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Presencia indiscutida

“Usted ha elegido un camino áspero y duro, asúmalo y no se queje”. Palabras de Atahualpa Yupanqui a Suma Paz, habiéndola reconocido como su heredera en el canto. Es el mismo que eligió Lucía Ceresani desde sus comienzos como cantora surera y guitarrista. Entonces uno se pregunta de mil maneras diferentes sin hallar respuesta concreta. ¿Cómo se aborda una superficie inmensa en la escena en la que se ocupa solamente menos de un metro cuadrado para afirmarse en la actuación de esa noche? ¿Cómo entusiasmar desde el lugar despojado para lograr la reacción de la platea festivalera? ¿Cómo conmover sentada y con mínimos gestos para llegar con el mensaje regional que reciben gentes de todas las latitudes? Así está lo áspero y duro. Ahí está el discurso mínimo pero contundente que respalda a un autor y a un compositor en cada versión. Así está la dulzura de saber decir la lágrima y la sonrisa con el mejor gesto. Ahí está la convicción de llevar adelante un proyecto cultural traducido en la simbiosis que provoca la unión de poetas, compositores, acompañantes, arregladores y una voz creíble en cada tema interpretado. Hay que tener claro el horizonte para lograrlo, hay que perseverar más de la cuenta la mayoría de las veces, hay que olvidarse de las palmas y pensar en el silencio. Hay que sobrevivir a los olvidos. Hay que entregarse de cuerpo y alma. Pero sobre todas las cosas, hay un no también. Y es que no hay que renunciar. Entonces sí que el destino hará de las suyas pero con la ayuda de la protagonista mayor. Esa del bajo perfil, la de la sonrisa franca, que siempre tuvo como norte la sencillez, la transparencia y la condición de mujer que no le impidieron ser reconocida aún en los espacios más egoístas de la cultura popular. Lucía eligió un camino áspero y duro. Y siempre supo que debía asumirlo sin quejarse. Por eso también ahí están el silencio y el aplauso. En ese orden.

Autor: Raúl Vigini

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