Editorial

Recordar la tragedia

El domingo se cumplió el primer año del violentísimo terremoto que alcanzó el grado 9 en la escala Ritcher, y que transformado en tsunami, azotó de tal forma a Japón, que los destrozos serán solucionados de aquí a muchos años, originando también el peor desastre nuclear del

mundo desde 1986 en que se produjo el de Chernobyl. Aquél 11 de marzo de 2011, además de los enormes destrozos materiales, especialmente en la parte noreste de la isla, hubo 19.000 muertos y la destrucción de 370.000 viviendas.

Justo a las 14:46 -momento exacto del comienzo de la catástrofe- el país del sol naciente recordó con un minuto de silencio a las víctimas del terremoto, mientras tanto en el teatro Nacional de Tokio, el premier nipón Yoshihiko Noda hizo pública la solidaridad  con las víctimas, sentenciando "Prometo continuar nuestra batalla contra el accidente y estamos seguros de que reconstruiremos y volveremos a hacer de la región una bella Fukushima". Participaron además de la ceremonia el emperador Akihito y la emperatriz Michiko, acompañados por miles de familiares de las víctimas de aquella tragedia que enlutó a Japón y al mundo entero. El emperador, de 78 años e intervenido quirúrgicamente del corazón hace muy poco, formuló en la oportunidad un llamado a "trasmitir a las futuras generaciones las enseñanzas de una catástrofe que nunca deberá ser olvidada".

Dentro del mal que significó ese terremoto seguido del tsunami, con toda la secuela de destrucción y muerte, cuyos efectos se sienten todavía en la actualidad pues la radio actividad continúa esparcida por amplias regiones, hubo también aspectos rescatables de los japoneses, un pueblo curtido en la adversidad, pues inmediatamente después de la tragedia apareció un enorme espíritu solidario, para compartir los efectos negativos y afrontarlos de manera compartida, pero así también una fortaleza de ánimo pocas veces vista para sobreponerse y mirar hacia adelante, hacia el futuro, quedando postergadas toda clase de diferencias. La adversidad unió el espíritu y consolidó el esfuerzo de todos.

Aún quedan 260.000 personas alojadas en viviendas provisionales en la periferia de las ciudades de Iwate, Miyagi y Fukushima. No hay reclamos ni quejas, sólo el aporte conjunto para poder emerger lo más rápidamente de una catástrofe como nunca antes se había visto.

Al año del tsunami, debemos recordar que el desastre de la central nuclear de Fukushima había originado no sólo en Japón sino en muchas partes del mundo en que se utiliza masivamente la energía producida en centrales atómicas, una fuerte resistencia contra las mismas, con el reclamo de comenzar a cerrarlas y recurrir a otras fuentes de energía, ya que frente a esta clase de riesgos naturales imprevisibles, se puede producir una fuerza devastadora incontenible por el fuera de control de los reactores. Lo visto ahora en Japón, y el antecedente de Chernobyl, además de otros numerosos incidentes que no alcanzaron igual magnitud, muchas veces por obra y gracia de la providencia, dejan claramente expuesto el peligro que significan este tipo de centrales atómicas.

Esta lucha, que ya tenía fervorosos activistas desde antes, cobró mucho más fuerza luego de lo sucedido en Japón. Justamente el domingo se observaron fuertes manifestaciones contra el gobierno japonés en ese sentido, ya que una movilización de 10.000 personas en Tokio reclamando la suspensión total del uso de energía nuclear, y eso aun cuando en la actualidad se encuentran funcionando solamente 2 de los 54 reactores atómicos para la producción de energía.

Otra de las preocupaciones, y muy seria por sus consecuencias, es que al parecer permanecen muchos focos radio activos, sin que se haya aún podido solucionar, habiéndose creado en tal sentido la "Red Fukushima para salvar a los niños de la radiación", la cual y a pesar de su loable objetivo, no parece haber contado con el respaldo necesario para operar más efectivamente.

La empresa administradora de la central de Fukushima, como suele ocurrir en estos casos, pidió nuevamente sus profundas disculpas por lo ocurrido, aunque eso es absolutamente insuficiente. Es que hubo 19.000 muertos y un enorme desastre material con más de un cuarto de millón de personas que a un año, siguen sin poder haber recuperado su sitio para vivir. Los japoneses respondieron que aunque admitidas, las disculpas son insuficientes y que la única respuesta es borrar de Japón toda la energía nuclear aún existente.

Autor: Redacción

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