Como
pocas veces desde la restauración democrática en 1983, el mundo
económico parece haber tomado conciencia del daño que la
corrupción enquistada en el Estado puede hacerle a las
expectativas de desarrollo y la lucha contra la pobreza.
No haber hablado antes sobre los ilícitos que presenciaron o
conocieron en la última década es un mea culpa que empieza a
recorrer cada vez en forma más sonora los pasillos de
instituciones centenarias del establishment.
La pregunta es si se animarán ahora, tras el cambio de
gobierno, a narrar lo que antes sólo parecían contar en voz muy
baja, casi con palabras cifradas.
Una suerte de "Código enigma", como bromean en círculos
empresariales, aunque el tema no es un chiste y podría derivar en
uno de los escándalos de corrupción más impactantes de la historia
argentina.
El apodo de "Movicom" con el que se mofaban de operaciones
vinculadas con la obra pública, por aquello de que para "ligar
algo primero había que poner el 15 (por ciento)", o la bronca
mascullada cada vez que se les trababa un container en la Aduana y
había que aceitar su liberación, formaban parte de leyendas
urbanas que ahora parecen empezar a cobrar forma bajo la palabra
de protagonistas de la última década.
El gran interrogante es si los dueños de las empresas se
animarán a denunciar los casos que conocerían con nombre y
apellido, como ocurrió en Brasil con el "Lava Jato", por el cual
hay ya unos 40 detenidos.
El problema para quienes protagonizaron la corrupción de estos
años, tanto los que recibieron como los que pagaron, es que
algunos referentes clave de los últimos tiempos empezaron a
hablar, envalentonados por el cambio de signo político en la Casa
Rosada.
El exjefe de la UIA Héctor Méndez y el presidente de la
Cámara de la Construcción Juan Chediack fueron citados a declarar
en la causa por el presunto enriquecimiento ilícito del
exsecretario de Obras Públicas José López.
Ambos fueron convocados por el fiscal Federico Delgado a raíz
de declaraciones en las que advirtieron sobre maniobras
irregulares que vinculan a funcionarios del gobierno anterior con
la obra pública poco clara o bien presuntos pedidos de coimas.
Méndez, quien mantuvo una relación de ida y vuelta con el
kirchnerismo, dijo que los casos de corrupción en el gobierno
anterior "se sabían".
Habrá que ver si da nombres y, sobre todo, si aporta pruebas,
una cuestión que suele ser el punto débil de los denunciantes y el
fuerte de los presuntos corruptos.
Algo más fuerte parece ser el argumento del presidente de la
Cámara de la Construcción, Juan Chediack, un puntano de 63 años
que asumió al frente de la entidad en 2014 y desde su llegada
habría visto cosas que no le gustaron en la actividad.
Chediack dice haber advertido en su momento a Cristina
Fernández sobre lo que consideraba irregularidades en la
asignación de obras públicas, y que la presidenta lo sacó
corriendo y le recomendó hablar directamente con el ministro Julio
De Vido y José López, el ´hombre de la bolsa´ sorprendido en un
convento con casi 9 millones de dólares.
Respecto de la empresa de Lázaro Báez -el mejor amigo de Néstor
Kirchner a cuyos hijos les acaban de detectar 25 millones de
dólares en Suiza-, se quejó de que su empresa Austral
Construcciones era la más beneficiada por obras públicas que no
sólo no terminaba, sino cobraba por adelantado, a diferencia de
otras compañías que debían penar meses para recibir fondos de
Vialidad.
Para el presidente de la Cámara de la Construcción, quienes
manejaron el poder durante los últimos años en la Argentina sabían
del sistema poco claro, por llamarlo de algún modo, en el manejo
de las obras públicas.
La entidad reclamó contra los "privilegios" que tenía un
grupo de firmas -unas 20- a la hora de cobrar deudas de Vialidad
Nacional.
Pero fallaron en no animarse a hacerlo público en pleno
gobierno kirchnerista, cuando hubiesen tenido canales para
hacerlo, al menos en muchos medios de comunicación.
Dicen que no lo hicieron para no perder los pocos negocios que
aún recibían, pero eso no los exime de responsabilidad.
Haber actuado de esa forma valiosa a tiempo, y no tanto ahora
que el kirchnerismo cae en picada, habría tenido un valor mucho
mayor, y tal vez se hubiesen ahorrado muchos millones en dinero de
los contribuyentes que terminó preso del despilfarro.