A los cuatro años empecé a tocar la batería. Me compraron una mini batería y me encantaba tocar. La música era un juego para mí. Desde muy pequeño presencié ensayos y grabaciones. Por ejemplo, de Bermejo (1979); tengo recuerdos muy vivos de la grabación y la mezcla de las obras Carta a Perdiguero y Puna y Soledad, y de muchos otros. Recuerdo como si fuera hoy cuando mi padre Dino empezó a viajar por todo el mundo. Yo tendría unos seis años. A partir de los nueve años lo acompañé en parte de sus viajes.
Influencias del entorno afectivo
Mi gran influencia en la música, obviamente, es mi padre, un verdadero artista en todo el sentido de la palabra. Es un creador, pensador, músico, intérprete y compositor; un verdadero hacedor de la cultura argentina y un artista universal, que en cada cosa que produce y hace lleva su tierra adentro siempre, a cualquier parte del mundo. Soy tercera generación de músicos, mi abuelo Cayetano fue folklorista y compuso hermosas zambas, mis tíos Celso y Félix, mi primo Matías, con quienes siempre tocamos en familia. Desde muy joven participé en el grupo que mi padre lideró, por lo tanto, para mí el afecto está muy relacionado con la música. Es una forma de compartir.
¿Hubo un disparador para sentirme atraído por la música?
Desde que nací, recuerdo a la música como mi ambiente. Nunca sentí un disparador en particular, sino que fui creciendo en un espacio donde la música era la forma de comunicarse, de divertirse, de compartir con la familia. Desde chiquito tuve una gran facilidad para el ritmo y después fui además sumando la experiencia de escuchar a grandes artistas. Después hubo eventos relevantes que me confirmaron que la música era mi vocación, y por supuesto, siempre supe que en la música son indispensables la disciplina y el estudio del instrumento.
Otras ramas del arte que me interesen
Me gusta mucho la historia del arte la literatura, la pintura y, sobre todo, la integración de diversos lenguajes artísticos con la música. En mi caso particular, las artes visuales potencian la expresión musical. He participado en varios proyectos con artistas visuales.
El instrumento elegido para ingresar al mundo musical
Mi primer instrumento, fue la batería, y la primera vez que grabé con mi padre fue como baterista cuando tenía dieciséis años. Fue muy lindo aprender desde muy pequeño a tocar instrumentos de percusión en general. También estudié piano y toqué el bajo eléctrico, pero la guitarra fue el instrumento que elegí. Cuando grabamos Mojotoro (1992) en Buenos Aires, Al Di Meola estaba de gira con mi padre y me regaló una guitarra suya que fue mi primer instrumento. Estudié guitarra en Argentina con Aníbal Arias y Walter Malosetti, y en Europa con Ralph Towner y Stanley Jordan.
Por qué fue ese instrumento para el comienzo de la actividad
Comencé con la batería porque me gustaba el instrumento, y como mencioné tuve facilidad para aprenderlo, pero creo que fue mi necesidad de escribir música lo que me llevó a dedicarme a un instrumento armónico como la guitarra. Tocar la guitarra me permitió además de acompañar a mi padre en grandes obras como Cité de la Musique, entre muchas otras, a realizar arreglos para guitarra de su obra, y sobre todo, a componer mi propia música.
Cómo se dio el abordaje con la guitarra
Venía estudiando música con mi padre, y piano, y sentí necesidad de componer mi propia música. Al Di Meola me influenció de tal manera que decidí abordar la guitarra y me encontré nuevamente con la facilidad para poder expresarme a través de un instrumento musical. Conocí a Path Metheny en Buenos Aires y coincidí con él en Estados Unidos, y entendí la guitarra como un instrumento con grandes posibilidades expresivas. Sobre todo, de ellos, aprendí la importancia de buscar un sonido propio. Gracias a ellos y a mi padre, también, entendí desde muy pequeño la importancia de los matices en la música.
Qué me atrajo de esa caja sonora para querer estudiarla
Lo que más me atrajo de la guitarra es que es un instrumento armónico, se puede tocar más de una voz y, a la vez es percutivo. Pero exige un estudio constante y de muchas horas diarias. La guitarra es un instrumento muy importante en nuestra cultura. Es uno de los instrumentos más utilizados en el folklore latinoamericano y, al mismo tiempo, tiene una enorme ductilidad tanto en su sonido acústico como eléctrico.
La sensación vivida al tener el instrumento en cada tema
La guitarra permite reproducir una vibración que en mi caso tiene que ver con algo muy interno, algo muy mío. Para mí, tocar y componer es un acto de pura realización y bienestar, es el resultado de largas horas de estudio y de trabajo para poder ofrecer mi música.
De quiénes aprendí música e interpretación
Música e interpretación aprendí de mis maestros antes mencionados, además de estudiar en la Universidad Católica Argentina, en el Conservatorio de Viena y luego en la Universidad de Lanús. Tuve otros maestros y sobre todo escuché mucha música. Las cosas las debe buscar uno, no hay una sola persona que pueda brindarte todo lo que necesitas. Como mi padre siempre dice, la música se transmite oralmente. En la partitura están las notas, y el ritmo y notaciones sobre la interpretación, pero la música está detrás de todo eso. El espíritu de la música y sobre todo el sonido, se aprende cuando uno escucha. Las cosas verdaderamente importantes son las que uno aprende por sí mismo y crear el sustento para dedicarse a lo que uno verdaderamente ama.
Cuánto creo haber heredado en mi profesión
Yo nací en una casa donde escuchaba a mi padre estudiar horas y horas el bandoneón. Mi abuelo, mis tíos Celso y Félix tocaban juntos. No recuerdo el momento que elegí ser músico, fue un proceso natural para mí, una profesión heredada pero de una forma no impuesta, sino, que crecí haciendo y escuchando música.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a José Saluzzi