin conseguirlo. Con posterioridad, y esta vez mediante una resolución, se dispuso la reglamentación de este principal insumo de las empresas periodísticas, dejando en pie de tal manera la semana del poder en cuanto a la distribución del papel.

Tanto la SIP en este caso, como igualmente se habían pronunciado la casi totalidad de las organizaciones periodísticas argentinas, repudiaron claramente el nuevo sistema, que le permite al Estado, en caso de proponérselo, un rígido control sobre los medios gráficos a través de un elemento indispensable como el papel. El mismo control que ya posee sobre los audiovisuales con la ley sancionada hace ya un tiempo.

Remarca la SIP a través de sus declaraciones sobre el tema que "justamente la libre importación  o acceso al papel -como lo señala la Declaración de Chapultepec- es garantía apegada a estándares internacionales de libertad de expresión y de prensa", añadiendo "la SIP lamenta que el Gobierno (argentino), en el contexto de una pelea frontal con dos de los diarios más importantes del país, Clarín y La Nación, y por su ímpetu en controlar la empresa Papel Prensa de la que es socio, adopte medidas que retrocedan al país a las peores épocas, restrinja indirectamente el derecho de todos los argentinos a la libertad de expresión e imponga a todos los diarios restricciones que no existían".

Autor: Redacción

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