En pleno verano de 1913, el 26 de enero esta localidad era declarada ciudad con el decreto firmado por el gobernador Manuel Menchaca, convirtiéndose entonces la Comisión de Fomento en la Municipalidad de Rafaela, a cargo del flamante intendente Manuel Giménez. Para festejar este grato acontecimiento, estuvo presente Menchaca, acompañado por miembros del Poder Ejecutivo provincial, desarrollándose numerosos festejos los días 25, 26 y 27 de enero.
"Felizmente me he encontrado en vuestro seno en dos momentos auspiciosos: ayer cuando impusisteis a la consideración de la Provincia, vuestra potencialidad de colonia y el producto de vuestra labor en la Exposición Rural y hoy en que, vestida de gala, Rafaela aparece deslumbrante para recibir el nombre de ciudad, que ha sabido conquistarlo después de muchos años de solícitos afanes", expresó el Gobernador en su discurso al pueblo rafaelino, durante un acto desarrollado en la plaza 25 de Mayo decorada con arcos frente a los principales bulevares fundacionales.
Por su parte, Giménez destacó que "su comercio, su población que toca a 10.000 habitantes (había 8.242 habitantes, según el censo del 31 de diciembre de 1912), las importantes vías férreas que dan impulso a su adentro y su componente sano y trabajador, sostienen con su poderosa influencia y actividad el desarrollo interno, el intercambio de productos y el comercio fructíferos con otros medios".
Justamente, el ferrocarril fue uno de los motores dinámicos de la entonces población, siendo una importantísima vía de comunicación para el desarrollo y crecimiento económico, que contaba con 4 líneas, uniendo Rafaela con Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe, San Francisco y las colonias vecinas.
¿Cómo era la Rafaela de hace 106 años atrás? Con una pincelada de historiadora, lo describe María Inés Vincenti en el suplemento que se publicó anteayer en LA OPINION: "Su espectacular ascenso se debió al hecho de haberse transformado -entre 1885 y 1890- en un nudo de encrucijada ferroviaria cuando fue atravesado por cuatro líneas férreas que lo comunicaron intra y extra regionalmente y prontamente desplegó un abanico de actividades económicas diferenciadas que la definieron como ´centro urbano´ regional: en 1912 reunía el 20% de la población del departamento Castellanos".
En los primeros años de la formación de la colonia Rafaela conviene destacar la gesta colonizadora a cargo de la empresa de Guillermo Lehmann con la venta de las tierras en 18 localidades entre Rafaela y la zona; el trabajo denodado y silencioso de los primeros pobladores en medio de la crudeza de la labores en la tierra casi de "sol a sol"; el crecimiento social a través de la participación en las primeras instituciones como los bancos Provincial (hoy Banco de Santa Fe) y Nación, la Sociedad Italiana, la Policía, el Tiro Federal, la Sociedad Obrera, los clubes Social, Ciclista, Central Norte (9 de Julio) y Atlético, la Sociedad de Beneficencia, el Hospital de Caridad, la Sociedad Rural, el Centro Empleados de Comercio, la Sociedad Española, entre otros; y el aporte de los comerciantes en la vida comunitaria del incipiente pueblo-ciudad.
En sus primeras décadas, la mayoría de la población rafaelina estuvo formada por inmigrantes expulsados de países europeos, en el marco de una política nacional agresiva para poblar las distintas regiones del territorio nacional, entre ellas la provincia de Santa Fe. Actualmente, esta ciudad cuenta con más de 100.000 habitantes debido a la llegada de nuevas corrientes inmigratorias, en este caso provenientes de otras provincias y de países limítrofes, produciendo una explosión demográfica.
Con motivo del primer centenario de Rafaela, el 24 de octubre de 1981 reflexionaba el entonces obispo de la diócesis de Rafaela Jorge Casaretto en una columna de este diario: "Esta madurez que Rafaela necesita no se dará sólo con el correr de los años. Conocemos muchas personas que en han crecido en edad y no en virtudes. Esa madurez se adquirirá si los principios sobre lo que fundamos nuestro desarrollo son firmes y sólidos. Esa es nuestra responsabilidad y nuestra misión".
Si conocemos el pasado desde donde venimos, podemos entender el actual presente y proyectar un futuro mejor para las próximas generaciones de rafaelinos, sin olvidar el legado de nuestros antepasados de trabajo, ahorro, sacrificio y la fe en Dios... Por este motivo, tenemos que dialogar sobre el presente y futuro de la Perla del Oeste sobre una agenda que incluya trabajo, educación, cultura, infraestructura, inseguridad, entre otros puntos a consensuar entre los principales actores sociales.