Es un antiguo alfabeto nórdico que era utilizado para el desarrollo personal. Un oráculo utilizado para ser feliz, en síntesis. En cada familia había alguien que se consideraba tenía la aptitud y aprendía las reglas, en el clan había otro, y en el pueblo había otro y en la reunión de jefes clánicos había otro. Había jerarquías. Para el vikingo, todos venimos para ser felices, no hay destinos truncos, el tema es cómo llegás a la felicidad. Las runas es ese indicador para ser estrella en la tierra. Es muy hermoso, porque el antiguo rito, lo que te da es tu historia de la vida pasada, la que vos dejás entrever, esa historia de la cual nadie sabe nada -ni vos ni yo- viene al chamán al que le estás haciendo la consulta, a modo de inspiración. Un poco como la Sibila del Oráculo de Delfos. Esa historia viene, la tenés que relacionar con cosas que están sucediendo en este momento. A partir de ese hecho se programa el futuro. Podés cambiar tu historia, porque todo lo que no se cura se repite. Por eso, no te olvides que todos los grandes pensadores del psicoanálisis y de la filosofía moderna están de alguna manera relacionados con la mitología del norte. Porque esa idea de continuidad a partir de un hecho familiar histórico y que se tiene que reparar es muy antiguo. Una persona en ese mundo podía sanar, hacer justicia -que era la forma de sanar las historias familiares- hasta en ocho generaciones. Por eso se escribían los códices, que eran esas historias para que quedaran asentadas.
¿Hay alguna similitud con las ciencias del espíritu?
Estamos citando al sueco Emanuel Swedenborg del siglo diecisiete que trajo todo el conocimiento del pasado -era un erudito- y empieza a volcar todo eso en un conocimiento ya cristianizado por así decir. Jorge Luis Borges era un fascinado por él que tiene un libro llamado “La arquitectura del cielo” porque hablaba con los habitantes de las esferas, que cien años después deriva en el espiritismo blanco de Allan Kardec.
Siendo diferentes las culturas de los pueblos. ¿Cómo justificamos o cómo podemos llegar a instalar o traspolar esa cultura nórdica a la nuestra como para que estemos hablando en Argentina de runas?
No podemos pensar en runas sin pensar en los grandes pensadores, en los grandes filósofos, y en los grandes formadores de la modernidad. Las runas no fueron simplemente un alfabeto perdido. Elliot fue fascinado por las runas, las encontrás en poemas de Borges -cuya lápida es bien al estilo vikingo- y en toda la cultura que se traslada de Gran Bretaña a Estados Unidos. Pensá que la runa Man es la número veinte, es anterior a la palabra Hombre, es decir que la runa define la palabra Hombre, que en verdad debiera ser la traducción Humanitario más que hombre a nivel físico. Es de una enorme complejidad, y si vamos hurgando vamos encontrando el momento de la fusión. Por eso me encantan los libros de Bernard Cornwell que es la invasión de los vikingos a Reino Unido. Y por una invasión cultural va bajando a nuestros pueblos sudamericanos.
Investigando sobre la adivinación llegué a publicar el libro “Oráculos”
Es en honor a esa mistura, a ese sincretismo. Porque el hombre oráculo -como está en el prólogo- es el hombre divinus y nosotros estamos permanentemente instados a reconocer cuáles son los mensajes cifrados del cielo. Uno tiene la tendencia a leer las señales a partir del momento que esas señales te están marcando todo el tiempo lo mismo. El oráculo nunca es una sola vez, te está instando a abrir una puerta que la tenés todavía pendiente. Nunca es literal, siempre es lateral. En el libro “Oráculos”, Araksi Boyadjian que es lectora de la borra del café, contaba que ellos eran tejedores de alfombras en Armenia. A la tarde, paraban la empresa familiar, tomaban un cafecito, y después uno leía la borra del otro, hasta que un día, todos tuvieron la misma imagen: un barco. Un barco por la proa, un barco por la popa, un barco por gran angular, otro barco. ¿Qué hicieron? Se vinieron a la Argentina. Y al poco tiempo fue la invasión a Armenia. Un oráculo te puede salvar la vida también. Y es una conexión con tu visceralidad, al estar atento a que la vida tiene que continuar.
El oráculo que más me sorprendió
Me gusta el Oráculo de Zeus. Para los griegos era una forma de vivir, era su religión el oráculo. Un tipo a la mañana decía: “Zeus, dame la señal de lo que tengo que hacer”. Y de repente iba caminando por la calle, se encontraba con un amigo que le ofrece un negocio, y él ahí iba y hacía el negocio, y probablemente le fuera bien en todo eso. Porque el Oráculo de Zeus era justamente la respuesta exacta a aquello que vos estabas pidiendo. ¿Cómo salgo de ésta? ¿Me caso o no me caso? ¿Me embarco o no me embarco? Y me parece que eso es lo más sucinto, lo más simple de lo oracular, pero que a su vez atraviesa todos los estamentos. Era la vida misma. Es algo contundente, fuera de tu rutina, fuera de lo común, que te da una abertura. Un oráculo jamás se va a manifestar si vos no lo indagás. Los etruscos por ejemplo tenían un tema increíble con los rayos, que ellos llamaban los “fúlmines”. Hay todo un tratado de ellos con los rayos. Los tipos en plena tormenta se acostaban para mirar los rayos. Y acostados tenían la bóveda celeste a ciento ochenta grados para ellos, mientras que de pie tenés solo noventa. Es muy interesante.
El tema de la mujer también me importó y generé un taller itinerante
Estoy totalmente fascinada con el trabajo con las mujeres. Fuimos tan silenciadas, tan disminuidas en nuestras capacidades a lo largo de tantos siglos que ahora que empieza este despertar, potencia a las mujeres desarrollándose y saliendo al frente, maravillosamente adelante, con todo lo que implica la dificultad de estar vivo, para hombres y mujeres. Pero a nosotros se nos hace muy difícil. Las actividades del taller “Mujeres en despegue” tiene que ver con el análisis de su propia condición, con el sincerarse, con el poder poner en palabras. Y en base a “las tipologías de las hijas” que están basadas en cuatro cuentos de hadas conocidos: La Bella durmiente del bosque, Blancanieves, Brunilda y Psique, temas que desarrollo en el libro “Mujeres desobedientes”. Se identifican con uno de esos arquetipos y trabajamos sobre esa resolución. Después cada una tiene que desarrollar su propio cuento porque una es protagonista de su historia.
Es una manera de poner en su lugar lo que la mujer fue perdiendo o nunca tuvo como para recuperar un espacio que tiene que ver con lo social, con lo familiar, con su pertenencia
Yo le llamo el espíritu femenino. Porque el espíritu femenino es lo que mantiene la llama ardiente viva, y no es un espíritu que simplemente habita en las mujeres. Sabemos que todos los hombres tienen su ánima también, pero empezar por la mujer es importante porque somos las dadoras de vida, somos las sacerdotisas calladas, somos las que nos quitaron el mérito de poder dar los sacramentos, de poder recibir los honores, ese tema de los ocho pasos detrás, de las japonesas, creo que es un momento donde tanto Occidente como Oriente están despertando ante esa nueva fuerza que hay que acompañarlas, más a las jóvenes, enseñarles los valores. Y ese despojo de te uso, te tiro… El trabajo del espíritu femenino es el de proteger la vida, el dar paz, ser fértil que para nosotros es sinónimo de ser próspero, no se es fértil solo con los óvulos, sino con la imaginación, con la creatividad, con la laboriosidad. Entonces es un trabajo que me va a llevar toda la vida. No se resuelve en poco tiempo. Pero es lo que más me da placer en este momento.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Fabiana Daversa